España y el golfo Pérsico: un vínculo económico en efervescencia
Empresas españolas aspiran a contratos millonarios mientras el capital árabe extiende los tentáculos sobre ellas
MadridDos movimientos empresariales recientes en España han provocado que todas las miradas se pusieran sobre el golfo Pérsico. En particular, sobre dos de sus economías más relevantes: Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos. El primer movimiento está a punto de llegar a buen puerto: la adquisición por parte de la teleoperadora saudí STC Group de un 9,9% del capital social de Telefónica, operación que se prevé que se cierre este noviembre, una vez el gobierno español dé luz verde a la compra. El segundo, en cambio, descarriló en junio: la entrada (quiebra) del grupo Taqa, con sede en Abu Dabi, en Naturgy. "No podíamos ceder el control a la emiratiana Taqa", dijo el consejero delegado de CriteriaCaixa, Ángel Simón, en una entrevista en La Vanguardia. El brazo inversor de La Caixa y principal accionista de Naturgy (26,7%) llevó la batuta de esas conversaciones.
Sin embargo, el vínculo económico entre el Estado y esta región de Oriente Medio va más allá de estos dos ejemplos. "La relación no es de ahora, lleva años trabajando", reconoce la presidenta de la Comisión de Relaciones Internacionales de la CEOE, Marta Blanco. Ahora bien, existen una serie de elementos que la sitúan en un momento de efervescencia. Es un ejemplo de ello la agenda del gobierno español en los últimos meses: viajes de ministros a distintos países del golfo Pérsico y una gira de Pedro Sánchez el pasado abril. Sánchez incluso pisó Arabia Saudí quince años después del último viaje oficial por parte de un presidente español. Si bien es cierto que fue una visita marcada por la guerra en Gaza, la agenda económica se hizo un agujero –no ocurrió lo mismo con la agenda vinculada al respeto a los derechos humanos en la región, que de nuevo quedó en un segundo plano–. Las visitas también se realizan en sentido contrario. Hace sólo tres semanas era el ministro de Industria saudí, Bandar Alkhorayef, quien viajaba a Madrid para reunirse con miembros del gobierno español y empresas del sector privado.
Son contactos diplomáticos que coinciden en un momento en el que las economías árabes del golfo Pérsico aspiran a tener un papel mucho más relevante en las relaciones económicas y financieras globales. El deseo de todas ellas va de la mano de los planes de diversificación –sus Agenda 2030 particulares– que están impulsando desde hace tiempo. El objetivo es reducir su fuerte dependencia al petróleo y al gas, su principal fuente de ingresos, teniendo en cuenta el declive previsto de ambos hidrocarburos como primera fuente de energía mundial. Esto está obligando a regímenes como los de Arabia Saudí o los Emiratos Árabes Unidos a destinar los ingresos acumulados por estas actividades, los llamados petrodólares, a otros sectores. Y a hacerlo dentro y fuera de sus fronteras. "Están totalmente entregados a la diversificación, y no sólo por el declive de los hidrocarburos, sino también por la volatilidad de sus precios", apunta al ARA Judith Arnal, investigadora del Real Instituto Elcano.
¿De quién estamos hablando?
De entrada, hay que tener en cuenta que Arabia Saudí o Emiratos Árabes Unidos, las dos mayores economías de la región, no son las únicas con las que el Estado tiene relación: también existe un vínculo económico y financiero con Qatar, Kuwait, Omán y Bahréin, el resto de países que conforman el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico. Su importancia geopolítica se explica básicamente por las reservas de petróleo y gas. Arabia Saudí es, después de Venezuela, el segundo país con más reservas de petróleo, mientras que Qatar tiene las terceras reservas de gas más importantes del mundo.
Es por este peso de los hidrocarburos que en la mayor parte de los países de esta organización el saldo comercial es negativo para España. Sin embargo, las exportaciones españolas a los seis países crecieron de los 4.716 millones de euros en el 2021 a los 6.280 millones en el 2022, según datos recogidos por los investigadores Haizam Amirah Fernández y Judith Arnal. Ahora bien, la investigadora del Real Instituo Elcano apunta a que el comercio no es lo que hace "interesante" esta relación, sino su inversión. "Tienen seis de los quince mayores fondos de inversión soberanos del planeta, con una capacidad de movilizar hasta 3,5 billones de dólares", explica Arnal. Para entender la magnitud de la cifra, equivale a casi toda la economía alemana.
Lluvia de pujas
Volviendo a la diversificación, dentro de las fronteras de los países árabes, esto se presenta como una ventana de oportunidad para las grandes empresas españolas. Por eso no debe sorprender el ofrecimiento del ministro de Transportes, Óscar Puente, durante una visita a la capital de Emiratos Árabes Unidos este octubre: "Insistimos en la experiencia de la industria española para colaborar en el desarrollo de las infraestructuras , el transporte y la movilidad", dijo desde Abu Dhabi. El golfo Pérsico siempre ha sido para el tren español el que el litoral mediterráneo fue para las constructoras en los años ochenta: un territorio virgen donde florecen los proyectos. La hemeroteca está llena de ejemplos, entre los que destaca el AVE de Medina hasta La Meca. Una obra emblemática y no poco polémica en la que participan hasta doce empresas españolas.
Sin embargo, las pujas van más allá de las infraestructuras. En la diana también se encuentran el sector industrial y de la defensa, las energías renovables, la tecnología, el turismo –en particular, de lujo– o el deporte, con la creación de equipos. Estas dos últimas actividades les están permitiendo camuflar sus reputacionales problemas.
