Visitar el Empordanet en compañía de Josep Pla
La fundación del escritor de Palafrugell ofrece diferentes rutas y experiencias literarias que pueden culminar con una buena comida
FigueresUna de las maneras más bellas de contemplar el mar, escribió Josep Pla, es a través de los arcos de Calella de Palafrugell, que, "pese a su extrema modestia, son el pedazo de arquitectura más notable de este litoral". La guía Mireia Xarau, de las rutas literarias del autor ampurdanés, se para aquí –es una parada obligatoria, claro– y lee fragmentos en voz alta para el grupo de turistas que lleva. "En invierno, en días de tramuntana, forman sobre la playa un punto recogido; en verano proporcionan una sombra fresca, clareada por la ventolina marina. Y, sobre todo, proporcionan el reposo de ver el mar por la forma más graciosa que los hombres han creado. [...] ¿puede haber algo más agradable para el equilibrio humano?"
Con la tranquilidad que transmite leer al autor de El cuaderno gris, el paseo continúa hacia otros rincones significativamente planianos de Calella, como el mirador de los Burricaires o la playa de Canadell. "La experiencia de pararte ante un espacio que ha inspirado el texto que estás leyendo de Pla, ante el mar o en medio de un pinar, es muy enriquecedora y gratificante", asegura Xarau, que también es miembro del servicio educativo de la Fundació Josep Pla.
Además de los textos y la información de los guías, muchos de los visitantes que se apuntan a las rutas son unos auténticos conocedores de la vida y la obra del escritor ampurdanés, y añaden comentarios y curiosidades. "Para hacer la ruta algo más interactiva, les animamos a leer los textos en voz alta y les preguntamos cosas e ideas previas que tenían sobre lo que hablamos. La gente se anima mucho y siempre acaba participando", explica Xarau, que asegura que, de este modo, las rutas evolucionan y no hay ningún paseo exactamente igual. Además, prácticamente cada año varían las paradas, las explicaciones y los textos de las diferentes rutas que organizan para que los más adictos puedan repetir.
A veces también participa gente del pueblo a quien se encuentran mientras dan el paseo y que fueron testigo de la Calella de Pla o que, directamente, lo conocieron . "Recuerdo un día que hablaba de un restaurante que Pla frecuentaba y un hombre, que resultó ser el hijo de los señores que lo regentaban, me oyó y quiso añadir detalles y anécdotas. Esto es único. Igual que el día que me encontré con un heredero de una familia que se había dedicado a la industria del alcornoque y nos dio una clase magistral sobre aquella época", rememora la guía Annie Unland.
Los que van a andar o a pasear solo como preludio de una buena comida también pueden hacer rutas que acaban en restaurantes que sirven comidas que gustaban a Pla. Y para los que directamente quieren sentarse a la mesa también hay vermuts literarios o comidas en las que se come mientras se leen discernimientos culinarios del escritor. "Sobre todo se sirve cocina de la abuela y platos que ahora se dirían de kilómetro cero, como el arroz negro, el suquet o el es niu", apunta Xarau. De hecho, el escritor ampurdanés lo tenía muy claro. "Con la cocina sucede como con determinadas ideas políticas: es inexportable, no puede ser desarraigada sin peligro de desnaturalización", escribió Pla.
Más allá de Palafrugell
Las rutas de Calella fueron de las primeras que la Fundació Josep Pla empezó a ofrecer, junto con las de Palafrugell –se empieza en su casa natal–, Llofriu, Tamariu y el faro de San Sebastián. Más adelante ya se fueron organizando paseos literarios por otros lugares del Empordanet y más allá, como Cap Roig, Pals, Ullastret, l'Escala, Cadaqués y Barcelona. También existe la opción de pedir rutas a medida para escuelas e institutos o grupos de amigos.
Una de las que tiene más éxito es la de Cadaqués, donde Pla se llegó a comprar una casa e hizo largas estancias. "Es una ruta muy interesante y es un pueblo que siempre atrae a muchos visitantes, es un lugar especial. Vivió varios años allí y hay mucho material", explica Unland. También se pueden seguir –a pesar de que sin guías– los pasos de Pla en ciudades más lejanas, como París. En la web del Mapa Literari Català se puede encontrar el recorrido, que va desde el Musée d'Orsay hasta el barrio de Montparnasse, y los textos que se pueden leer en cada parada. La capital francesa le causaba una gran impresión. "Si desde alguna de las ventanas adecuadas del Museo del Louvre [...] se contempla el panorama urbano que ofrece la cour central del aludido palacio, el arco inmediato, delicioso, de color de rosa, de el Carrousel, los jardines de las Tullerías, la plaza de la Concordia, con el obelisco egipcio central en medio que Napoleó trajo de Egipto, los Campos Elíseos sobre la perspectiva del Arco de Triunfo de la Estrella, el efecto es inolvidable, porque se tiene la sensación de encontrarse ante una de las creaciones del urbanismo más nobles, graves e inteligentes del mundo que conocemos", dice Pla en Notas sobre París.
La Fundació Josep Pla también colabora con diferentes instituciones locales y las asesora para que hagan rutas literarias en su pueblo o ciudad. "Siempre estamos abiertos a colaboraciones de diverso tipo para poder ampliar la oferta", apunta el director de la Fundació Josep Pla, Francesc Montero. Ya han llegado a acuerdos, por ejemplo, con el Museu de l'Anxova i de la Sal de l'Escala. "Surgió la idea porque Pla tenía mucha relación con el pueblo, iba a menudo a Ca la Nieves, la antigua salina del puerto de en Perris, el Café de Can Bofill y los antiguos astilleros, donde se hizo construir un laúd", recuerda el guía escalense Gabri Maragall. En la ruta también se explica la poca relación que tuvo con Víctor Català, de quien decía que tenía una obra con "talvez un poco demasiado de zumo de diccionario", pero "excelente y de un gran interés".
El escritor ampurdanés describió l'Escala con prosa lírica –ni coloquial ni elevada–, adjetivos exactos y un anecdotario muy rico, igual que todos los rincones planianos que se pueden visitar con la compañía de la Fundació Josep Pla. "La situación de l'Escala es aparentemente una aberración. Es la única población de nuestro litoral, encarada al norte, totalmente abierta a tramuntana y a mistral, que no dispone de ninguna defensa ni ningún abrigo. [...] Ahora: de puertas adentro se vive muy bien; los alimentos son de primera calidad y la gente es abierta y admirable. El panorama del golfo y del Canigó, en invierno, en días claros y soleados, es de una belleza inolvidable".