Cuerpo y mente

Apliques y gafas de realidad virtual: las nuevas herramientas para gestionar las emociones

La realidad virtual y la IA permiten anticipar el diagnóstico y responder con terapias más sofisticadas y personalizadas

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'Cuerpo y mente'.

Las últimas innovaciones tecnológicas se abren paso también en la psicología. Las gafas de realidad virtual pueden ayudar a alguien que no puede moverse a meditar para aliviar el dolor. También se pueden utilizar para conversar con uno mismo y sacar el entramado sobre las preocupaciones interiores o para ponerse en la piel de una mujer que está siendo víctima de una agresión y empatizar con ella. O bien se puede recurrir a un chatbot que funciona con inteligencia artificial (IA) generativa que puede sugerir ir a un psicólogo porque algo de la psique no funciona del todo bien, a una aplicación para monitorear los picos de ansiedad o de insomnio y trabajarlo más cuidadosamente en terapia e incluso se estima que, mediante el aprendizaje automático a partir de datos de registros sanitarios, se podrá ser mucho más cuidadoso a la hora de predecir el suicidio.

Son algunas de las utilidades que brindan los avances tecnológicos a la psicología y que permiten dar un salto adelante que va más allá de realizar terapia con videollamada, un recurso popularizado sobre todo desde la pandemia. Eso sí, los expertos ponen énfasis en que es necesario procurar que intervenga un profesional en salud mental en su diseño y uso para no acabar recurriendo a herramientas sin aval científico. La psicóloga Eulàlia Hernández, que es miembro del comité de E-Psicología del Colegio Oficial de Psicología de Cataluña (COPC), garantiza que no vienen a sustituir la labor del psicólogo, sino a ayudarle para mejorarla. "Lo que hace falta para hacer una buena intervención es el mejor profesional con la ayuda de la mejor herramienta", sostiene Hernández, también profesora de psicología de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

La terapia con tecnología es eficaz

El coordinador de E-Psicología del COPC y director del máster en salud digital (eHealth) de la UOC, Antoni Baena, recuerda que desde 1994 existen estudios que evidencian la eficacia de la atención no presencial en programas como el tratamiento del tabaco a distancia, vía web o teléfono. La clave es que "la tecnología debe adaptarse a la gente" y no es necesario tener que optar entre la terapia presencial y la hecha a distancia, sino abrazar los dos formatos en función de lo que mejor vaya al paciente. Tales como, contar con una aplicación que haga la monitorización de si la persona que tiene depresión sale de casa, lo que puede ser de ayuda una vez a consulta.

La realidad virtual ofrece nuevas posibilidades que podían resultar inimaginables. El coordinador del laboratorio XR Lab de tecnologías inmersivas y profesor de los estudios de informática de la UOC, Pierre Bourdin, explica que ayuda a personas con dolor crónico a aliviarlo con la meditación, trasladándose virtualmente a la naturaleza para concentrarse en su respiración sin necesidad de moverse de casa. También existen aplicaciones más complejas: mediante elembodecimiento, que es la encarnación dentro de un cuerpo virtual, podemos convertirnos en un avatar de nosotros mismos o ponernos en el sitio de otra persona.

Se ha probado para mantener un diálogo con uno mismo, ahora siente el avatar propio y ahora uno que representa al psicoanalista Sigmund Freud, con el objetivo de reflexionar sobre las preocupaciones interiores desde varios puntos de vista. También con presos que habían maltratado a su mujer, porque con la realidad virtual te puedes sentir como cautivo del cuerpo de ella. "Ayuda mucho a algunas personas a entender qué habían hecho y qué le había pasado a su pareja, porque no puedes hacer otra cosa que asumir la agresión", afirma Bourdin, lo que facilita la empatía con la víctima y abordarlo en terapia, donde antes se solía hacer lo mismo de forma imaginaria y el impacto no era el mismo. La realidad virtual también se utiliza en caso de fobias, como en las arañas o en hablar en público, ya que se permite exponer al usuario en un entorno virtual de confianza: siempre existe la opción de quitarse las gafas.

