La guerra del chip: cómo DeepSeek cambia la partida

China y Estados Unidos se disputan la hegemonía tecnológica del mundo del siglo XXI, mientras la UE se queda atrás en la carrera

Guerra del chip
01/02/2025
8 min
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Dosier La guerra del chip Desplegar

LondresLa lucha por la supremacía global en el siglo XXI se disputa entre China y Estados Unidos y, como ha ocurrido a lo largo de la historia, el dominio tecnológico es clave para conseguirla. Ahora no se trata de la pólvora, sino de los chips. Y, de repente, irrumpe DeepSeek. Y la amable y hasta ahora desconocida ballena china de color azul se esparce por el mundo digital y crea el pánico bursátil –y tecnológico– entre los Siete Magníficos de la industria: Alphabet, Amazon, Apple, Meta Platforms, Microsoft, Nvidia y Tesla .

A quien cuesta más cuartos la llegada del recién llegado es a Nvidia, el gigante de la fabricación de microchips, procesadores imprescindibles para toda la tecnología actual –ordenadores, móviles, vehículos eléctricos y no eléctricos– y, sobre todo, para seguir cabalgando sobre el multimillonario negocio llamado a revolucionar la vida en el planeta: precisamente, la inteligencia artificial.

En un día, Nvidia –que tiene externalizada la producción de chips en manos de Taiwán Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), con sede en Taiwán– perdió el 17% de su valor en el mercado. Otras compañías del sector también sufrieron su ola expansiva. Los cimientos del negocio tal y como se ha desarrollado hasta ahora tiemblan. Y las piezas del dominó podrían empezar a caer. Piezas económicas –batalla entre compañías y repercusiones en las industrias subsidiarias de la IA– y políticas.

La industria de los chips es estratégica y por eso el presidente Joe Biden promovió la chips act en 2022, que pretendía impulsar la fabricación y la investigación de semiconductores en Estados Unidos. O sea: quería devolver la producción de chips a EEUU, donde había estado antes de que dos décadas atrás se deslocalizara, principalmente en Taiwán, a manos de TSMC. A continuación, en noviembre de 2022, la administración Biden prohibió la exportación a China de los chips de última generación, una forma de estrangular a Pekín en el ámbito tecnológico. Y la ofensiva la ha continuado Donald Trump, de nuevo en la Casa Blanca, con sus amenazas de imponer aranceles a todo el mundo y de querer recuperar el canal de Panamá –según él, en manos chinas– y hacerse con Groenlandia.

No en vano, como apunta al ARA el profesor adjunto de economía empresarial de la Universidad de Nottingham en Malasia y especialista en diplomacia china Chee Meng Tan, Trump "ha nombrado a Marco Rubio como secretario de estado y Mike Waltz como asesor de seguridad nacional", y ambos "son halcones que perciben a China como una amenaza para la seguridad nacional". En consecuencia, resulta muy imprudente seguir dependiendo de Taiwán para tener una industria estratégica, ya que si bien, de facto, es un territorio independiente, China le reclama como propio.

Las bombillas del Empire State

¿Pero está justificado el terremoto de esta semana? Un par de analogías pueden ayudar a valorar la presunta revolución del chatbot chino R1 de DeepSeek. Piensen, de entrada, en el Empire State Building, uno de los iconos de Manhattan. En el momento de su inauguración, en 1931, desde Washington y por vía remota, el presidente Herbert Hoover iluminó todas sus bombillas incandescentes. En el 2009, cuando se acometió una profunda remodelación energética, se contaron 3,2 millones. Damos por aproximadamente buena esta cifra para 1931. Una bombilla típica de los primeros años treinta del siglo XX utilizaba 60 vatios para producir unos 800 lúmenes (medida de brillo). En cambio, un led, de los que todo el mundo tiene en su casa ahora para ahorrar energía, produce los mismos 800 lúmenes consumiendo sólo 10 vatios. Es seis veces más eficiente. Casi un siglo después de que se inaugurara el edificio, para que tuviera la misma luminosidad sólo haría falta unos 533.000 leds.

