Estilos de vida

Dime cómo eres y te diré qué yoga te conviene

Analizamos las diferentes disciplinas que se han popularizado en nuestro país para saber cuál se adapta mejor a nuestras necesidades

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Una clase de yoga, en una imagen de archivo

Barcelona“Lo que más me gusta del yoga es que es una disciplina para todos, en la que no te sientes juzgado por nadie. Y me ayuda a conocer cada vez más mi cuerpo y escucharlo”. Así habla Laura Mascaró, de 34 años, que lleva yoga desde hace dos años. Y es que no podemos negar que el yoga está en auge. Se podría comparar con la moda del running hace un tiempo, cuando no se podía ir a ninguna cena de amigos o familiares sin hablar de ello.

Si bien es cierto que hace tiempo que el yoga se practica en casa y que hay centros que imparten ya con un puñado de años de experiencia, en los últimos años ha proliferado su práctica y han popularizado nuevos estilos. Hasta tal punto que, si tenemos ganas de probarlo, resulta difícil decidir a qué clase apuntarse.

“Cuando empecé a practicar tuve la suerte de poder probar diferentes tipos de clases, y eso me permitió ver en qué estilo me encontraba más cómodo, ya que antes de dar ninguna clase sabía muy bien qué me encontraría” , explica Mascaró.

Pero vamos por partes. Exactamente, ¿qué es el yoga y qué estilos podemos encontrar?

La Ivet Trasserra, profesora de yoga desde hace ocho años y copropietaria de La Shala Vic, describe esta práctica de la siguiente manera: "Es una herramienta de autoconocimiento, te enseña técnicas de autorregulación y de mejor gestión emocional y, en el ámbito físico, es una práctica que ayuda a tomar mucha conciencia corporal, a flexibilizar ya movilizar el cuerpo, al tiempo que lo tonifica". Pero no debemos imaginar una fuerza muscular equiparable a hacer pesas en el gimnasio, sino que se trabaja una musculatura más profunda y estructural. Y añade "Son un tipo de fuerza y ​​movilidad muy útiles para la vida diaria".

Precisamente, mucha gente, cuando se apunta por primera vez, lo hace con el objetivo de moverse, tal y como explica Mascaró: "Empecé porque al tener un trabajo de oficina, necesitaba hacer algún deporte para estirar el cuerpo y, sobre todo, la espalda".

Así que no se puede negar que el yoga es una buena herramienta para mejorar y alargar la calidad de vida en la vertiente física. Pero Mascaró, que hace un tiempo que practica, afirma "Aunque algunas posturas las sufro más que otras, durante la práctica me siento muy bien. Es un momento en el que sólo pienso en la respiración, en el equilibrio, al intentar mejorar y al probar nuevas posturas, y esta concentración permite que desconecte y no piense en nada de lo que ocurre fuera".

Por tanto, tenemos a nuestro alcance un deporte que nos acompaña en un desarrollo personal, emocional y mental más pausado, un aspecto muy destacable teniendo en cuenta el ritmo diario en el que estamos inmersos. “Cuando termino, noto que he trabajado físicamente. En cambio, mentalmente me siento relajada”, dice.

Tipo de yoga

Dentro de la práctica de yoga, encontramos diferentes caminos y diversas prácticas: estudio de escrituras y textos, prácticas de meditación, uso del sonido y de la vibración como el canto de mantras o el karma-yoga, que consiste en realizar acciones de forma desinteresada. Otras prácticas, como las técnicas de pranaiama, se centran más en el control de la respiración y otras en prácticas más físicas que utilizan el cuerpo, de las que cuelgan diferentes estilos, que es de los que hablamos principalmente en este artículo, porque también son, mayoritariamente, los que podemos encontrar en los centros de yoga que tenemos a nuestro alcance.

Las más popularizadas en nuestro país "son las diferentes prácticas dentro del hatha-yoga, que tienen como herramienta el cuerpo físico, es decir, el movimiento y la respiración". "Y, a través de esta herramienta, limpiamos y alineamos los cuerpos energéticos de los que habla el yoga. Por tanto, accedemos, a través del cuerpo físico, al control de la mente ya estados de meditación, que son los objetivos finales del yoga ", explica Ivet Trasserra.