Entre las ventajas de incorporar la tecnología a la psicología, Hernández destaca la personalización, por lo que se puede "adaptar la intervención a las necesidades, situación y características de la persona". Asimismo, figura la capacidad de anticiparse a la necesidad de tratar un trastorno o incluso ser el primer paso para alguien que no se atrevería a acudir al psicólogo. Además, las herramientas de IA generativa de creación de contenidos –como ChatGPT o Perplexity AI– ayudan a adaptarlas, siempre con la revisión de un profesional, como pautas de relajación ajustadas para una persona mayor que no oye y no le gusta estar sentada.

Los retos de aprender y de la ética

Ahora es necesario aprender a utilizar estas herramientas, tanto los psicólogos como los usuarios. Por eso Hernández considera que, como si se tratara de un medicamento, "probablemente debería tenerse algún tipo de prospecto que explicara cómo incide aquella intervención utilizando chatbot, realidad virtual, web, videoconferencia o videojuego", incluyendo en cuáles casos se puede utilizar y en cuáles no o qué hacer para acompañar su uso. Tampoco puede olvidarse la dimensión ética de estas innovaciones, por lo que Hernández considera que habría que revisar el Código Deontológico de la profesión para que también quedaran reguladas.

En el caso de la realidad virtual, Bourdin subraya que "funciona porque, aunque todo sea virtual, tu reacción es real", y de ahí que haya que ser especialmente cuidadoso. Lo ejemplifica con uno de los experimentos en marcha, focalizado en una escena en una terraza de un bar donde se sienta una chica sola y hay un grupo de chicos que comienzan a asediarla verbalmente. Cuando algunos de los participantes de carne y hueso se han puesto las gafas para formar parte del grupo de chicos se ha producido el efecto contrario al que se buscaba y "en algunos casos parecía subir el nivel de agresividad hacia la chica ", lo que ha hecho cambiar el diseño del experimento.

Los expertos consultados también avisan de que estas herramientas pueden reproducir sesgos, como por ejemplo de carácter racial, y consideran que no pueden quedar al libre albedrío de los intereses de las empresas. De ahí que subrayen la importancia de la regulación y, entre tanto, comprobar si hay un profesional del ámbito sanitario detrás, algo que no siempre es fácil de extender. Es el caso de Psychologist, uno de los chatbots de la plataforma Character.AI. Puede leerse con letra pequeña que "todo lo que dicen los Characters –sus chatbots– es inventado", pero ni rastro de si el contenido psicológico que pueda proporcionar ha sido validado.

Ante la duda, Hernández considera que "si no podemos identificar quién es la fuente de información, no debemos utilizar" la herramienta. Una diseñada para dejar de fumar sin la intervención profesional "en el peor de los casos puede que no te ayude", afirma Baena, pero el uso de otras innovaciones sin avalar podría tener consecuencias más graves, como que "retrase que vayas a un profesional", y de ahí que haya que mirarse bien.

Los chatbots no sacarán el trabajo a los psicólogos

Los expertos consultados coinciden en que la IA no supondrá despedir a psicólogos. "Debemos tener claro que son herramientas que pueden ayudar a los profesionales, pero no los sustituirán", defiende Bourdin. Aquellos chatbots que recurran a información de calidad y con evaluación constante harán que en la atención psicológica "la calidad vaya hacia arriba", sostiene Baena, con una mezcla de terapias presenciales ya distancia. Una forma de conseguirlo podría ser que las nuevas aplicaciones que hayan sido validadas puedan ser recetadas por la sanidad pública. De hecho, Hernández recuerda que en Reino Unido disponen del chatbot Limbic, que está integrado en el sistema nacional de salud y que está facilitando el triaje en la atención a la salud mental.

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