Bienestar

Si me dices cómo estás, te diré cómo duermes

La conexión entre el sueño y la felicidad es profunda y compleja y entenderla puede ser clave para mejorar nuestra calidad de vida en general

Dr. Antoni Esteve
2 min
Una mujer quitándose en una imagen de recurso.

En la búsqueda constante de la felicidad, a menudo pasamos por alto un componente fundamental de nuestro bienestar: el sueño. La conexión entre el sueño y la felicidad es profunda y compleja, y entenderla puede ser clave para mejorar nuestra calidad de vida en general. Numerosos estudios científicos han demostrado que la calidad y la cantidad de sueño que obtenemos afectan directamente a nuestra salud mental y emocional. Cuando dormimos lo suficiente y disfrutamos de un sueño de calidad, es más probable que experimentemos emociones positivas durante el día. Por otra parte, la privación crónica del sueño está estrechamente relacionada con un mayor riesgo de depresión, ansiedad y trastornos del estado de ánimo.

Así pues, ¿cómo influye exactamente el sueño en nuestra felicidad? Una parte de la respuesta la explican los procesos biológicos que ocurren mientras dormimos. Durante el sueño, nuestro cerebro consolida recuerdos, procesa emociones y regula la producción de serotonina y dopamina, que son neurotransmisores relacionados con el equilibrio emocional y la motivación, respectivamente. Cuando no dormimos lo suficiente, estos procesos pueden verse mermados y nos hacen sentir irritables, irascibles o deprimidos.

Además, un descanso de calidad influye también en nuestra capacidad de gestionar el estrés y regular las emociones. Estudios han demostrado que las personas que duermen bien tienden a ser más resilientes frente a los desafíos de la vida y tienen mayor capacidad para mantener una perspectiva positiva. Por otra parte, la carencia de sueño puede exacerbar los efectos del estrés y hacer que sea más difícil para nosotros mantener una actitud optimista.

Así pues, ¿cómo mejorar nuestra relación con el sueño para cultivar una mayor felicidad? Aquí están algunas estrategias prácticas:

  • Establecer una rutina de sueño constante: ir a la cama y despertarse a la misma hora todos los días ayudará a regular nuestro reloj interno ya mejorar la calidad del sueño.
  • Mantener una vida activa: realizar ejercicio físico 20 minutos al día, preferentemente al aire libre, mejora la calidad de nuestro descanso nocturno.
  • Crear un ambiente propicio: mantener la habitación fresca, aseada, tranquila ya oscuras puede promover un sueño más reparador.
  • Limitar la exposición a dispositivos electrónicos antes de acostarse: la luz azul emitida por teléfonos, tabletas y ordenadores puede interferir en la producción de melatonina, la hormona del sueño.
  • Practicar técnicas de relajación: la meditación, la respiración profunda y el yoga pueden ayudar a calmar la mente y preparar el cuerpo para el sueño.
  • Evitar el exceso de cafeína y alcohol: estas sustancias pueden interferir en nuestros patrones de sueño, sobre todo si se consumen a partir de mediodía.

Por último, cabe remarcar que, al igual que un buen descanso puede ayudarnos a ser más felices, un estado de ánimo más relajado es clave para tener un sueño saludable. Según el Instituto Europeo del Sueño, "es un hecho que las personas más felices duermen más que las personas que se encuentran sometidas a emociones negativas". Por tanto, a medida que aprendemos a gestionar nuestras emociones y adquirimos hábitos de sueño saludables, disfrutaremos de un descanso más reparador y ¡seremos un poco más felices!

Dr. Antoni Esteve

AdSalutem - Instituto del Sueño

stats