Crítica de teatro

¡Para disfrutar de la palabra filosófica!

'El sobrino de Rameau', en el Teatro la Gleva, cuenta con la excelente dramaturgia de Ramon Simó magníficamente servida por Francesc Marginet y Xavier Ripoll

Una escena de la obra 'El sobrino de Rameau'.
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'El sobrino de Rameau'

  • Autoría: Denis Diderot
  • Dramaturgia y dirección: Ramon Simó. Intérpretes: Francesc Marginet y Xavier Ripoll

Denis Diderot (1713-1784) no vio publicado en vida el manuscrito deEl sobrino de Rameau, parece que por miedo, ya que se trataba de una sátira de la alta sociedad francesa de la época y tenía la mala experiencia que le llevó a la cárcel con la publicación de Carta sobre los ciegos para quienes ven, en la que exponía su desinhibido ateísmo.

Diderot plantea la obra como un diálogo entre un filósofo, que es él mismo aunque sólo lo identifica con un yo, y el sobrino del gran compositor Jean-Philippe Rameau, que sale al título pero que identifica como él. Es un diálogo que confronta el humanismo de un filósofo que actúa pensando en los demás con el egoísmo y oportunismo de un pobre músico que malvive del pienso de la diletante sociedad parisina.

Diderot era un filósofo comprometido y rompedor que entendía su trabajo como la confrontación con lo establecido. Y resulta que lo que se escribió hace casi trescientos años resuena ahora con toda la fuerza y ​​contundencia en la excelente dramaturgia de Ramon Simó, magníficamente servida por Francesc Marginet y Xavier Ripoll en una propuesta que da gusto de escuchar .

Una propuesta ascética estéticamente contemporánea en la que reina la palabra bien dicha al servicio de reflexiones sobre la música, la educación, el matrimonio, las mujeres, el dinero y sobre todo la pantomima social y el egoísmo de los aristócratas y la curia de la época, nada lejos de las actitudes actuales de gobernantes y fraudulentas celebridades que nos rodean.

La dramaturgia de Simó conserva los referentes personales franceses del original, que documenta con proyecciones textuales y con un punto de atención bien redondo para que cada espectador imagine un alter ego contemporáneo. Una solución que en mi opinión perjudica un poco la vivacidad de una conversación de altura literaria y profundidad filosófica que exige un espectador muy atento. En cualquier caso, un pequeño inconveniente que no modifica la excelencia de esta recomendable. propuesta tan diferente a la cartelera teatral de Barcelona, ​​poblada de banales entretenimientos, y que coincide con la no menos interesante conversación entre Voltaire y Rousseau que Josep Maria Flotats ha presentado durante las fiestas en el Romea ¡Viva la filosofía!

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