El largo viaje del cadáver de Primo de Rivera entre Alicante y El Escorial
Paco Cerdà rememora en 'Presentes' un episodio fundamental de la órbita espiritual del franquismo
'Presentes'
- Paco Cerdà
- Alfaguara
- 328 páginas / 20,90 euros
En este 2025 en el que conmemoramos el medio siglo de la desaparición física de Francisco Franco, hay voces interesadas –interesadísimas– que aseguran que no queda nada del caudillo en nuestra sociedad. Son voces que resuenan entremezcladas con las que proclaman, desde el Congreso de los Diputados, que la dictadura fue una época de paz y progreso o las que, desde la selva de internet, aleccionan a los jóvenes actuales para sumarlos al ola reaccionaria y ultra de medio mundo.
Y es que Franco, qué duda cabe, está más presente que nunca en el país que amordazó y violentó con mano de hierro durante 40 años. Y lo está para sus partidarios –ahora renovados– y también para sus enemigos y herederos de sus víctimas, muchas de las cuales todavía esperan una digna sepultura. La demostración de esto es, precisamente, el éxito de público que ha tenido un volumen que rememora un episodio fundamental de la órbita espiritual del franquismo: Presenta, del escritor valenciano Paco Cerdà.
Cerdà dedica su libro a relatarnos las vicisitudes de la columna fúnebre que, durante once días, transporta a pie durante 467 kilómetros el cadáver de José Antonio Primo de Rivera desde el cementerio de Alicante hasta El Escorial. Es una caravana lóbrega y fantasmagórica que atraviesa, en 1939, recién terminada la guerra, un país devastado.
La dialéctica "del puño y de las pistolas"
Para ser escrupulosos con la verdad, habrá que decir que José Antonio, a las puertas de lo que ya comprendía que era una muerte segura, tuvo el coraje de escribir unas líneas de concordia:Ojalá fuera mi la última sangre española que se vertiera en discordias civiles". Estas pocas palabras de su testamento redimen una vida dedicada a preconizar la "dialéctica del puño y de las pistolas", con los resultados por todos conocidos. Franco, por el contrario, murió matando: agonizando, como quien dice, todavía va firmar cinco sentencias de muerte.
Cerdà tiene un estilo preciso y documentadísimo. En sus páginas contrapone la verborrea de las figuras que acompañan y glosan el periplo del féretro del fundador de Falange con la vida y el sufrimiento de los olvidados de la historia, la media España que pasaba, ipso facto, en la clandestinidad. Porque junto a los cabecillas franquistas y sus cómplices están las vidas humildes y sufrientes de los presos republicanos, de los exiliados, de los maestros depurados, de las mujeres y las hijas de los fusilados. Todos están presentes en el circo ibérico de 1939, unos como víctimas y otros como victimarios. Para las primeras, la memoria es el único lujo que no podemos permitirnos ahorrarnos.