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Carlos Torres se la juega en la gran paradoja de la opa

El presidente del BBVA, confirmado recientemente en el cargo, puede encontrar más riesgos para su continuidad cuanto más adelante la compra del Banc Sabadell

El presidente del BBVA, Carlos Torres, en Bilbao.
31/03/2025
3 min
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BarcelonaCuando el BBVA presentó la opa sobre el Banc Sabadell, en el sector financiero hubo una expresión unánime: "Pobre Carlos Torres, si falla en la segunda". Era la primavera del 2024 y en los despachos de poder catalanes recordaban el intento fallido del 2020 del presidente del BBVA. Entonces, en plena crisis de la covid, el banco catalán tocaba fondo, con la acción a 26 céntimos, y el banco de origen vizcaíno quiso comprarlo.

Después de meses de negociaciones, que llegaron tan lejos que incluso se estaba haciendo la due diligence del banco catalán, se rompió todo. Las fuentes financieras consultadas apuntan a que un problema fue el precio (el BBVA ofrecía cerca de 2.200 millones, cuando Josep Oliu, presidente del banco catalán pedía unos 2.500; el banco catalán hoy está valorado en 13.900 millones) y, en segundo lugar, hubo una desconfianza insalvable entre los presidentes de las dos y BBVA ocultó la venta de su filial americana, algo trascendental en la valoración del banco y en la ecuación de cambio de las acciones.

Es por ese primer intento no exitoso que muchos consideraban que si Torres fallaba en la segunda, su continuidad en el banco quedaría muy tocada. El ARA, de hecho, preguntó por este punto a Torres en una rueda de prensa y el financiero madrileño contestó que no teme por su continuidad y que presentó la opa en beneficio del accionista. Meses después se reafirmaba en el mensaje: "No tengo ninguna intención de dimitir", dijo en enero, cuando se le preguntó sobre la posibilidad de que la operación hostil sobre el Sabadell no prospere.

El tiempo ha ido pasando y el hecho es que la semana pasada, en la junta general de accionistas, Carlos Torres vio ratificada su gestión y aprobada su continuidad en el banco durante tres años más. Su cargo, contrato en mano, no peligra.

Pero siempre hay un pero.

Fuentes financieras consultadas por este diario explican que, de facto, el principal peligro para la continuidad de Torres, que el pasado año ganó 8,3 millones de euros, pasaría, curiosamente, no por una eventual derrota en la opa, sino por un éxito.

Estas voces explican que los accionistas del BBVA valoran positivamente y como un intento de mejorar el banco el intento de compra del Banc Sabadell. En caso de que la operación no prospere, Torres sería juzgado por un intento bienintencionado. ¿Cómo podría romperse la opa? Habría dos escenarios: por un lado, que se llegue a la votación y los accionistas del Banc Sabadell que aceptan la opa no lleguen al 50% porque encuentran que la oferta no es suficientemente buena. La segunda opción pasaría por las medidas contra la operación que adopten bien el gobierno central o Competencia. Este último caso parece improbable –se da por hecho que la CNMC impondrá unos compromisos fácilmente asumibles por el banco de origen vizcaíno, en contra de lo que reclamaba el Sabadell.

El escollo del gobierno sí es difícil para el BBVA, porque el ejecutivo de Pedro Sánchez ha sido desde mayo del año pasado duro y explícito en su rechazo a una operación que dejaría solo a tres grandes bancos en España. Del consejo de ministros podría salir la decisión de prohibir la fusión de ambas entidades, lo que haría que el Sabadell cambiara de manos, pero que de cara a los clientes siguieran existiendo dos marcas financieras diferenciadas. Un banquero veterano que pide mantenerse en el anonimato explica que "los accionistas del BBVA entenderían que en un caso así la opa se retirara sin reproche alguno a la cúpula".

¿Y si la operación sale adelante? Paradójicamente, es aquí donde Torres comienza a pisar terreno pantanoso. Puede darse el caso de que el BBVA mejore la oferta actual, cuando desde hace semanas la prima del intercambio de acciones está en negativo, lo que significa que los accionistas del Sabadell perderían valor si hicieran el canje. Si lo hace, puede haber un efecto bumerán: el mercado podría reaccionar negativamente y derribar la acción del propio banco vizcaíno, que ha reiterado en docenas de ocasiones que no mejoraría la oferta porque no tiene margen para hacerlo. Y si la acción del BBVA cae, la labor de Torres puede verse cuestionada.

También podría ocurrir que llegue a buen puerto la opa en un escenario de bancos no fusionados, escenario que Torres ha señalado como posible en varias ocasiones. En este caso, que puede venir impuesto por el gobierno, el BBVA no podría beneficiarse de las sinergias millonarias que acompañan a la reducción de personal habitual en estos procesos, por lo que toda la operación perdería parte de su sentido económico. Son los temidos "riesgos de ejecución" de una operación a la que Carlos Torres ha fiado el crecimiento del BBVA, y que ponen en riesgo incluso su continuidad en el banco.

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