CRÓNICA

La ovación del Cercle d'Economia al rey Felipe

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Foto de familia del Círculo de Economía  a la llegada del rey Felip.

Mañana de resaca en la segunda jornada de la reunión del Cercle d'Economia. No porque la noche anterior hubiera excesos inconfesables, sino porque muchos culés estaban intentando digerir la remontada del Madrid en la Champions.

El gran acto del día es la entrega de los premios empresariales José Manuel Lara, pero no tanto por el contenido, sino por la visita del rey Felipe, cuya llegada impone unas estrictas medidas de seguridad. Los máximos dirigentes del Cercle, junto a algunas autoridades y patrocinadores, se hacen una foto de familia con el rey, con el skyline barcelonés de fondo y, al acabar, Felipe asegura que deberían "estar allí", y señala la playa que hay ahí mismo. Efectivamente, a pocos metros de tanta corbata hay personas tomando el sol, ajenas a lo que está ocurriendo. Todos ríen y Marc Puig le hace alguna referencia a la Copa América que se celebrará en estas aguas dentro de dos años. Después todos se dirigen a la sala principal que alberga el acto, donde la entrada del rey es bienvenida con una larga ovación.

Es la tercera vez que el rey de España visita la reunión del Cercle y la segunda consecutiva. "Señor, un sentido agradecimiento por su presencia", le dice Javier Faus, presidente del Cercle. Pero quizá sea el rey quien está más agradecido de contar con esta recepción. En su discurso, Felipe alterna algunas palabras en catalán y se despide con un "hasta pronto", que no está claro si quiere decir que ahora vendrá cada año a la reunión del Cercle.

A la salida, el rey se despide dando la mano a todos los que están en la primera fila y el presidente de Pimec, Antoni Cañete, que está más atrás, se abalanza entre las sillas para estirar el brazo y llegar a darle se la mano a Felipe. Finalmente, lo consigue. Lo sorprendente es que durante el almuerzo de pie que hay a posteriori el rey vuelve a hacer acto de presencia y va dando la mano –acompañado de Faus, que le va presentando a todo el mundo– a las personas que se va encontrando.

El público de estas jornadas es variado, pero hay sospechosos habituales, como el exconseller Germà Gordó. También caras nuevas, como la exministra Fátima Báñez, ahora empleada de la CEOE, que acompaña a su presidente, Antonio Garamendi. O César González-Bueno, que apenas lleva un año de consejero delegado del Sabadell. Por la mañana, el banquero se pasea por la recepción del hotel saludando a algunos conocidos con unos auriculares Airpods puestos y un iPad contra el pecho. Cuando alguien le pregunta qué hace con los Airpods puestos, él les enseña que en realidad está participando en una reunión virtual. Cosas del teletrabajo.

En una de las sesiones confluyen líderes empresariales de Catalunya, Madrid y Euskadi. Josep Sánchez Llibre, presidente de Foment, carga duramente contra Ada Colau (esto cada vez es menos noticia) y reivindica el derecho de los ciudadanos a poder coger el coche y circular por Barcelona "cuando les dé la gana". También exige que Pedro Sánchez haga "lo mismo que Zapatero con el impuesto de patrimonio: eliminarlo". Zapatero, por cierto, lo recuperó unos años después, cuando llegó la crisis financiera. Llibre opina que si se elimina patrimonio y "se armoniza a la baja el impuesto de sucesiones" se acabará "una parte importante del conflicto político entre comunidades autónomas". Saliendo del acto, el presidente de Foment se cruza con Javier Faus y le dice: "No te quejarás, que he hablado del impuesto de patrimonio".

Por último, un detalle. En otra sesión, Maite Barrera (futura presidenta de Barcelona Global) pregunta a José María Álvarez-Pallete (Telefónica) si ha comprado una parcela en el metaverso, y a José Ignacio Goirigolzarri (CaixaBank) si ha adquirido criptomonedas. Ambos responden con un monosílabo: "No". Y Pallete avisa de que los ciudadanos somos "vasallos digitales" de las grandes tecnológicas al entregarles datos sin contrapartida. Avisados estamos.

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