Pasquis, Barru y la idea

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Joan Laporta, durante la rueda de prensa al Auditorio 1899

“Usted, que le dijo esta semana a Koeman «Tú no eres mi preferido, dame tiempo para buscar un sustituto», ¿cree que la relación podría funcionar si al final Koeman sigue?”, le preguntó el periodista Edwin Winkels a Joan Laporta. Y el presidente, visiblemente incómodo, contestó con un sí, sin más. Antes, Laporta había comenzado la rueda de prensa enviando un mensaje de ánimo al entrenador porque menudo susto les había dado el día antes cuando tuvo que ir al hospital. Claro que unas horas después el propio Koeman le desmintió con un tuit en el que afirmaba estar bien de salud y su agente apuntó que era una formalidad, un control rutinario. Es decir, que el presidente, en su afán por vender que tiene una relación excelente con el técnico, incluso se atrevió a dar información errónea sobre su estado de salud. Todo vale.

Vale también llamar "Pasquis" a Xavier Pascual al que le conocen como "Pasqui", sin la ese final, para transmitir una familiaridad y una amistad que no es tan íntima cuando además le acabas de poner de patitas en la calle. "Pasquis"… y "Barru" por David Barrufet, con el que habló por teléfono -dijo- omitiendo el pequeño detalle de que lo hizo tres días después de despedirle a través de Xavier Budó, recién llegado al club en el que "Barru" lleva 37 años. Son detalles, sí. Y habrá a quien no le parezcan relevantes, pero son los detalles sin importancia los que precisamente revelan lo que el interesado se empeña en esconder o disfrazar. 

No hay decisión más trascendente para un presidente que elegir al entrenador del primer equipo de fútbol cuando además has anunciado un final de ciclo. Y aquí Laporta sigue jugando. Tuvo tiempo de sobra durante la precampaña y campaña para idear un proyecto y, a la vista está, no lo hizo. Esperar a ver qué pasaba en los cuatro últimos partidos de Liga, deslizar sus sueños húmedos con un Guardiola que zanjó el asunto enseguida afirmando que seguiría en el City, o telegrafiar sus reuniones con Koeman (la última duró 28 minutos) para decirle que no es su preferido, son señales claras de improvisación. Y fue la idea lo que le funcionó la primera vez, la apuesta firme por arriesgada que fuera. Ahora, más allá de la lona al lado de un Bernabéu en obras, y después de dos meses y medio en el cargo, se aferra al carisma de antaño mientras llama "Pasquis" a "Pasqui". Y cree que le vale. 

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