Historia de la moda

El estilo de Coco Chanel conquista y fascina Londres

El museo Victoria & Albert acoge una retrospectiva que muestra, por primera vez, documentos que acreditan su colaboración con la Resistencia francesa

5 min
Una imagen de Gabriel Chanel tomada en 1937, en la rue Cambon, de París.

Londres¿Quién era y quién fue Coco Chanel? Es la pregunta –del millón de dólares– que la exposición que se inaugura el sábado en el museo Victoria & Albert de Londres sobre uno de los grandes iconos del siglo XX intenta responder. ¿Lo consigue? Lo que hace, sin duda, es deslumbrar al visitante con el enorme despliegue de elegancia y estilo que pone al alcance de los espectadores. Y añade complejidad a la personalidad más famosa y controvertida del mundo de la moda del siglo XX.

Más de cincuenta años después de su muerte, Coco Chanel sigue proyectando una marca de estilo propio sobre los creadores actuales, al tiempo que proyecta todo tipo de sombras sobre sí misma y su sorprendente biografía. Hasta el punto que se podría decir que Chanel, la mujer, es su mayor creación, el artefacto más fascinante y más desconocido, que cautivó a otras personalidades de su tiempo: desde Picasso hasta Jean Cocteau. Ya lo dejó dicho la editora de Vogue Edna Woolmand-Chase: "El éxito de Chanel se debió tanto a su personalidad como a su habilidad y su capacidad de trabajar mucho".

¿Qué podemos decir Coco Chanel (1883-1971), pues? ¿Y por qué orden? ¿Hay que empezar por los orígenes humildes y la infancia traumática, como la estancia en un convento de los 12 a los 17 años que le serviría de inspiración para formas y colores de su ropa –la introducción del negro– y sus joyas? ¿O debe explicarse, sobre todo, que cultivó la amistad de Winston Churchill y tantas otras personalidades importantes de su tiempo, culturales, políticas y artísticas? ¿Hay que poner el énfasis en que fue un espítiru libre y revolucionó cómo las mujeres debían vestirse después de la Primera Guerra Mundial, o que fueron algunos de los hombres muy ricos con los que mantuvo relaciones –Arthur Boy ¿Capel, entre otros– los que le ayudaron a establecerse comercialmente y de forma independiente?

Coco Chanel llegó a ser reconocida y admirada por la aristocracia de media Europa: fue amante del duque de Westminster, por ejemplo, pero también de un oficial de la SS durante la Segunda Guerra Mundial: Hans Günther von Dincklage. ¿Hay que recordar, sin embargo, que invocó las leyes nazis sobre la pureza de la raza para intentar expulsar a sus socios comerciales, los hermanos judíos Wertheimer, que le habían permitido lanzar a gran escala la industria del imperio del perfume, sobre la cuál se ha consolidado la firma a lo largo de un siglo? ¿Qué Chanel elegir? ¿La que apenas ha descubierto su biógrafa Justine Picardie, que ha desenterrado toda una serie de documentos, hasta ahora desconocidos, que demuestran que también colaboró con la Resistencia francesa?

Un toque personal

Es precisamente Justine Picardie quien explica a Coco Chanel: la leyenda y la vida –una de las 172 biografías al alcance sobre la artista, aunque prefería definirse como artesana– que Ernest Beaux, director técnico de perfumes Chanel entre 1924 y 1954, fue el creador del famoso e icónico Número 5, pero que fue Coco quien añadió el toque necesario de extravagancia, o quizás de genialidad, para que naciera la leyenda. Todo ello comienza en 1920, después de que Beaux volviera de una expedición por el Círculo Polar Ártico. Chanel le había conocido en Cannes y le pidió que hiciera un perfume para ella. Beaux era químico y militar, había sido condecorado con la Legión de Honor. En el polo Norte esperaba capturar los olores de aquellos paisajes remotos para meterlos, por decirlo metafóricamente, en botellas de perfume. Con el trabajo realizado, Beaux presentó nueve muestras a Coco Chanel, que optó por la quinta.

Al día siguiente, por la noche, según el relato que hace Picardie, la modista –a quien todo el mundo en el atelier llamaba mademoiselle– llevó una muestra del perfume al restaurante más de moda de Cannes, roció el aire alrededor de la mesa en la que se sentó y esperó la reacción de los comensales. Lo empezó a ofrecer como obsequio para los clientes más importantes y amigos a partir del 5 de mayo de 1921. Un año después, empezó a venderlo. Lo demás es historia. Como también la imagen, captada en 1945 por Robert Doisneau, de los soldados estadounidenses a las puertas de la Casa Chanel, en el 31 de la rue Cambon, de París, donde todavía hoy se encuentra el cuartel general de la firma, haciendo cola para comprar la famosa botella de perfume, cuyo tapón se rehizo para que tuviera la misma forma que la plaza Vendôme de la capital francesa, donde se encuentra el Ritz: el hotel, por cierto, donde tenía habitaciones propias y donde murió Chanel.

Soldados americanos haciendo cuan a las puertas de la Casa Chanel para comprar Chanel Número 5, en París, en una imagen de 1945.

Los comisarios del Victoria & Albert Museum presentan una muestra muy honesta. Para todos aquellos fascinados por la vida privada de la artista, no se esconden en ningún momento las alusiones a la ya citada reputación como colaboradora nazi. De hecho, en el libro Sleeping with the enemy: Coco Chanel's secret war, el periodista de investigación Hal Vaughan ofreció pruebas convincentes de que Coco era una antisemita incorregible: no en vano, y como también ya se ha apuntado, quería deshacerse de los socios judíos, los hermanos Wertheimer, aunque quizás eran estrictas razones comerciales las que la movieron en esa dirección, porque solamente se quedó el 10% de la sociedad creada a tal efecto, en 1924.

La exposición comienza con la visión de una blusa de seda, de color marfil, de 1916, mientras que un pequeño y limpio sombrero de paja negro brillante de 1917 insinúa los rasgos característicos del manifiesto, sobre qué era la moda para Coco Chanel : sencillez, elegancia, comodidad. La muestra consta de diez apartados, que incluyen los primeros años de los trajes de flapper ligeros y los atrevidos vestidos deslizantes de los años 30, bajo los que se podía llevar muy poca ropa interior. Cuanta más atención se presta, más innovación se descubre en su producción: desde los pequeños vestidos negros con los que Chanel alcanzó la cima de la sofisticación del siglo XX hasta las impresionantes bisuterías con piedras de vidrio prensado: antes de Coco Chanel, quizás ningún aristócrata se hubiera planteado llevar falsificaciones.

La sala más impactante es la que presenta los trajes de tweet, una más de las adaptaciones de la anglofilia de la modista a sus propias creaciones: anglofilia también por un estilo de ropa que hace de vínculo de unión con sus dos grandes amores de las Islas: el ya mencionado Boy Capel, jugador de polo, y el duque de Westminster, a través del cual trabaría la amistad con Churchill.

Pasear por las salas del museo Victoria & Albert supone ver el mismo patrón original de Chanel, pero revisado y reinventado a lo largo de los 60 años de carrera. Al final de su vida, cuando vistió a Jackie Kennedy o Elizabeth Taylor, y cuando diseñó trajes para la nueva ola de estrellas del cine europeo, como Jeanne Moreau o Brigitte Bardot, no hacía sino lo mismo de siempre con un twist de innovación y genialidad. Coherencia hasta el final manteniendo el famoso credo: "La moda pasa, el estilo permanece".

stats