Descubrimos 10 escenarios de la historia de Catalunya

Os proponemos rutas por todo el territorio para recorrer algunos de los episodios más importantes de nuestro pasado

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Una vista panorámica de Esterri d'Àneu

BarcelonaLa historia de Catalunya se puede conocer a través de los libros de texto, de las novelas históricas o pisando el terreno. Visitar los escenarios de grandes episodios históricos del país puede ser toda una experiencia inmersiva, muy educativa pero también muy emotiva. Por eso hoy os proponemos algunas rutas para conocer parte de nuestro pasado, un conocimiento muy necesario para comprender nuestro presente.

1.

El camino de la libertad

Durante los años de la Segunda Guerra Mundial (1939-1944) miles de personas cruzaron los Pirineos huyendo de la barbarie nazi (como también hicieron en sentido contrario los republicanos catalanes huyendo del fascismo), por unos pasos de montaña que fueron el testigo silencioso de su odisea para conseguir la libertad. Por la villa de Sort pasaba una de las rutas que unía los departamentos franceses del Ariège y el Alta Garona con el Pallars Sobirà y que es conocida con el nombre del Camino de la Libertad. Atravesaba los puertos de la Pala de Clavera, Salau y Aulà, llegaba a las Bordes de Perosa y, desde allá, iba a Alòs de Isil, Esterri d'Àneu y Sort, en un recorrido que hoy podemos seguir con itinerarios marcados, rodeados de una naturaleza que nos regala un silencio que se alía con la emoción que puedes sentir al imaginar qué debía de suponer cruzar estos pasos montañosos en pleno invierno con un frío helador y varios palmos de nieve dificultando la fuga. Otras rutas pasan por la Vall de Cardós y la Vall Ferrera.

2.

La Batalla del Ebro

La Batalla del Ebro es uno de los episodios históricos clave para entender la historia contemporánea de Catalunya y España. Se inició el 25 de julio de 1938, cuando el ejército republicano cruzó el río Ebro rompiendo las líneas defensivas con el objetivo de aliviar la presión que ejercía el ejército franquista en el frente de Valencia. Ante la intrusión, las fuerzas franquistas reaccionaron y se inició una guerra de desgaste de más de cien días que acabó en Flix con la voladura del puente de hierro la madrugada del 16 de noviembre de 1938. La Ribera d'Ebre es la comarca que conserva el patrimonio más notable relacionado con la batalla. Entre otros escenarios, se conservan dos refugios -uno excavado en la roca en Flix y otro construido por las mujeres del pueblo con la ayuda del ejército republicano en Benissanet-. En Riba-roja destacan las trincheras de Berrús, mientras que en Ascó encontramos el campamento del XVº Cuerpo del Ejército del Ebro, desde donde se diseñó y organizó la retirada de las tropas republicanas al final de la batalla. También podéis visitar el castillo de Móra d'Ebre, muy dañado por los bombardeos nacionales, y el de Miravet, que fue refugio de los soldados nacionales. De visita obligada es también al Pueblo Viejo de Corbera d'Ebre. En lo alto del cerro de la Muntera estaba el casco antiguo de un pueblo de labradores tranquilo, que fue casi completamente destruido por las bombas y que fue declarado Bien de Interés Cultural.

Los escombros del pueblo antiguo de Corbera d'Ebre.
3.

El Camino de los Buenos Hombres

Este camino es un itinerario entre el santuario de Queralt en Berga (Catalunya) y el castillo de Montsegur (Ariège, Francia), que permite recorrer las rutas de migración que utilizaron los cátaros (o buenos hombres) durante los siglos XIII y XIV cuando huían de la cruzada y la Inquisición. Actualmente se ha convertido en un sendero de gran recorrido y permite seguir las huellas del catarismo atravesando los Pirineos. Hay una variante que desde Gósol llega al santuario de Miracle y sigue mayoritariamente el GR-7, de forma que se puede seguir a pie o en bicicleta. También se pueden descubrir en coche los pueblos donde vivieron los buenos hombres y las buenas mujeres visitando las comarcas del Berguedà, la Cerdanya, el Alt Urgell y el Solsonès. Algunos de los puntos conocidos que recibieron un flujo importante de buenos hombres fueron las tierras de los señores de Bretós (Berga), de los Pinós (Bagà y Gósol), de la familia Castellbò (Castellbò) o de los señores de Josa (Josa de Cadí).

