¿Otro modelo de lengua en la escuela es posible?
Docentes y expertos piden más implicación de la Generalitat, mejor formación y dar más valor a la lengua
No es una percepción ni una intuición: los datos no permiten el autoengaño . El retroceso del catalán es histórico y así lo constatan los estudios que ha hecho públicos últimamente la Generalitat. Y en inglés, continuamos a la cola de Europa.
Según los cálculos del ejecutivo, el uso del catalán entre el alumnado de 4º de la ESO para dirigirse a los profesores ha pasado de ser de un 56% en 2006 y un 53% el 2013 a solo un 39,4% este 2021. Tampoco se consigue un aprobado en inglés. España tiene el mismo nivel de inglés que hace diez años y hay una gran desigualdad en función del nivel socioeconómico de las familias.
Está claro que hay un problema, pero ¿cómo se puede revocar esta situación? ¿Qué tendría que cambiar para que el catalán volviera a ser la lengua de referencia para el alumnado, se mantuviera el nivel de castellano –que es equiparable al del resto del Estado – y se mejorara sustancialmente el del inglés?
¿Cambiar de lengua?
Hace pocos días, en una biblioteca pública, una clase escuchaba atentamente a la bibliotecaria. Tanto ella como la profesora hablaban en catalán, pero los estudiantes de primaria respondían, la mayoría, en castellano. “Los últimos diez o quince años ha cambiado todo mucho y actualmente el catalán se interpreta como una lengua familiar que no acoge. En el patio los estudiantes catalanohablantes se dirigen a los otros en castellano y cuando les preguntas por qué lo hacen responden que por educación”, afirma Cristina Juher, profesora de catalán de un instituto de Girona. Juher lamenta que los últimos años se han destinado muchos menos recursos en las aulas de acogida: “Esto ha sido un grave error y se tendría que cambiar”. Esta profesora de Girona reivindica que el profesorado no cambie tan fácilmente de lengua: “Es una cuestión de conciencia y de militancia; si no lo hacemos, los otros no se esforzarán por hablar en catalán, no lo considerarán una lengua necesaria”.
¿Se tiene que cambiar la legislación?
El primer problema que señalan expertos y docentes es que la ley no se cumple. "No hay ningún control, muchos profesores hacen la clase en castellano y nadie vela porque el catalán sea la lengua vehicular", dice Montserrat Martín, profesora de castellano en un instituto de l'Hospitalet de Llobregat. "Ni tan solo tengo claro que Ensenyament tenga los porcentajes reales de las clases que se hacen en catalán y en castellano", añade.
Martín cree que se tendría que intervenir mucho más desde fuera: "Si la dirección del centro interviniera mucho, sería como abrir la caja de los truenos, se crearían problemas de convivencia". De nada sirve ir redactando proyectos y normativas si quedan en papel mojado. "Hay leyes y planes que prevén muchas cosas, y si se hubieran aplicado, ahora veríamos las consecuencias, pero la cuestión es que no se han acabado implementando", afirma Montserrat Sendra, investigadora del Centro de Investigación en Sociolingüística y Comunicación de la UB. Ni siquiera, según Sendra, se usa la inmersión lingüística: "No hay que inventarse nada nuevo, el problema es que la inmersión no se aplica en general, se da por superada o se considera anticuada, pero continúa siendo necesaria".
Hay una cierta inercia y, desde los años ochenta y noventa, la sociedad ha cambiado mucho. Otros expertos, como el psicólogo y educador Jaume Funes, creen que sí, que hay de haber un zarandeo: “Se tiene que revisar el modelo lingüístico del sistema educativo en Catalunya del conseller Bargalló de 2018. Hemos dado por supuesto que la inmersión funciona de manera automática y hemos olvidado que el mundo cambia y la escuela también”, dice Funes.
Ni las escuelas ni los docentes tienen un ambiente muy tranquilo, y no es fácil trabajar cuando planea sobre sus cabezas la amenaza de una nueva batalla judicial: "Hemos estado tan ocupados defendiéndonos de los ataques al catalán que no nos hemos dado cuenta que lo estábamos perdiendo por otro lado", afirma Elena Sintes, socióloga de la Fundación Bofill. "Se tendría que actualizar el modelo de inmersión lingüística –afirma–. No hay una política lingüística clara ni liderazgo ni acompañamiento al profesorado y a las familias, y tendría que haberla, porque el momento es complejo". Juher cree que es necesario más blindaje: "Si detrás no hay una ley fuerte que nos ampare, no haremos nada".
¿Falta conciencia sobre la importancia de la lengua?
“No tenemos que perder los referentes, tenemos que recordar de dónde venimos; la apuesta por la inmersión lingüística y por introducir el catalán en las aulas implicó, en los ochenta, una gran movilización del movimiento vecinal y docente y generó un gran consenso, se querían dar las mismas oportunidades a todo el mundo y no segregar, sino crear un sentimiento de pertenencia –reflexiona Pilar Gargallo, presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica de Catalunya–. Si no encontramos sentido a lo que hacemos, lo perderemos todo”.
