China mantiene el pulso con Trump y eleva los aranceles al 125%
Washington advierte a Pekín de que las políticas de represalia no son un buen punto de partida para negociar

Pekín / WashingtonLa guerra comercial entre las dos primeras potencias mundiales no afloja, y de momento persisten en la política del ojo por ojo. China ha anunciado este viernes que contraataca las presiones de Donald Trump elevando los aranceles hasta el 125% a los productos estadounidenses y Washington sigue aferrándose a la decisión de aplicar un 145% mientras pide "fe" a los ciudadanos estadounidenses en los planes del presidente. "Confíe en su agenda y fórmula económica. Es una fórmula probada que funciona", ha dicho este viernes en rueda de prensa la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
La respuesta china se ha producido el mismo día que el presidente español, Pedro Sánchez, se entrevistaba con Xi Jinping en Pekín en el marco de un viaje oficial. Sánchez aseguró que busca una relación más sólida y equilibrada con China y reiteró que "una guerra comercial carece de ganadores".
La decisión de seguir escalando la tensión con Estados Unidos la ha anunciado el ministerio de Finanzas chino en un comunicado. Los aranceles suben del 84% al 125% para todas las importaciones provenientes de Estados Unidos y entran en vigor el sábado 12 de abril. En el mismo comunicado, el gigante asiático ha hecho público que no tiene intención de subir de nuevo estos recargos comerciales, que se han disparado desde la guerra comercial iniciada por Trump. Ambos países juegan a tensar las cuerdas en una partida en la que ya tienen poco que perder si no terminan en una mesa de negociación. Los aranceles son tan escandalosamente altos que prácticamente hacen inviable el comercio entre ellos.
En la rueda de prensa habitual, el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, Lin Jian, aseguró que la decisión de Pekín "no sólo protege sus propios intereses legítimos, sino que también salvaguarda el orden internacional y los derechos de todos los países afectados por el unilateralismo estadounidense".
EEUU golpea "más fuerte"
"El presidente ha dejado claro que cuando Estados Unidos es golpeado el país devuelve el golpe con más fuerza", ha dicho Leavitt desde la Casa Blanca, casi como si respondiera a las palabras del portavoz chino. La secretaría ha insistido en que Trump está "dispuesto a colaborar si China tiene la intención de llegar a un acuerdo", pero que es poco probable que esto ocurra mientras Pekín mantenga el pulso arancelario. "Si China sigue aplicando represalias, no es bueno para ellos", ha dicho la portavoz, que insiste en la buena relación entre Trump y Xi Jinping.
Cuando uno de los periodistas ha preguntado por qué el presidente no llama a su homólogo chino, dada la buena relación, la secretaria ha desviado la cuestión y ha evitado responder. "Hay un gran optimismo y muchas razones para ser optimistas" es la fórmula que constantemente ha utilizado Leavitt cuando se le ha pedido sobre si ya se estaba hablando con Pekín.
Leavitt ha pedido a los ciudadanos estadounidenses que confíen en Trump mientras la última encuesta de la Universidad de Michigan que se ha publicado muestra cómo la confianza de los consumidores se ha desplomado en abril. De cara al próximo año, los encuestados esperan que la inflación suba hasta el 6,7%, la cifra más alta desde 1981 y un incremento considerable sobre el 5% de marzo que proyectaban. Wall Street tampoco se muestra especialmente confiado en los planes de Trump; la escalada comercial con China es ya significativa para arrastrar el mundo a una recesión, tal y como advertía en la CNN la expresidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, Janet Yellen. En conjunto, Estados Unidos y China representan más del 40% de la economía mundial.
El jueves Trump reconocía que sus aranceles para reestructurar el comercio global comportarán "un coste de transición y problemas de transición", y este viernes Leavitt lo ha vuelto a repetir: "Habrá un período de transición". Sin dar datos más sólidos, la secretaria ha pedido un acto de fe en el país. Muchas de las personas que votaron a favor del republicano el pasado 5 de noviembre lo hicieron creyendo en su promesa de abaratar el coste de la cesta de la compra. Ahora el presidente aplica una agenda que va en dirección inversa.
Comerciar empieza a no ser rentable
Algunos expertos han calculado que los exportadores chinos tienen, en el mejor de los casos, un margen del 40% y unos aranceles superiores al 35% los dejan prácticamente sin beneficio. En el caso de Estados Unidos, tampoco es muy viable para los consumidores que la electrónica o los juguetes se encarezcan un 145%, y les resta competitividad que los chips de Intel sean penalizados por China con aranceles del 125%. El gigante asiático representa el 29% de los ingresos del fabricante de semiconductores estadounidense.
La guerra comercial entre Pekín y Washington puede provocar una auténtica división del comercio global que repercutirá en la economía mundial. La decisión de Donald Trump de congelar durante noventa días los aranceles en todos los países y dejarlos en un 10%, excepto en China –los ha subido–, pretende aislar al gigante asiático.