Un Sant Jordi masivo, pletórico y de récord
El día se beneficia de un tiempo radiante y confirma a Xavier Bosch, Javier Cercas, Joël Dicker y María Dueñas como los autores más vendidos
BarcelonaEl día de Sant Jordi es como la selva amazónica. En "tiempo asfixiantes" como los de ahora, una fiesta dedicada a la lectura invita "a respirar todos juntos", recordaba a primera hora de la mañana, en el palacio de la Virreina, la pregonera de este año, la escritora mexicana Cristina Rivera Garza. Los paradistas ya empezaban a vender algunos de los dos millones de ejemplares que han ido despachando hasta el anochecer en toda Catalunya: a falta de datos definitivos, la estimación que la Cámara del Libro hizo al anochecer vuelve a apuntar a un nuevo récord, que rondaría los 26 millones de euros (0,6 más que el pasado año). También los vendedores de rosas han hecho agosto —en efectivo, manejando el datáfono y en bizum—, porque Sant Jordi invita también al tradicional gesto de amor floral. Y además con un renovado componente reivindicativo culminado con la manifestación por la lengua.
La metáfora de la Amazonia podría aplicarse en Sant Jordi también en otro sentido: el éxito abrumador del día tiene una cara más inquietante, al igual que ocurre con la deforestación progresiva de la mayor selva del mundo. Es una cara que tiene que ver con la masificación del día —sólo por el centro de Barcelona pasan un millón de personas—, con la turistificación —numerosos grupos boquiabiertos estudiaban el hervidero de gente del paseo de Gràcia soltando algún esporádico amazing— y también con las colas interminables para conseguir firmas de todo tipo de libros, en los que la destreza literaria es con demasiada frecuencia anecdótica o, incluso, inexistente. El capitalismo ha sabido cómo fagocitar la fiesta -"es el día del libro, no de la literatura", se repite desde el sector editorial- y lo ha convertido en un negocio redondo, en el que las librerías facturan en un solo día lo mismo que el siguiente mes y medio.
Buscar "burbujas de calma"
Sin embargo, Sant Jordi es un día que, inexplicablemente, conserva esa magia que hace que cada año sea igual y diferente al anterior. "Es un día frenético y de perseguir burbujas de calma", decía Víctor García Tur, premio Sant Jordi 2020 con El agua que quieres, que acaba de publicar Los claustros en Comanegra. "Solo por irte encontrando a gente que conoces y compartir unos minutos vale la pena", añade. Tiene razón. Mientras Francesca Giannone –autora superventas italiana– se hincha de firmar ejemplares de La cartera (Duomo) y novelistas como Javier Cercas, Dolores Redondo e Ildefonso Falcones deben salir escoltados de las paradas porque se les ha acabado el turno y tienen que irse, pero todavía tienen decenas de lectores haciendo cola, ávidos de su rúbrica (y quizá de un selfie), en la parada que comparten Club Editor y Arcàdia pots xerra gracias al que hemos podido leer recientemente, por primera vez en catalán, uno de los mejores libros de Theodor W. Adorno, Minima Moralia. No muy lejos, desde Ediciones del Subsuelo, Adan Kovacsics observa la indiferencia de los paseantes en su nuevo libro, El destino de la palabra, mientras comenta que acaba de poner punto y final a su nueva traducción al castellano de László Krasznahorkai, Herscht 07769, "una única frase de 400 páginas de extensión". Un veterano como Enrique Vila-Matas se ha quedado parado cuando un lector le ha traído siete novelas y le ha pedido que estampara la firma: "No ponga mi nombre, que quizá algún día me los venderé", ha admitido.
La increíble —y saludable— diversidad de Sant Jordi hace que casi un millar de autores hayan estado firmando libros en las calles de Barcelona. "En una parada me ha tocado entre Sara Mesa y Irene Solà, y así como ellas no paraban de firmar, yo no he firmado muchos", admitía Xavier Pla, que, sin embargo, ha conseguido que su biografía de Josep Pla, Un corazón furtivo, haya vendido más de 15.000 ejemplares en algo más de un año. A Núria Cadenes le tocaba firmar el reciente En carne y hueso (Ara Llibres) muy cerca del premio Goncourt Pierre Lemaître y ha terminado comprando un ejemplar de su última novela, Un futuro radiante (Bromera/Salamadra) para que se lo firmara. Juan Tallón ha observado desde la Ventanas cómo Manuela Carmena le "robaba todo el protagonismo": la exalcaldesa de Madrid ha publicado hace un par de semanas el libro de memorias Imaginar la vida (Planeta, 2025).
Mirar hacia los barrios y hacia las editoriales independientes
Amélie Nothomb, uno de los grandes reclamos internacionales de la jornada que habría vivido su primer Sant Jordi en Barcelona, falló por "problemas de salud de última hora", comentaban fuentes de su editorial, Anagrama. Zerocalcare ha acumulado colas de más de 150 metros en Universal Còmics, en el barrio de Sant Antoni. Axel Scheffler, el ilustrador de la popular serie deEl grúfalo —en catalán en Bruño— ha dibujado monstruos a decenas de niños y niñas en un maratón de firmas que ha empezado en la librería Punt y aparte y ha terminado en Fabre.
"Me hacen sufrir un poco las editoriales independientes, porque los grandes grupos están recuperando parte del mercado que habían perdido en los últimos años", comenta la crítica literaria Marina Espasa. Quizá por eso la periodista y escritora Eva Piquer daba este consejo a través de X: "Compre y regale los libros que le dé la gana, pero recuerde que existen también las editoriales independientes". Conscientes de que en medio de la multitud del centro de Barcelona tienen poco que hacer, algunos autores han preferido mirar hacia los barrios: así, Maria Guasch, que ha publicado recientemente Las pequeñas vampiras (L'Otra), ha ido hasta el Poble-Sec para firmar en la librería La Carbonera. "En el paseo de Gràcia, mientras va pasando la gente por delante y te mira allí sentada, esperando, te sientes un poco como una prostituta del barrio rojo de Ámsterdam", comenta con ironía.
Los grandes grupos arrasan
Por la noche, la Cámara del Libro ha hecho pública la lista provisional de títulos más vendidos. Aunque representen sólo entre un 5 y un 10% del total —en Sant Jordi llegan a venderse 70.000 títulos diferentes—, los resultados han confirmado las tendencias generales de las últimas semanas. Los tres grandes grupos editoriales del momento -Planeta, Penguin Random House y Abacus Futur- se han repartido los más vendidos tanto en catalán como en castellano. Las últimas novelas de Xavier Bosch, Joël Dicker, Sílvia Soler y Estel Solé han agujereado en la categoría de ficción catalana. En la no ficción, el primer puesto ha sido por el nuevo ensayo de Xavier Sala i Martín, seguido de los libros de memorias de Manel Vidal Boix y Toni Cruanyes. En español, María Dueñas ha sido la autora más vendida, seguida de Joël Dicker y Freida McFadden. En no ficción en castellano, en cambio, el libro sobre el papa Francisco de Javier Cercas ha liderado el ranking, ha ido seguido de un long-seller publicado hace casi cinco años, Hábitos atómicos, de James Clear, y el único libro publicado por una editorial media que se ha colado entre los tres primeros títulos en esta categoría, El puente donde habitan las papallones, de la neurocientífica y influencer Nazareth Castellanos, publicado por Siruela.