Siguiendo la analogía, DeepSeek habría innovado aún más, ya que, en el terreno de la inteligencia artificial, ha hecho el equivalente de configurar los leds de forma más eficiente para conseguir, prácticamente, el mismo efecto. La IA china ahorra muchos chips de alta gama y mucha energía para enfriar los centros de datos. Además, ha remodelado la arquitectura del algoritmo para que sea mucho más rápido. Otra cosa, claro, que no es irrelevante, es que esta herramienta, y otras similares hechas en China, censurin hechos como los de Tiananmen de 1989.

El logotipo de la start-up china de IA DeepSeek, que se muestra en la pantalla de un ordenador y se refleja en las gafas de un estudiante de informática.

La segunda analogía complementaria la propone el economista de la Universidad Pompeu Fabra y jefe de inversión de renta variable en Trea Asset Management, Xavier Brun. "Pensamos en un hospital –dice, en conversación telefónica desde Barcelona. Cuando haces una pregunta en el ChatGPT de OpenAI, lo que hace es consultar a todos los especialistas a la vez. En cambio, DeepSeek, a partir del rediseño del algoritmo, agrupa las palabras principales de la pregunta ya partir de ahí intenta dar una respuesta. No consulta a todos los expertos, sino que se dirige sólo al especialista en la materia específica al que ha llegado para, digamos, el médico de cabecera . Claro, el coste es mucho más bajo".

Jerry Spanakis, profesor del departamento de ciencias de la computación avanzada de la Facultad de Ciencias e Ingeniería, de la Universidad de Maastricht, profundiza en la idea. Y comenta al ARA, vía correo electrónico, que DeepSeek promueve "un cambio de paradigma para el desarrollo de la IA, no sólo porque el modelo desarrollado es –generalmente– mejor y más rápido, sino porque plantea preguntas sobre si los modelos desarrollados por otros grandes gigantes tecnológicos realmente necesitan toda esa potencia informática".

Si se confirma que entrenar el R1 de DeepSeek sólo ha costado 5,58 millones de dólares –ChatGPT 4 ha costado 100– y que se ha hecho con chips que no son de última generación a causa del veto estadounidense, a menos que los hayan conseguido en el mercado negro, esto derivaría en otros interrogantes. ¿Realmente son necesarias inversiones astronómicas para la IA, o es más rentable y más barato mejorar la arquitectura de los softwares?

"Si Nvidia era imprescindible para crear la inteligencia artificial, ahora se ve que no hace falta, o no hace falta tanto –dice Brun–. Si, por ejemplo, antes se necesitaban 2.000 chips de Nvidia, ahora se necesitarán 10, o tal vez 4. Las expectativas de las ventas, por tanto, disminuyen". Y también las de otros fabricantes.

Y las expectativas de negocio de todas las industrias subsidiarias que mueve la IA también adelgazan. Los productores de componentes informáticos de alto rendimiento –GPU, TPU y aceleradores de IA especializados (como TSMC, pero existen muchos otros), los proveedores de energía, los de sistemas de refrigeración y ventilación, los fabricantes de redes de conectividad… Todos quedan afectados, incluso también la construcción de las grandes naves que alojan a los centros de datos. Y todo lo relacionado con el software y la seguridad de estas instalaciones.

DeepSeek, pues, puede haber pinchado la burbuja económica de la IA. Puede haberla hecho mucho más barata y, aunque sea paradójico viniendo de China, puede minar el dominio de los llamados broligarchs estadounidenses, y ayudaría a democratizar esta tecnología.

Lo sugieren tanto Brun como Spanakis como Chee. Este último asegura: "Como con todas las cosas que son nuevas y relativamente no demostradas, deberemos esperar y ver si DeepSeek realmente está a la altura del entusiasmo que ha generado". Pero si las cifras se confirman, "eso, probablemente, indica el aumento de la accesibilidad y la disponibilidad de la IA de forma masiva. Un fenómeno parecido al de los ordenadores personales. En la década del 90 poca gente se les podía permitir . Ahora tiene una gran parte de la población mundial", remacha. La competencia tecnológica entre China y Estados Unidos "sólo impulsará modelos más eficientes y, en circunstancias normales, debería democratizar el acceso al potencial de los modelos de inteligencia artificial", dice Spanakis. Brun coincide: "Si el coste es de 5 millones de dólares, ahora muchas empresas podrían desarrollar la suya".

