En plena resaca de la fiesta de los 18 años de Lamine Yamal, el Barça inició el domingo la pretemporada. Hansi Flick está contento porque muchos de sus jugadores han hecho trabajo físico durante las vacaciones y no deberá exprimirlos tanto como el año pasado antes de entrar en materia. También estará encantado de conocer nuevos talentos de La Masia como Jofre Torrents o Juan Hernández sin miedo a subirlos al primer equipo si se lo ganan en el césped. El alemán da oportunidades a los jóvenes por convencimiento, pero también por necesidad, ya que la economía lo embadurna todo. El más caliente está en el fregadero con el refuerzo que el equipo necesita para el ataque, en el que los técnicos solo tienen a cuatro futbolistas para tres posiciones. E incluso Joan Garcia, la única cara nueva que el club ha anunciado para el próximo curso, no está inscrito por culpa de la losa del fair play financiero, todavía no resuelta.
En las seis semanas que quedan para que cierre el mercado, el Barça debe recuperar primero la famosa norma del 1:1, que está directamente relacionada con la reapertura parcial del Camp Nou, y después construir espacio salarial para que el guardameta de Sallent y Wojciech Szczęsny –con contrato nuevo– puedan estar inscritos antes del estreno de la Liga. Para el segundo menester, la clave la tiene Marc-André ter Stegen, a quien se señala desgarradoramente desde hace más de un mes para que haga las maletas. La salida del alemán, que de momento sólo hace trabajo específico en el gimnasio, es perentoria para que el club pueda actualizar la portería y aspirar a inscribir el extremo que debía ser Nico Williams y que todo apunta a que será Marcus Rashford. Pero el capitán sabe que tiene la sartén por el mango, tres años más de contrato y que el tiempo va a su favor hasta el punto de que si las soluciones se demoran, se plantará en la jornada 1 con opciones de ser titular.
La sonrisa retadora de Ter Stegen es un pulso en toda regla para Deco y compañía, que se exponen a tener que hacer otros movimientos menos agradables para cumplir con Joan Garcia y ejecutar la planificación prevista. Pero el Barça no está solo con ese tipo de batallas internas. En el Real Madrid, ahora de vacaciones después de que Luis Enrique le pusiera frente al espejo, también hay bastones para jugadores que hoy sobran después de haber sido importantes en éxitos recientes. En el Bernabéu se impone la necesidad de vender a Rodrygo Goes para que pueda llegar la pieza que Florentino, obsesionado con Mbappé, consideró prescindible tras la retirada de Toni Kroos. Si el delantero brasileño se va y Xabi Alonso puede reclutar a un mediocentro en condiciones, el equipo blanco dará mucho más miedo. Por tanto, sólo podemos decir una cosa: aguanta, Rodrygo, aguanta.