Macroeconomía

Del 'desarrollismo' franquista al chalet en propiedad: así se construyó la clase media en España

El régimen dictatorial consolidó el nuevo estrato social a través de la vivienda en propiedad y el consumo

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Una familia durante sus vacaciones con un Seat 600.

BarcelonaPrincipios de los años 70. En Estados Unidos, Richard Nixon ocupaba la Casa Blanca. En España, los rumores sobre el estado de salud de Franco eran secretos de dominio público. Preocupado por el proceso de sucesión del dictador, el presidente estadounidense envió al general Vernon Walters a Madrid a esclarecer qué pasaría en el país una vez muriera. En ese encuentro en el palacio de El Pardo, Franco fue conciso y directo sobre el legado que sobreviviría a su régimen: "Yo dejaré algo que no encontré al asumir el gobierno de este país hace cuarenta años: la clase media española". Ésta es la anécdota con la que el sociólogo e historiador Emmanuel Rodríguez decidió arrancar la introducción de su libro El efecto clase media. Crítica y crisis de la paz social (Traficantes de Sueños, 2022), un ensayo en el que analiza cómo este elemento se convirtió en una aspiración con la que se identifican la mayoría de los españoles, incluso aquellos que no forman parte estadísticamente.

Aunque otros expertos sitúan su nacimiento con la llegada de la revolución industrial, la irrupción de la burguesía y el crecimiento de las ciudades, Rodríguez cree que "la sociedad de clases medias" aparece en España en los años del desarrollismo franquista. "A partir de la década de los 50, y más en los 60 y 70, se inician los procesos de expansión del estado intervencionista, la creación de grandes empresas, la burocracia, y aparece la figura de los trabajadores de oficinas no manuales de forma masiva, que nada tienen que ver con esa antigua pequeña burguesía asociada a una tienda oa ciertos bienes inmobiliarios", apunta el autor. Éste es el germen de una nueva clase en España, que ya no era ni la de los obreros ni la de sus capataces.

El franquismo, añade Rodríguez, se dedicó a emular "de forma autoritaria" lo que había empezado a ocurrir en los países del entorno. España venía de una posguerra durísima y seguía hundida en una pobreza que la dictadura quiso contrarrestar con el plan de estabilización de 1959 para mantener la paz social. "Eso lo impulsaron los tecnócratas del Opus Dei en el momento en que Franco se abría a la economía extranjera porque su autarquía no había funcionado. Se animaron a aplicar reformas para la industrialización, y el progreso económico va hacer emerger las primeras clases medias", argumenta el profesor de sociología de la Universidad de Sevilla y experto en movilidad social Ildefonso Marqués-Perales.

Todo ello se reflejaba en un imaginario que ya se había extendido en Estados Unidos y que refleja a la perfección la exposición Suburbia. La construcción del sueño americano, del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). "Cuando los marinas estadounidenses vuelven a casa al término de la Segunda Guerra Mundial, la idea de comprar una casa con jardín se ha estandarizado y funciona como contrapunto de otros modelos como el comunismo de la Unión Soviética", razona el comisario de la muestra, Philipp Engel en conversación con el ARA. La vivienda en propiedad y el coche se convirtieron en símbolos de estatus para indicar que "habías triunfado, aunque fuera modestamente" y los propios gobiernos dieron alas a estas aspiraciones. La exposición también muestra cómo la publicidad y la televisión contribuyeron a la nueva sociedad de consumo, que animaba a los ciudadanos a comprar nuevos productos para completar esta "vida perfecta". "El progreso de la vivienda unifamiliar es paralelo al del liberalismo. El sistema piensa que cuando eres propietario te vuelves más conservador", dice Engel.

"Una España de propietarios, no de proletarios"

El régimen franquista –recuerda Marqués-Perales– replicó ese sueño americano con una política de vivienda pública impulsada por el ala falangista del régimen. "Mucha gente pudo comprar un piso por cantidades ínfimas", destaca el académico. El sociólogo e historiador Emmanuel Rodríguez coincide en el diagnóstico y recuerda que las constructoras de entonces se hicieron de oro con la ola de promociones baratas. De esa etapa también quedaron las palabras del exministro de Vivienda franquista José Luis Arrese, que reivindicaba una "España no de proletarios, sino de propietarios". Para Rodríguez, la imagen de prosperidad propia de la época tenía el rostro de esa clase media profesional al alza, que también se benefició de la expansión de la educación y la sanidad pública. "Fraga y los sectores reformadores lo tuvieron siempre en mente. La continuidad de los logros del franquismo era la consolidación de la clase media. Eran su clientela principal", dice. Además, su existencia como sujeto político y mediático alejaba a la división incómoda para el poder que había dominado la historia del siglo XX: la lucha de clases entre pobres y ricos.

Pero esa movilidad social, indica Marqués-Perales, sólo fue ascendente hasta que el ascensor se estropeó. El sociólogo pone una fecha concreta en el momento en que la economía española empezó a sufrir más para colocar a todos aquellos futuros profesionales que salían de las universidades y que esperaban vivir mejor que sus padres: "Según las encuestas que tengo recogidas, para los hombres fue en 1992 y para las mujeres en el 2000". Aquí se inicia, en su opinión, el deterioro de la clase media y la entrada en una nueva etapa marcada por la frustración de un colectivo de trabajadores sobrecalificados. La Gran Recesión de 2008 supuso una vez más duro para este estrato social, que vio cómo se destruía buena parte de la riqueza financiera e inmobiliaria acumulada durante las décadas anteriores. Un efecto, concluye Rodríguez, quien también tuvo su propia expresión en forma de movimiento político: "El 15-M fue una respuesta a la crisis social de los mecanismos de reproducción de la clase media".

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