La gran crisis del automóvil da vida al coche de combustión
El PP europeo, la patronal y varios estados miembros piden rebajar el giro verde


BarcelonaUna de las medidas más destacadas y polémicas de la agenda verde de la Unión Europea es la prohibición de los vehículos de combustión para 2035. Costó meses de negociaciones en Bruselas y ya se acordó con las reparos de una parte importante de los estados miembros y fuertes críticas de una parte de la derecha y la extrema derecha europea. Y, cuando ya parecía un capítulo superado, la crisis de la industria automovilística europea ha hecho que el Partido Popular Europeo (PPE), varios gobiernos europeos y las patronales del sector vuelvan a verse con corazón de cargar de nuevo contra la iniciativa medioambiental para rebajarla.
Los conservadores y el sector automovilístico piden sobre todo revisar la prohibición total de los coches de gasolina y diesel en 2035, pero tienen un objetivo más urgente y demandas concretas: suprimir las sanciones contra los fabricantes que no hayan cumplido los objetivos de reducción de dióxido de carbono que entran en vigor este 2025. A partir del próximo año, la normativa comunitaria impone que los vehículos no puedan contaminar más de 93,6 gramos de emisión de dióxido de carbono por kilómetro.
Sin embargo, este año la media ha superado este tope con creces y se ha quedado en los 106 gramos de CO₂, y en 2023 llegó hasta los 117. Por eso, la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA, en sus siglas en inglés) admite que hay muchos fabricantes que ya llegan tarde para cumplir con estos límites y calcula que las sanciones que debería afrontar el sector superarían los 15.000 millones de euros.
En este sentido, tanto la principal patronal del sector en la UE como el PPE creen que debe evitarse imponer multas milmillonarias en un momento en el que el sector debe hacer un sobreesfuerzo para no quedar atrás en el mercado del coche eléctrico. "Todo ese dinero no irá a inversión", dijo a principios de diciembre en un acto en Bruselas el presidente de ACEA y consejero delegado de Renault, Luca de Meo.
que es una de las voces más críticas con la agenda verde de Bruselas pese a ser del mismo partido que Von der Leyen. "flexibilidad" en el sector del automovilismo europeo para que pueda afrontar el sobreesfuerzo que debe hacer para competir con las marcas de coches eléctricos de Estados Unidos y China "La industria automovilística europea afronta una presión sin precedentes, tanto desde dentro como desde fuera", argumentan los conservadores en un comunicado de prensa.
Ahora bien, el sector del automóvil no tiene un posicionamiento unánime sobre la agenda verde de Bruselas y Volvo siempre se ha mostrado favorable a acelerar los pasos hacia la transición verde, tal y como han hecho precisamente la industria estadounidense y la china. "La electrificación es la medida más importante que puede tomar la industria automovilística, tanto por el cambio climático como por la competitividad europea. Cuestionar el objetivo de CO₂ no es la respuesta", dijo en otro acto en Bruselas la directora de Sostenibilidad de Volvo, Vanessa Butani.
La mayoría de derecha y de extrema derecha en el Parlamento Europeo
La Comisión Europea de Von der Leyen impulsó el plan verde en un momento en el que sólo la extrema derecha se oponía claramente a las medidas ecologistas y con un Parlamento Europeo gobernado por la conocida como la gran coalición de centro que suman conservadores, socialdemócratas y liberales. Sin embargo, el contexto actual es muy distinto y Von der Leyen está cediendo a las presiones de su propio partido y de los líderes estatales más conservadores.
Tras las elecciones europeas del pasado junio, la derecha y la extrema derecha suman mayoría y ya no necesitan a los socialdemócratas y liberales para tumbar normativas ecologistas. Así pues, aunque ha sido una de las grandes defensoras, la jefa del ejecutivo comunitario ya ha anunciado un "diálogo estratégico" en la Eurocámara sobre la prohibición de los coches de motor de combustión para 2035, algo que puede ser un primer paso para su modificación.
Más allá del Parlamento Europeo, también hay estados miembros que piden revisar la legislación, sobre todo los que tienen gobiernos conservadores, como Polonia, o de extrema derecha, como Italia. Ahora bien, no son los únicos: el país con mayor industria automovilística de la Unión Europea, Alemania, ha criticado la ambición de la medida ecologista y especialmente las multas que se prevé tendrá que asumir el sector. "Este dinero debe quedarse en las empresas para que se modernicen", ha pedido el canciller alemán, el socialdemócrata Olaf Scholz.