¿Y qué pasará ahora con Taiwán?

Donald Trump ha insistido a menudo en la idea de que Taiwán no paga por su defensa. En estos momentos, y en parte como consecuencia de la chips act de Biden de 2022, la compañía TSMC está levantando, en Phoenix (Arizona), una factoría de microprocesadores, no muy lejos de donde en el 2000 había una de Motorola, en Chandler, en el mismo estado.

Intel abrió en enero del año pasado una nueva instalación en Río Rancho, Nuevo México, y está construyendo dos nuevas fábricas de chips de vanguardia en su campus de Ocotillo, también en Chandler. Los fondos de la administración Biden y los 500.000 millones prometidos por Trump por IA –hay que ver quién les paga; si los contribuyentes o los aranceles con los que el presidente amenaza a todo el mundo– intentan devolver las fábricas de microchips al país. Factorías que hasta ahora han sido el escudo de Taiwán contra un posible empleo chino.

La bandera de Taiwán sobre Taipei durante la investidura de la presidenta Tsai Ing-wen, partidaria de la soberanía de la isla, y jefe del Partido Democrático Progresista.

El profesor Chee constata que, si bien "Estados Unidos ha optado habitualmente por mantenerse ambiguo sobre si defenderían Taiwán" ante una hipotética agresión de Pekín, lo que es evidente es que "si la importancia estratégica de Taiwán para EEUU disminuye, su seguridad se vería muy comprometida”. Pero las fábricas que actualmente están en construcción no entran en funcionamiento de un día para otro. La de TSMC en Phoenix, por ejemplo, ha tenido problemas por falta de mano de obra especializada y quizá arranque la producción este año. La invasión, si ocurre, no tendrá lugar mañana mismo.

¿La competencia tecnológica entre China y Estados Unidos lleva a la guerra comercial anunciada por el nuevo presidente? "Hasta cierto punto, ya empezó durante la primera presidencia de Trump y continuó durante todo el período de Biden". El profesor Chee duda de que durante los próximos cuatro años aumente tanto como algunos predicen. "Quizás no, sobre todo si las negociaciones comerciales entre EEUU y China van mejor de lo esperado". Una vez más, el futuro depende de la imprevisibilidad de Trump.

El papel de Europa

La lucha sobre el ring global cuenta con otros dos actores: India –donde se están construyendo al menos tres factorías de microchips y un gran centro de datos– y la Unión Europea, donde hay 16 proyectos anunciados, 10 de ellos en Alemania .

De momento, sin embargo, Bruselas hace poco más que de espectador pasivo de la función, tomando las consecuencias de las acciones de los dos gigantes y sin apenas nada que decir. Al menos hasta esta semana, cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha presentado el inconcreto plan Europa Primero. A la espera de saber más detalles, lo cierto es que "la inversión de la Unión en IA es poco brillante en comparación con la de EE.UU. y China, y tiene pocos centros de datos que permitan a los fabricantes europeos entrenar a sus modelos para que cumplan las demandas del mercado", recuerda el especialista en negocios y diplomacia china Chee Meng Tan.

Está de acuerdo el profesor de la Universidad de Maastricht Jerry Spanakis: "Los datos muestran que el gasto europeo en inteligencia artificial está muy por debajo del de EEUU y China. También se cree que el marco normativo estricto de la UE (por ejemplo, la ley de IA) es un obstáculo". No todo son obstáculos, sin embargo, ya que sugiere que "podría haber la oportunidad de invertir más en un desarrollo responsable y transparente de la inteligencia artificial a través de esta ley. Pero seguro que se necesitan más inversiones, así como colaboraciones más sólidas entre la industria, el mundo académico y los reguladores”.

Mientras no llega ese momento, el profesor y economista Xavier Brun resume la situación del continente de forma muy gráfica, evocando las palabras del excomisario de la Unión Europea para el mercado interior, Thierry Breton: "Estados Unidos y la China están muy por delante en IA. Es como si estuvieran en el kilómetro 41 de un maratón y Europa aún no hubiera decidido qué zapatillas llevará”.

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