4.

El frente del Pallars

Después de la rebelión militar del 18 de julio de 1936 se estableció una primera línea del frente que iba de norte a sur de todo Aragón, que no se alteró sustancialmente hasta el mes de marzo del 1938. Se estableció una línea de posiciones que se situaron en las cumbres cercanos a la carretera y al río Noguera Pallaresa. Todas estas posiciones se fortificaron con elementos defensivos, cuyos restos de los cuales constituyen el principal vestigio de algunos de los espacios de memoria que podemos visitar en el Pallars. Algunos de los espacios que podéis visitar son las fortificaciones de Vilamur, la montaña de Sant Corneli, las trincheras de Vilanoveta o la posición de la Posa.

5.

La Ruta del textil

És sobradament conocido el potencial que tuvo la industria del textil en Catalunya, que fue referente durante décadas. A mediados del siglo XVIII ya había una importante producción manufacturera de tejidos pero no fue hasta el siglo XIX que llegó su gran auge a raíz de la industrialización catalana. Si queréis revivir esta época histórica podéis visitar el Museo Nacional de la Ciencia y de la Técnica de Catalunya (mNACTEC) en Terrassa, el Parque Fluvial Navàs-Berga, la Colonia Güell en Santa Coloma de Cervelló, el Museo de la Colonia Vidal en Puig-reig o el Museo de la Colonia Sedó en Esparreguera.

Uno de las calles de la Colonia Güell.
6.

El Hostalric medieval

Declarada Bien Cultural de Interés Nacional, la villa de Hostalric conserva uno de los legados monumentales más notables de la época medieval catalana y está protegida por una imponente fortaleza militar de época moderna. El castillo de Hostalric es el principal elemento identificativo de la villa y, hoy en día, es uno de los máximos exponentes culturales del siglo XVIII y uno de los escasos testigos monumentales originados a raíz de la Guerra de Sucesión. Una fortaleza militar con una galería a prueba de bombas que está considerada uno de los espacios más espectaculares del castillo y uno del más singulares de Catalunya. Además, a través del Centro de Interpretación es posible hacer una viaje en el tiempo para conocer las funciones y transformaciones que este monumento ha vivido a lo largo de la historia. Pese a la reconstrucción del castillo, la Edad Media continúa muy presente en Hostalric. El recinto medieval ofrece rincones llenos de historia y singularidad. La espectacular muralla se alarga hasta 600 metros y en su recorrido podéis encontrar diez torres excepcionalmente muy conservadas. Merece la pena subir al mirador de la Torre dels Frares, que ofrece unas vistas espectaculares.

La villa de Hostalric.
7.

La Tarragona romana

Una de las ciudades que mejor ha preservado la impronta romana es Tarragona. Los restos de la ciudad de Tàrraco, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, son el testigo de una urbe que floreció entre los siglos III y V y llegó a ser capital de la provincia de Hispania Citerior, casi la mitad de la península Ibérica. Será bueno que empezáis la ruta en el Museo Nacional Arqueológico de Tarragona, donde un audiovisual interpreta los hallazgos arqueológicos. Ya en el exterior, en el paseo Arqueológico, podréis contemplar un tramo de la muralla romana que cubría el perímetro de la ciudad, y de la cual se conservan tres torres. El Foro Provincial, del siglo I, está formado por un recinto dedicado al culto presidido por un templo y una enorme plaza porticada, donde se reunía el Consejo Provincial. En un extremo se levanta la Torre del Pretorio, que conecta con el circo, donde se celebraban las carreras de carros. Entre la Vía Augusta y la playa de Miracle está el anfiteatro, construido a principios del siglo II, donde luchaban los gladiadores. Fuera del casco urbano se pueden contemplar elementos de una gran importancia arqueológica, como el acueducto, del siglo I, o la columna de El Médol, un magnífico monolito de 16 metros de estatura. Cerca de la carretera N-340 está la torre de los Escipiones, una construcción funeraria del siglo I.