"No tienen un problema de dinero, sino de competencia y conocimiento, y ahí es donde puede entrar España", asegura Blanco. Qatar, por ejemplo, está apostando decididamente por el hidrógeno verde, mientras que los Emiratos Árabes Unidos han puesto el foco en los servicios. De hecho, es este país el que registra mayor presencia de empresas españolas (132 en el 2022), seguido de Arabia Saudí (53) y Qatar (29). Entre las compañías privadas, pero también públicas, con negocio en la región destacan CAF, Navantia, Abengoa, Indra, FCC Aqualia, Barceló, Melià e Iberdrola.
Turismo, fútbol y monarquía
Ante estas pujas, Arnal cree que "España está algo mejor posicionada que otros países". La investigadora sostiene que los países del golfo Pérsico perciben al Estado como un "país amistoso" y le vinculan "al turismo, al fútbol ya la monarquía". "Las monarquías del Golfo ven en la casa real un punto de similitud", apunta. De hecho, es público que Juan Carlos I medió en la adjudicación del contrato del AVE en La Meca. La sospecha que todavía existe es si esto le abrió la puerta a una comisión millonaria. Pero la influencia del rey emérito no termina ahí. El periodista Jaime Peñafiel explicó que el rey emérito, con la complicidad del dictador Francisco Franco, cobró "unos céntimos" de cada barril de petróleo que Arabia Saudí envió a España durante la crisis del petróleo de 1973. Un gesto que, según el propio Peñafiel, no puede entenderse sin tener en cuenta la buena sintonía entre Juan Carlos I y la monarquía saudí, que le acoge desde su huida de España en el 2020. Felipe VI continuado ejerciendo ahora ese rol de mediación.
"Tienen dinero, pero hay que sudar mucho", explica un alto directivo que conoce de primera mano las negociaciones con Riad y Abu Dabi. "Ellos marcan los tiempos [de las conversaciones] y nunca acabas de tener toda la información. Incluso pueden desaparecer durante un tiempo", dice la misma voz, que asegura que, pese a la experiencia de España en sectores como el de las infraestructuras, existen competidores: "Alguna vez les he oído decir que los europeos somos lentos y los chinos más ágiles". Sobre el futuro, el directivo reconoce que le ve "prometedor". "Quieren proyectos wow", resume.
Más capital árabe en el Ibex
Pero el dinero con sello árabe circula más allá de los territorios de origen. "También buscan invertir fuera", explica Arnal. Telefónica es el ejemplo más reciente de cómo los tentáculos del golfo Pérsico se hacen un agujero en la economía española. Pero la teleoperadora no es la única cotizada en su punto de mira. También existen nombres como Iberdrola, IAG, Colonial, Enagás, Cellnex, Cepsa o, incluso, El Corte Inglés. De hecho, en la eléctrica que pilota José Ignacio Sánchez Galan el papel de Qatar es algo más que destacable, con un 9% del capital social. "La relación [con los qataríes] es superbuena", dijo Galán este septiembre. Desde entonces, los rumores sobre un incremento de la presencia árabe en la compañía no han cesado. Solo la presencia de capital árabe en las cotizadas españolas escalaría hasta los casi 12.000 millones de euros, según Bloomberg. "Veo oportunidades para seguir invirtiendo en las grandes empresas españolas", dijo el ministro de Industria de Arabia Saudí en una entrevista en El Mundo afinales de octubre.
El grueso de esa inversión proviene de los fondos soberanos. Volviendo al ejemplo de Iberdrola, quien invierte es la Autoridad de Inversiones de Qatar (QIA, por sus siglas en inglés). Es pues una inversión tutelada por los gobiernos y monarcas árabes. De hecho, según cálculos de Arnal, en 2021 más del 86% de la inversión de los países del Consejo del Golfo Pérsico en España fue pública. Aparte de QIA, también destacan Mubadala (fondo soberano de los Emiratos Árabes Unidos), el Abu Dhabi Investment Authority, el Kuwait Investment Authority o el Public Investment Fund (el fondo que está detrás de STC Group). Aparte de cotizadas, también invierten en actividades como el inmobiliario, los suministros y la industria del plástico, entre otros.
Los sectores estratégicos, un punto de inflexión
"La pregunta que debemos hacernos es a qué responde el interés de estos fondos soberanos [para invertir en España]", reflexiona la investigadora del Real Instituto Elcano. Aquí se abren dos posibilidades: o bien a un intento de control de empresas estratégicas por razones geopolíticas o simplemente a obtener una rentabilidad. La primera posibilidad ha generado recelo en alguna ocasión. "Si para entrar en Telefónica hubiera venido el fondo soberano de Noruega, todo el mundo habría aplaudido", afirma Arnal. La experta apunta que "a menudo es difícil determinar el interés que hay, pero por eso es clave el control por parte de los gobiernos". En el caso de las empresas españolas que buscan hacerse un agujero en los países del golfo Pérsico, existen también riesgos. "No todos los países tienen certezas reguladoras y siempre existe el riesgo de que tomen conductas proteccionistas que obliguen a las empresas a, por ejemplo, abrir una filial. También la rivalidad entre ellos puede suponer un problema", detalla Arnal.
Y todo esto sin perder de vista las tensiones que pueden derivarse con terceros. "Probablemente la entrada de una empresa de los Emiratos Árabes Unidos [en Naturgy] no habría augurado la mejor relación con Argelia", dijo Ángel Simón en la misma entrevista. La mala relación entre Argelia, principal fuente de suministro de gas en el Estado, con Emiratos Árabes Unidos por su alineamiento con Marruecos es más que conocida. Arnal hace aún un último apunte: "No podemos olvidar que uno de los primeros viajes de Trump en el 2017 fue a Arabia Saudí". La pugna por los petrodólares apenas comienza.