El Consejo Escolar de Catalunya presentará a finales de enero una sexagésima de propuestas para mejorar la situación del catalán en las aulas. "La lengua no es una cosa privada y las líneas de trabajo implican a todo el mundo: la Generalitat, los ayuntamientos, los centros educativos y las familias. Cuando se planteó la inmersión en los ochenta estaban muy alineadas, pero ahora están desactivadas", explica Jesús Viñas, presidente del Consejo Escolar de Catalunya. "El profesorado tiene que entender que tiene un papel capital y, sin su apoyo, perderemos el catalán", añade.
¿Hacen falta nuevas didácticas de la lengua?
En los últimos años se han introducido muchas metodologías nuevas en las aulas. Se ha pasado de las clases magistrales, donde el profesorado hablaba y los estudiantes escuchaban, a los trabajos en grupo. “Cuando se han hecho todos estos cambios se ha olvidado la perspectiva lingüística”, dice Montserrat Sendra. "La solución no es muy difícil. Cuando se programen las sesiones o los proyectos, se tiene que pensar en cómo se puede reforzar el catalán. Tendría que haber más prominencia de la oralidad; si no tienen las herramientas o la competencia, no podemos esperar que los chicos y las chicas la utilicen", añade.
“No se trata de enseñar una lengua solamente, sino también la cultura del lugar donde se vive, que esta riqueza cultural no sea solo patrimonio de unos pocos; llevar, si conviene, las artes escénicas, la música, el arte... a las escuelas”, asegura Gargallo. Separar por cuotas no es lo más adecuado a la hora de aprender una lengua. “El inglés se aprende usándolo, pero se hace hablar poco en las aulas. Tendríamos que trabajar en red con otros centros de Europa, hacer más intercambios. La lengua solo se aprende si se necesita”, añade.
Hay bastante consenso sobre el hecho de que enseñar una lengua como si fuera un objeto de estudio no da muchos buenos resultados. "Las clases de catalán para el catalán o de inglés para el inglés no funcionan –asegura Joaquim Arnau, miembro emérito del Institut d'Estudis Catalans–. Se tiene que enseñar la lengua a través de las diferentes materias. Si se hacen proyectos, integrar la lengua en estos proyectos y compartir criterios; no puede ser que el catalán se enseñe de una manera y el castellano o el inglés de otra. Hay proyectos para poderlo hacer, pero no se han extendido bastante entre la comunidad educativa", añade.
O no se extienden o quedan en papel mojado: “Hace un montón de años que se habla de un enfoque comunicativo, pero no lo veo demasiado en ninguna parte”, asegura Francina Martí, presidenta de la asociación de maestras Rosa Sensat. “Una lengua se tiene que querer, hay de haber un componente emocional, se tienen que crear vínculos y dar valor a la lengua", añade Martí.
Actualmente, sin embargo, el vínculo de los estudiantes con la lengua tambalea. Entre algunos alumnos de secundaria, el catalán es percibido como complicado y el castellano está visto como la lengua guay: “A veces es percibido como una lengua tiquismiquis, alejada de la lengua hablada. No digo que se tengan que eliminar los pronombres débiles, pero sí quizás ser más flexibles”, dice Juher.
¿Se tiene que mejorar la formación de los docentes?
El nivel de inglés de los catalanes es un poco superior al de la media española, pero todavía está muy lejos de los estándares europeos. Si las familias no reforzaran este nivel de inglés fuera de las aulas, la media sería mucho peor. Al menos esto se desprende de los estudios que ha hecho la Fundación Bofill. "El inglés no se aprende en la escuela, se aprende de manera desigual fuera de las aulas, y esta desigualdad es mucho más grande que en otras materias", dice el sociólogo de la Fundación Bofill Miquel Àngel Alegre.
En Catalunya hay 5.430 centros educativos, y no hay ni dos docentes por centro que puedan dar clases en inglés. Y uno de los requisitos es precisamente que haya más docentes que puedan explicar una materia en inglés. "Se tendría que hacer inglés desde edades tempranas y la enseñanza tendría que ser transversal, que el alumno lo utilizara en diferentes proyectos, pero para que esto sea posible se tienen que fortalecer los departamentos de terceras lenguas, tendría que haber más especialistas y más horas", asegura Alegre.
"Necesitamos mejorar la formación del docente desde el punto de formación lingüística garantizando que tenga un buen dominio de la lengua, porque es su herramienta de trabajo, y más formación sociolingüística, un requisito que se ha olvidado bastante los últimos años: esta formación es necesaria para tener herramientas para gestionar según qué situaciones", afirma Montserrat Sendra.
Miquel Strubell, director de la Cátedra de Multilingüismo de la UOC, lamenta que actualmente la universidad no tiene en cuenta el multilingüismo a la hora de formar a los maestros: "Los planes de estudio están hechos por un supuesto mundo monolingüe, no hay bastante formación en técnicas de inmersión ni para gestionar la diversidad".