De los duendes de la imprenta a las intromisiones de la informática
Joan Subirà i Rocamora (1930-2017) fue cura y fue periodista. Su firma abrió el primer diario Hoy, el día de Sant Jordi de 1976. Él, cura progresista y catalanista, pretendía titular la noticia sobre un conflicto laboral "La policía ya reparte leña a los huelguistas", pero el franquismo que reinaba después de morir, como el Cid y mujer Inés de Castro, aconsejaba al nuevo diario no salir rojo además del catalán huelga".
Pero Subirá, alias Puja, era tan travieso como su seudónimo Guillermo del Mundo y hizo otra para los anales de lo que en castellano eran los "duendas"de la imprenta y en catalán –sigo Santiago Albertí– los "folletos", epigrafiados en el singular del diccionario como "espíritu travieso". A estas entidades metafísicas de la fábula, el periodismo les endosaba palabras o frases que eran verdaderas chapuzas pero que no siempre se podían detener a veces de emergen publicados. arrebato en una noticia sobre el incendio de un convento –por fortuna sin víctimas– que le habían pedido alargar porque venía corta, y él escribió que las monjas habían quedado "fumadas", "socarrimadas", "escalivadas"... La pieza se había dado por buena sin leerla, a lo corrector no se hubiera quedado azorado y hubiera avisado.
Josep Maria Casasús, autor de nuestra sección Antes de ahora, en su función de Defensor del Lector de La Vanguardia, había empezado a encontrarse con las primeras regeneraciones informáticas de los ectoplasmas de los duendes. En su pieza de 17 de diciembre de 2000, ya titulaba "La Informática no se excusa", a cuento de un artículo del periodista –ahora diputado en el Congreso– Francisco Marco Álvaro en el que se calificaba de "estalinista" a una persona que nunca había sido ni comunista, Manuel Ibáñez Escofet, y regalo creativa" por "civilidad curativa", "semitismo" por "esquematismo", "reconstructor lúcido" por "reconstruido lúcido", "filas y fiabas" por "fobias y filias", "ábrelos" por "haberlos"... La memoria de "la personalidad más relevante del periodismo catalán de posguerra" reduce Álvaro, girando como un calcetín el sentido positivo de su artículo. El responsable técnico fue un corrector automático de primera generación que en según que dudas se guiaba por aproximaciones fonéticas.
Hoy que la informática ha avanzado a velocidad exponencial, los viejos errores han quedado obsoletos, pero sin embargo surgen otros nuevos y el problema es que a veces la inteligencia artificial se impone a la humana y ocurre lo que el suscriptor Miquel Barceló me traslada:
"Señor Batista, soy suscriptor del ARA y veo con cierta indignación que este diario haga publicidad masiva de una estafa. Me refiero al anuncio falso de una entrevista inexistente con Amancio Ortega sobre unos fondos de inversión que son una estafa. Lo denuncié en el mail de contacto pero ni respondieron ni han rectificado. sobre este caso que está perjudicando a mucha gente que se lo cree y que pidan perdón por todos estos meses de publicación de una noticia falsa.
Los servicios informáticos del ARA me explican que el problema que plantea el lector Barceló es publicidad programática que afecta no a los clientes propios sino a los de Google; es una publicidad automática que se va bloqueando en la medida de lo posible. En definitiva, y según otras consultas que he ido haciendo, ninguno de los actores mencionados son responsables de la patología informática en cuestión: ni Amancio Ortega, ni Google, ni el ARA... Los malos de esta película son los duendes 3.0 que se resisten a dejar en paz el buen periodismo. Sea como fuere, el diario es sensible a la petición del sr. Barceló, le agradece que nos llame la atención e irá avanzando en la protección de sus lectores frente a los hackers. Pero, en esta tesitura, entiendo que siente el ARA también una víctima –¡no menor!–, no es necesario que pida perdón, en un contexto más general donde sería bueno limitar civilmente el concepto de culpa.
Vargas Llosa, entre la persona y la obra
El lector Xavier Jordà me escribe a cuento del deceso de Mario Vargas Llosa y la polémica que aflora cada vez que la personalidad de un autor colisiona con su obra a juicio de quienes no piensan como él.