En el mundo occidental actual, en el que tenemos unas mentes muy dinámicas, “el movimiento nos facilita llegar a este estado de calma, de regulación emocional y de autoconocimiento”, insiste Trasserra. Ya que meditar de forma pasiva, es decir, sentados, sin más, nos cuesta mucho; la cabeza no para en ningún momento y nos resulta muy difícil focalizarnos. Por tanto, es una buena actividad para aquellas personas que buscan un equilibrio entre el cuerpo y la mente, ya que, a través de la respiración y del movimiento corporal, se consigue un estado de concentración, de calma y de atención en el presente que a menudo se nos hace muy difícil alcanzar y que es muy necesario para una buena higiene emocional y mental.

Diferencias de estilos

Pero, como hemos dicho, lo complicado es escoger el tipo de yoga que queremos practicar porque, cuando nos decidimos a probarlo, chocamos con una serie de nombres prácticamente ilegibles y de los que no conocemos el funcionamiento. Dentro de los estilos que implican movimiento –por tanto, flexibilidad, movilidad y tonificación–, nos centraremos en el hatha-yoga y algunas de sus variantes, como en el vinyasa-yoga, y en el yin-yoga.

Las diferencias básicas entre cada uno de ellos las encontramos en la intensidad y exigencias físicas en términos de velocidad de los movimientos, de posturas (asanas) más o menos estáticas o dinámicas y profundas, y de los soportes que se utilizan.

“Para escoger qué tipo de yoga queremos practicar, debemos tener muy presente en qué momento vital nos encontramos. Si necesitamos una práctica de mayor intensidad física o más calmada”, explica Trasserra.

En este sentido, las prácticas que denominamos, en general, como hatha-yoga “son prácticas más estáticas, más pausadas, durante las cuales las asanas se mantienen durante más rato”, especifica Trasserra. Por tanto, para personas que no buscan un movimiento tan dinámico, sino más relajado y estático.

Por ejemplo, el yoga Iyengar es un estilo conocido también del hatha-yoga ideal para personas muy perfeccionistas, porque se busca mucha conciencia corporal utilizando diferentes soportes.

El vinyasa-yoga es otro de los estilos más popularizados. “Es una práctica más dinámica y también más exigente físicamente. Se caracteriza por unas series de asanas muy libres, con poca permanencia en las posturas y enlazadas por el movimiento, siempre respetando el ritmo de la respiración. Es una práctica para aquellas personas que buscan dinamismo, exigencia física y que les sorprendan, que cada clase no sea exactamente lo mismo”, explica Trasserra.

Y entre los estilos de vinyasa-yoga también cabe destacar prácticas como el ashtanga-yoga, que sigue unas series fijas, y el rocket-yoga o el power-yoga, que son más exigentes y que llevan el trabajo de fuerza a un nivel superior dentro del mismo estilo. “Y también se está poniendo de moda el yoga flow, que es un estilo de vinyasa-yoga que busca encadenar las ásanas, una con otra, de forma suave, con unos movimientos dinámicos que fluyen mucho, como el suyo nombre indica”, dice la profesora.

Aunque, como hemos comentado, hay muchos estilos diferentes (kundalini-yoga, yoga Sivananda, dharma-yoga, yoga restaurativo, etc.) y la lista puede ser muy larga, finalmente hablaremos del yin-yoga, " en la que se utilizan toda una serie de soportes para que sea el cuerpo quien vaya cediendo a la gravedad y consiga llegar a capas cada vez más profundas". "Es una práctica que accede a los tejidos conectivos y existe un trabajo profundo de las fascias", explica Trasserra. Por tanto, podría ser una buena opción para aquellas personas que buscan calma, mucha flexibilidad y ganar amplitud de movimiento sin tanto esfuerzo físico, con un objetivo claro de profundizar mucho en estos dos aspectos, pero de una forma más progresiva y natural .

Si vamos a la raíz del yoga, nos daremos cuenta de que se trata de una filosofía de vida muy profunda, de una manera de vivir y entender lo que nos rodea. En Occidente le hemos heredado y adaptado a nuestras necesidades y muchas veces hacemos un uso más físico y superfluo, con el objetivo de mejorar nuestro estilo de vida. Por tanto, mucha gente llega al yoga alineada en esta dirección, aunque “a medida que se practica comprendemos que los beneficios van más allá”, dice la profesora.

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