El anfiteatro romano de Tarragona.
8.

La herencia judía

Barcelona y Girona son dos ciudades que mantienen bien vive el testigo de los antiguas juderías, que representan el legado más grande de la comunidad hebrea antes de que fuera expulsada de la península Ibérica en 1492. La judería de Girona es una de los más interesantes de Europa, con epicentro en la calle de la Força, que sirve de referente del itinerario porque su alrededor se distribuían el hospital, el orfanato, la casa de caridad y tres sinagogas. Otros puntos de interés son el Museo de Historia de la Ciudad, donde se pueden ver lápidas y documentos, la casa Coll y la torre Gironella. Todavía en comarcas gerundenses, en Besalú están uno de los tres únicos baños judíos (mikve) conservados de Europa. En Castelló d'Empúries, por su parte, se pueden visitar los restos de la sinagoga nueva.

Uno de las calles de la judería de Girona.
9.

El rastro de los primeros pobladores

Os proponemos una ruta para disfrutar de los mejores ejemplos de arte rupestre que han sobrevivido en nuestro país, donde se encuentran 60 de los 757 yacimientos catalogados por la Unesco en la cuenca mediterránea. Podéis descubrir los yacimientos de los Abrigos de la Ermita en Ulldecona (Montsià), las cuevas de las montañas de Prades en Montblanc (Conca de Barberà) y la Roca dels Moros en El Cogul (Las Garrigues). Los primeros son un conjunto de pequeñas cuevas donde un joven espeleólogo se topó el 1975 con un grupo de pinturas que resultaron ser el primero de catorce abrigos decorados con imágenes pertenecientes al arte rupestre levantino. El conjunto incluye un total de 386 figuras, repartidas desigualmente entre las diversas cuevas a lo largo de 500 metros. La antigüedad de estas pinturas ha podido datarse, por las especies animales que hay representadas, entre el 7000 y el 2000 aC. En las montañas de Prades se pueden visitar quince grupos de representaciones rupestres que podréis aprender a interpretar con una visita al Centro de Interpretación de estas pinturas, que se reparten en once espacios que permiten hacer un recorrido por todo el arte rupestre de la zona y contextualizarlo respecto del resto de yacimientos a escala mundial. El último punto, la Roca dels Moros, es una cavidad que fue utilizada por grupos humanos durante cerca de cinco milenios. Está formado por 42 figuras pintadas y 260 elementos grabados sobre la roca.

10.

La revuelta de los payeses

La Ruta Remensa sigue la historia de Catalunya en la Edad Media a través de la revuelta de los payeses de remensa liderados por Francesc de Verntallat, nacido en la villa de Mallol, en la Vall d'en Bas. El castillo de Hostoles es el monumento principal y de referencia de la revuelta, y para adentrarse en este episodio histórico habrá que recorrer la Vall d'en Bas y la Vall d'Hostoles, además de Santa Pau. El punto de partida podría ser la villa de Mallol, que antiguamente fue residencia de los vizcondes de En Bas, y donde se conserva la casa del Veguer, la prisión o casa del Notario y la masía donde nació el caudillo remensa Francesc de Verntallat. Dentro del término municipal de Sant Feliu de Pallerols se levanta el castillo de Hostoles, la principal fortificación del valle y uno de los principales focos del feudalismo. Quedan los restos de la muralla, parte de la torre maestra cilíndrica y la cisterna. Tampoco os perdáis el castillo de Colltort, la Cellera y la Sagrera de Sant Feliu de Pallerols, y todo el casco antiguo del pueblo, así como el monumento a Francesc de Verntallat, situado donde vivió los últimos años de su vida, justo ante el Molino de la Conqueta. Podéis acabar con un paseo por la tranquila población de Mieres, que en septiembre del 1484 fue escenario de una revuelta originada porque las autoridades intentaron embargar los bienes de los remensas que se negaban a pagar a sus señores.

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