Política monetaria

El BCE resiste y se da cuatro meses antes de tocar los tipos

Lagarde vuelve a descartar un encarecimiento del precio del dinero a pesar de la subida de la Fed

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Christine Lagarde, presidenta del BCE.

BarcelonaEl Banco Central Europeo mantiene el guion de los últimos meses. Su presidenta, Christine Lagarde, ha vuelto a descartar este jueves una subida de los tipos de interés a pesar de la escalada de precios generalizada en toda la zona euro. La institución monetaria no se dejará influir pese a los incrementos del precio del dinero aprobados por otros bancos centrales del mundo, el último este mismo miércoles en Estados Unidos.

Lagarde no se ha movido ni un milímetro de lo que dijo hace apenas una semana: el BCE descarta cualquier aumento de los tipos de interés antes del tercer trimestre de este año, cuando acabarán las compras extraordinarias de deuda pública aprobadas para estimular la economía durante la pandemia. El programa extraordinario aprobado en abril del 2020, el llamado PEPP, se extinguirá a finales de este mes de marzo, pero el BCE compensará el fin de la medida con incrementos de su programa habitual, el APP, que se mantendrá hasta finales de junio.

Mientras haya estas adquisiciones adicionales de deuda, pues, los tipos no se moverán de los mínimos históricos del 0%, donde están desde el 2016. De hecho, Lagarde tampoco ha asegurado que la subida de los tipos tenga lugar justo al acabar las compras de bonos, y en la última reunión del BCE dejó la puerta abierta a mantenerlas durante el tercer trimestre o a crear "nuevos instrumentos" si caía la inflación. "Estamos a punto para ajustar la medida y la duración de las compras", ha afirmado Lagarde en una conferencia en Frankfurt (Alemania).

El impacto de la guerra en Ucrania es el principal foco de incertidumbre para el BCE, por lo cual la institución está dispuesta a adaptar su política en función de cómo evolucione el conflicto. "Mantenemos abierta la opción de tomar las medidas necesarias si las consecuencias económicas de la guerra se intensifican e interrumpen el actual camino de la recuperación", ha añadido.

El debate sobre los tipos de interés

Una subida de los tipos de interés –también llamado precio del dinero– es una medida habitual cuando los precios se disparan –como está pasando estos últimos meses–, puesto que incrementarlos supone encarecer el crédito y, por lo tanto, reducir el consumo familiar y la inversión empresarial. Esta lógica es la que han seguido en EE.UU. y en el Reino Unido sus respectivos bancos centrales, la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra, que ya han aumentado los tipos.

La zona euro y estos dos países tienen en común que desde hace más de medio año los precios han crecido a un ritmo elevado. "La energía y la comida representan, de media, unos dos tercios de la inflación desde junio del año pasado", ha explicado Lagarde. El BCE espera cerrar el 2022 con una inflación del 5,1% de media en los países del euro, a pesar de que los peores escenarios prevén que supere el 7%,. Cifras muy superiores a las de los últimos años, cuando la inflación se quedaba bastante por debajo del 2%, el objetivo que se marcan la mayoría de bancos centrales.

"La oferta no ha podido alcanzar la demanda cuando la economía mundial se ha reabierto" después de los confinamientos del 2020, ha indicado Lagarde. La escasez de ciertos productos –sobre todo materias primas y componentes, como los microchips– y los problemas logísticos han provocado desabastecimientos que todavía persisten y que han comportado un encarecimiento de muchos productos y, a la vez, la parada o frenazo de la actividad en algunas industrias, como la automoción.

La guerra en Ucrania ha encarecido todavía más el petróleo y el gas natural en Europa, que depende energéticamente de Rusia –EE.UU. exporta energía– y provocará escasez de trigo, potasio –indispensable para hacer fertilizantes– y materias primas necesarias para la industria tecnológica, como el paladio, el neón, el vanadio o el cobalto, del cual Ucrania o Rusia son productores. Esto impactará de pleno tanto en las cuentas de resultados como en la capacidad de producción de muchas empresas y se traducirá en más subidas de precios.

El argumento del BCE

Ahora bien, hay diferencias notables que explican la calma del BCE para adoptar unas medidas que norteamericanos y británicos ya han tomado de manera decidida. En EE.UU., donde el mercado laboral es más flexible, la inflación se trasladó a la demanda mediante un aumento de los sueldos. En cambio, la economía europea avanza a paso firme, pero el mercado de trabajo todavía no está plenamente recuperado, según el BCE.

En Europa, una subida de tipo provocaría que a los aumentos de costes que sufren las empresas en forma de encarecimientos de la electricidad y las materias primas se sumara una contracción de la demanda, lo cual retardaría todavía más la recuperación. En muchos estados de la UE –España sería uno de los principales ejemplos–, las crisis acostumbran a disparar el paro.

Además, muchos gobiernos europeos –también en este caso España está entre los afectados– tienen un elevado nivel de deuda. Aumentar los tipos provocaría también un encarecimiento de los intereses de esta deuda.

El Banco de Inglaterra también sube los tipos, pero rebaja el tono

El Banco de Inglaterra, el banco central del Reino Unido, ha subido este jueves los tipos básicos de interés por tercera vez desde el estallido de la pandemia. Así pues, el incremento de un cuarto de punto sitúa ahora el tipo básico en el 0,75%, el mismo nivel que en en marzo del 2019, cuando llegó a Europa el coronavirus.

No obstante, la institución monetaria británica ha rebajado el tono sobre futuras subidas y ha descartado un aumento de los tipos hasta el 2% de manera rápida. Los miembros del comité de política monetaria –el órgano interno encargado de decidir las políticas del Banco– temen que la fuerte inflación y los elevados precios de la energía afecten la capacidad de compra de las familias y contraigan la demanda y, por extensión, frenen el crecimiento de la economía. Es por eso que han aumentado la cautela de cara a una subida demasiado brusca del precio del dinero que podría afectar todavía más la recuperación.

El Banco de Inglaterra pronostica una inflación del 8% en el Reino Unido para este año, casi tres puntos más que las previsiones del Banco Central Europeo para el conjunto de países del euro.

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