Alimentación

El otro gran déficit europeo: le falta producir el 17% de las calorías que consume

El Viejo Continente sigue lejos de alcanzar una completa autonomía alimentaria

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Campos de soja en Brasil, en una imagen de archivo. Uno de los primeros proyectos elegidos por Nactiva quiere apostar por una alternativa en el Mediterráneo.

L'Hospitalet de LlobregatLa Unión Europea está decidida a conseguir la neutralidad climática de aquí a 2050. Para lograrla, promueve el Pacto Verde Europeo, que incorpora medidas para que el sector agroalimentario también tenga un comportamiento más sostenible. Esta voluntad ha llegado justo cuando el cambio climático y las crecientes tensiones geoestratégicas, como la guerra de Ucrania, han puesto sobre la mesa las fragilidades que arrastra el sistema alimentario europeo, como las dificultades para garantizar las cosechas a causa de la sequía o por contener la escalada de precios que ha favorecido a la guerra. Después de experiencias como la falta de mascarillas cuando estalló la cóvida, Europa busca ahora cómo garantizar su autosuficiencia alimentaria a la vez que hace la transición verde.

El último toque de alerta sobre las vulnerabilidades del sistema alimentario europeo proviene de un estudio científico de la Fundación Triptolemos, que ha analizado el balance entre las calorías producidas y las consumidas en la UE. El estudio, presentado en la feria Alimentaria, celebrada la semana pasada, se centra en las calorías que se obtienen de la fotosíntesis (como el cultivo de vegetales, tanto para la alimentación humana como para otros destinos, como la ganadería intensiva), así como las obtenidas de otros recursos naturales (desde la pesca de altura a la miel o las setas) y se le resta el consumo que se hace, desde el humano (despilfarro incluido ) al destinado a la producción de carne o incluso a los animales de compañía.

El resultado es que Europa tiene un déficit de producción de calorías per cápita del 17%. Ha contribuido el incremento del bienestar que ha llevado a consumir más comida de la necesaria, el desperdicio o la exportación, y todavía puede ir a más. El estudio advierte que el Pacto Verde puede conducir a una disminución de la producción agrícola y ganadera –el incremento de la producción ecológica o la disminución del uso de pesticidas y fertilizantes implican rebajar la productividad–, lo que aumentaría "peligrosamente" el déficit de calorías, que podría aumentar precios –ensanchándose la brecha entre los consumidores acomodados y los más pobres que no pueden permitirse determinados alimentos– y la necesidad de importar de terceros países que pueden no guiarse por los mismos requisitos que la UE establece en el Pacto Verde.

Menos dependencia exterior

Con el estudio en mano, el jefe de unidad adjunto a la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea, Ricard Ramon, asegura que el objetivo del Pacto Verde de avanzar hacia un modelo más sostenible "nadie lo pone en cuestión", pero reconoce que lo que sí ponen en cuestión es cómo y cuándo hacerlo. La clave, dice, es garantizar la capacidad productiva europea y al mismo tiempo mantener la Autonomía Estratégica Abierta, que significa cooperar con el resto del mundo, pero sin perder autonomía en ámbitos como la agricultura.

"Hay una serie de productos estratégicos que no podemos permitirnos tener que depender de potencias extranjeras", defiende. Según Ramon, "la disponibilidad alimentaria está garantizada" en Europa y es exportadora limpia en aceite, cerdo, vino y productos de alta calidad, pero al mismo tiempo las crisis que se encadenan últimamente revelaron su "gran debilidad", porque "depende de una serie de materias estratégicas que en cualquier momento impactan en los precios y provocan un choque en la capacidad productiva".

La UE es dependiente en fertilizantes, cuya producción ha estado muy sujeta al gas ruso, y en materias primas necesarias para la cadena alimentaria, como la soja, de la que sufre un notable déficit y hay que importarla de América Latina. Además de procurar reducir la dependencia exterior de los fertilizantes y la soja, Europa valora autorizar el uso de nuevas técnicas de edición genética de plantas para realizar sus cultivos más competitivos.

Evitar nuevas desigualdades

Mientras, los consumidores piden más productos respetuosos con el medio, pero al mismo tiempo se decantan por los más baratos. Ramon admite que los poderes públicos deben encontrar "los instrumentos adecuados para informar mejor al consumidor y alentarle a adoptar las buenas decisiones, respetando el libre mercado".

Con el fin de incrementar la transparencia de los precios de los alimentos, Bruselas está a punto de lanzar un observatorio de costes de producción, márgenes de beneficio y prácticas comerciales de la cadena alimentaria. "Un aumento en los precios de los alimentos va en el sentido contrario de la sostenibilidad", avisa, y añade que es necesario ser capaz de rebajar la inflación alimentaria para evitar que haya consumidores de primera y de segunda: "No podemos permitirnos un consumo a dos velocidades", asevera.

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