Cuando meta la mitad de las que tiene, fliparemos: los apuntes en caliente del Atlético de Madrid - Barça
Habrá clásico en la final de Copa después de un triunfo azulgrana por la mínima en el Metropolitano


BarcelonaVictoria del Barça en el campo del Atlético de Madrid. Los azulgranas son finalistas de la Copa del Rey. A continuación, unos apuntes en caliente.
Saber sufrir. El triplete, que sería el tercero en dieciséis años, sigue latiendo con fuerza en el corazón de los culés. El Real Madrid también aspira, pero las sensaciones de los azulgranas son diametralmente opuestas a las de los blancos, que transmiten poca solidez y parecen capaces de hacer higo en cualquier escenario. En el Metropolitano, los discípulos de Flick sublimaron la propuesta en la primera mitad y se limitaron a sobrevivir en la segunda. Sin embargo, no puede decirse, ni siquiera insinuar, que el botín alcanzado frente a los de Simeone sea injusto ni siquiera excesivo. Todo lo contrario: el sufrimiento del Barça fue noble y con cimientos. Mención especial para Kounde e Iñigo Martínez, imperiales en esa tímida agonía.
Será un arma de destrucción masiva. Con 17 añitos, Lamine Yamal es el mejor exponente del Barça. Con el permiso de Pedri, no existe un futbolista azulgrana tan determinante –tanto por presencia como por ausencia– como el extremo de Rocafonda. Lo normal es que pugne por el Balón de Oro y, según cómo, quizá lo gana. No por recurrente debe obviarse el prodigio. No por costumbre hay que olvidar que quien hace soñar con el barcelonismo es menor de edad. Solo pensar que Lamine soplará 28 velas en el 2035 muestra lo brutal que los rivales le sufran hoy como si fuera el demonio y que mejore absolutamente todas las jugadas que pasan por sus piernas. Cuando marque la mitad de las que tiene, fliparemos.
Una roja muy clara. Si la emoción se mantuvo en la segunda parte es porque el Barça no aprovechó todas las ocasiones la primera y también porque Munuera Montero, que situó el listón de las tarjetas bastante bajo desde el primer minuto, perdonó una tarjeta roja que vio a todo el mundo menos él. Azpilicueta entró de forma violenta en Raphinha, vio la amarilla y el VAR llamó al colegiado andaluz para que revisara el castigo al alza. Es cierto que era apenas la primera falta del duelo y que la eliminatoria habría perdido la gracia, pero ¿desde cuándo el reglamento se aplica teniendo en cuenta esta variable?
El equipo aguanta el club. Quizá suena tópico, pero es exactamente así. Se decía con razón cuando Messi sumaba récords y lideraba un Barça que ganaba Ligas con una autoridad insultante mientras la junta de Bartomeu dirigía la entidad de forma temeraria en los despachos y tribunales. La máxima también aplica viendo al actual Laporta manejando el victimismo que tan criticaba a Núñez por explicar el enésimo juego de manos financiero. El mandatario azulgrana no tiene quien le audite las cuentas, se relaciona con proveedores extraños, ha silenciado la crítica en Montjuïc, se ha pasado de optimista con el Camp Nou y está imputado por presunta estafa. A cambio, tiene la suerte de haber fichado a Flick y un carisma muy ruidoso. Cuando la pelota deje de entrar, ¿quién le tapará las vergüenzas?