Telecomunicaciones

El matrimonio Orange-MásMovil: un nuevo mapa de las 'telecos' en España con menos jugadores

Se pasará de cuatro a tres grandes operadoras que ahora tienen un 80% de la cuota de mercado en términos de ingresos

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La torre de telecomunicaciones de Collserola, con sus antenas, es una infraestructura clave para las operadoras en la capital catalana.

MADRIDEl tablero de juego de las telecomunicaciones en España cambiará a partir de ahora. En concreto, lo harán sus prendas. Después del visto bueno definitivo de Bruselas a la fusión entre Orange y MásMovil, el sector pasará de cuatro a tres grandes compañías: Movistar (Telefónica), Vodafone y el grupo resultante de la fusión entre la francesa y la española. En 2022 las cuatro representaban el 80% de la cuota de mercado en cuanto a ingresos minoristas, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). El 20% restante queda en manos de una batería de operadores secundarios, popularmente llamados de low cost, que han ido ganando bastante en los últimos años.

Tras la fusión, esta foto general del sector no cambiará demasiado, pero sí que lo hará su liderazgo. Telefónica, la teleco española que preside José María Álvarez-Pallete, dejará de ser líder en el Estado, al menos en número de clientes y cobertura de fibra y móvil, y por primera vez en la historia será la segunda operadora. "Nos seguimos sintiendo fuertes por competir con un competidor más fuerte", expresaba Pallete esta semana, durante la presentación de los resultados anuales de 2023 de la compañía.

Del matrimonio entre Orange y MásMovil saldrá un grupo que, en un principio, se constituirá como una alianza estratégica (joint venture) y tendrá una valoración total de unos 19.000 millones de euros. Sin embargo, ésta no es la única consecuencia de una operación que levanta fantasmas como el de la concentración, algo que los organismos supervisores ya han mirado con lupa para que no ocurra. En cifras absolutas, la unión de Orange y MásMovil supondrá la suma de 7,3 millones de clientes de banda ancha, 30 millones en telefonía móvil y 2,3 millones de clientes en el caso del servicio de televisión de pago .

Nuevo liderazgo

España, como la gran mayoría de países del entorno, posee unas operadoras de telecomunicaciones que asumen el peso de la cuota de mercado. De entrada, en lo que se refiere a los ingresos, un 80% se reparten entre Movistar (39,1%), Vodafone (14,7%), Orange (15,7%) y MásMovil (10,3%). El 20% restante de la cuota recae en las low cost, según se desprende del último Informe Económico Sectorial de Telecomunicaciones y Audiovisual del año 2022 de la CNMC. Entre éstas hay nombres como Digi, Lyntia, Adamo o Avatel.

De la misma forma que con los ingresos, el dibujo se repite si se observan los clientes. En dos de las principales actividades de las operadoras, la de la telefonía móvil y la banda ancha fija (internet), las cuatro grandes telecos alcanzan más de la mitad de la cuota de mercado, tal y como se puede observar en el gráfico. De hecho, en el caso de la telefonía móvil, los OMV (operador móvil virtual) tenían en diciembre de 2023 un 8,3% de la cuota de mercado. En cuanto a la banda ancha, los operadores low cost suponían el 8%.

Sin embargo, el peso de las grandes ha ido decayendo. Si sólo se observan los tres operadores históricos, Movistar, Orange y Vodafone (MásMovil nació como operador fuerte en 2016 y se consolidó en 2021), y se pone la mirada en el balance anual, en 2017 tenían una cuota de mercado de banda ancha del 90%, mientras que en 2022 fue del 73,6%, según el informe de la CNMC. Por lo que respecta a la telefonía móvil, la tendencia ha sido la misma.

El fantasma de la concentración

"Todo el mundo lo esperaba un poco", anticipa la presidenta del Grupo de Asesores en Inversiones Financieras del Colegio de Economistas de Catalunya, Begoña Castro, que sostiene que actualmente "es eficiente que haya una cierta reducción del número de jugadores porque no hay capacidad o mercado para tantos", explica. "La concentración desaparece siempre que haya un abanico mínimo [de opciones]", apunta el economista.

De hecho, no hace falta mirar demasiado atrás para encontrar un ejemplo de esta reducción de jugadores. Hasta el 2016, MásMovil era un OMV que se convirtió en el cuarto operador de telefonía móvil después de adquirir Yoigo, que tenía red propia, Llamaya y Pepephone. En 2018 compró Lebara, también la low cost Lycamobile y, finalmente, en 2021 adquirió Euskaltel. "Siempre hay momentos de boom de empresas pero con el tiempo se hace una reordenación", añade Castro. Para la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) una operación así implica "la retirada de un competidor y la reducción de alternativas", y avisan de que estarán atentos al impacto que puede haber sobre los clientes, en los precios y condiciones de los productos. "Es todavía una de las incógnitas", apuntaba la organización en un comunicado hecho público esta semana.

En los años noventa Europa decidió liberalizar el sector de las telecomunicaciones para hacer aflorar operadores, es decir, para que hubiera más competencia y que esto repercutiera en unos precios más bajos. Pero si Bruselas ha tardado tanto en tomar una decisión sobre Orange y MásMovil ha sido, precisamente, para no dar un paso atrás en esa dirección. De hecho, se trata de una operación que va ligada a condiciones y que tiene como protagonista colateral a la operadora Digi.

Digi, el ganador indirecto

Orange y MásMovil deben ceder parte de su negocio a la operadora rumana Digi, que en los últimos años ha ganado un peso tanto de negocio como de clientes en España por sus tarifas low cost. En concreto dos bandas de frecuencia media y una alta, lo que le permitirá tener su propia red de telecomunicaciones (hasta ahora no tenía y debía alquilarla en Telefónica).

Sin embargo, en el caso español, según el informe de 2022 de la CNMC, la "dinámica competitiva" seguía siendo un hecho y los resultados en términos de precios, calidad y variedad seguían siendo "favorables". Ahora bien, estos "no podían entenderse" sin tener en cuenta la regulación establecida y la actuación del regulador, que compañías como Telefónica piden derribar porque consideran que el escenario es, precisamente, muy distinto al de hace tres décadas. Castro no contempla un escenario de regulación cero: "No podemos olvidar que comunicarse es un bien de primera necesidad". La experta no sólo apunta a los precios, sino a uno de los retos pendientes: la buena implementación en las zonas rurales.

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