Jordà considera bueno el tratamiento periodístico que ha hecho el ARA y elogia los artículos de Carla Fajardo y Amparo Molinero. En similar registro, unos días después, J. Ernesto Ayala-Dip escribió "Vargas Llosa, reaccionario y tolerante". El lector señala con precisión la dualidad:
" […] Una cosa es criticar al señor Vargas Llosa por su actitud hostil hacia el independentismo, y la otra tildarle de diestro (que no lo era) e incluso fascista (seguro que no han leído ninguno de sus libros ni artículos). gobierno Zapatero? ¿Habrá que recordar que escribió un monumento al nacionalismo irlandés en El sueño del celta, habrá que recordar que escribió una denuncia brillante contra todo tipo de dictaduras en La fiesta del Chivo?"
Añado que Vargas Llosa estuvo en una de las reuniones preparatorias del histórico encierro de intelectuales y artistas en Montserrat, de diciembre de 1970, contra las seis sentencias capitales del proceso de Burgos a los militantes de ETA acusados de la muerte del comisario de la Brigada Social Melitón Manzanas, arquetipo de los tortos. Vargas Llosa también subió al monasterio el primer día del encierro e incluso hizo un parlamento. De ese precedente unitario surgió la idea de la Assemblea de Catalunya.
El problema que me remite el lector Jordán no afecta pues a la redacción, sino a los comentarios de algunos lectores en el formato electrónico, en los que detecta "bajeza moral y falta de humanidad"; concluye: "En fin, me he llevado una fuerte decepción por parte de algunos lectores de mi diario, del ARA. ¿Puede actuar de alguna forma para que estos comentarios no ensucien nuestro diario?"
He leído los sesenta y un comentarios, y la valoración general es que predomina la discrepancia expresada en términos que, gusten poco o nada, encajan en el garantismo de la libertad de expresión, y que algunos aportan datos y desarrollan la idea genérica de la divergencia entre persona y obra. Anoto que, efectivamente, hay una franja friki –digamos– con expresiones tipo el pareado "Muerto el perro, muerta la rabia, a hacer puñetas y mucho cava" o, en este caso desde el refranero catalán, "A cada cerdo le llega su San Martín", o los charones "Como persona no era más que un pedazo de mierda con patas" y "Un desagradecido lameculos de la ñordería más intolerante".
El diario ARA tiene filtros para evitar el insulto, pero no puede traspasar la frontera de la libertad de expresión. Entiendo que está legitimado para invocar la jurídica "igualdad de armas" y pedir a los lectores lo que pide a sus redactores, empezando por la identificación y no ampararse en el atasco de un sobrenombre para decir el nombre del cerdo al que va a cara descubierta. La cuestión, sin embargo, quiere una profunda reflexión que atraviesa la trayectoria de esta sección y que estoy trabajando casi desde el primer día que ejerzo la función de Defensor del Lector, y me comprometo a, al menos, dar puntos de vista expertos que ayuden a clarificar el perímetro deontológico de las opiniones de los lectores en el formato digital.
Sobre el sesgo ideológico como criba del gusto estético, sería inexcusable no citar la referencia potenciada al infinito de Ezra Pound, comprometido con el fascismo italiano y las fuerzas del Eje y sin embargo valorado como uno de los mejores poetas de la historia. Añado que, en el orden musical, si la Barcelona melómana hubiera considerado que Woody Allen tiene razón con lo de "cada vez que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia", no habríamos sido la primera capital de su gran música después de Bayreuth y seríamos unos fachas recalcitrantes.
El Defensor del Lector presta atención a las dudas, sugerencias, críticas y quejas sobre los contenidos del diario en sus ediciones digital y en papel, y cuida de que el tratamiento de las informaciones sea conforme a los códigos deontológicos.
Por contactar con el Defensor del Lector puede enviar un correo electrónico a eldefensor@ara.cat o grabar un mensaje de no más de un minuto al número de WhatsApp 653784787. En todos los casos, es necesaria identificación con nombre, apellidos y número de DNI.