Un Nobel de la Paz dirigirá el gobierno interino de Bangladesh
Una vez disuelto el Parlamento, comienzan las negociaciones y los líderes de la propuesta reclaman que sea Mohamed Yunus, galardonado por su programa de microcréditos
BarcelonaEl premio Nobel de la Paz, Muhammad Yunus, encabezará el gobierno interino de Bangladesh, después de que la primera ministra, Sheikh Hasina, renunciara al cargo y huyera del país por la presión de los manifestantes en medio de un levantamiento masivo que dejó cientos de muertos. La decisión, anunciada a primera hora del miércoles por la oficina de prensa del presidente del país, Mohammed Shahabuddin, se tomó en un encuentro entre jefes militares, estudiantes promotores de las protestas, destacados líderes empresariales y miembros de la sociedad civil. Se espera que Yunus, oponente político desde hace mucho tiempo de Hasina, vuelva de París, donde asesora a los organizadores olímpicos, el jueves, el mismo día que debería jurar el cargo.
El presidente de Bangladesh, Mohamed Shahabuddin, había anunciado el martes la disolución del Parlamento y dado así vía libre a la formación de un gobierno interino. Muhammad Yunus, galardonado con el premio Nobel de la Paz en el 2006, toma ahora el reto de llenar el vacío de poder que ha dejado la primera ministra y de volver a encaminar el futuro del país con nuevas elecciones. Conocido como "el banquero de los pobres", se le atribuye haber sacado a millones de personas de la pobreza con su uso pionero de los microcréditos. Este sistema permitía otorgar préstamos a personas con pocos recursos que normalmente son desechadas por los bancos. En enero, un tribunal de Bangladesh le condenó a seis meses de cárcel por violar las leyes laborales. La decisión judicial recibió las críticas de la ONU y de líderes mundiales como Barack Obama, ya que consideraban que la ex primera ministra Hasina no había hecho nada por impedir la condena de lo que era su rival político.
Adiós a la dama de hierro
Sheikh Hasina, que había gobernado veinte de los últimos treinta años, está ahora en Nueva Delhi. Un final triste por una mujer que, de joven, había encabezado las protestas a favor de la democracia en Bangladesh que derrocaron al gobierno militar en 1990. Con 76 años, ha acabado abandonando el cargo de primera ministra y huyendo en helicóptero del país, empujada por las protestas que denunciaban, precisamente, su deriva autoritaria. Imágenes de manifestantes asaltando el palacio presidencial o destruyendo estatuas de su padre ilustraban ayer la sensación de euforia que se vivía en las calles, después de años de ser gobernados con mano de hierro. El pueblo que había decidido coronarla años atrás, decidía ahora destronarla.
Hasina es hija de Sheikh Mujibur Rahman, considerado el "padre de la nación", por haber liderado la independencia de Pakistán en 1971 y ser el primer presidente de Bangladesh. El asesinato de su padre en 1975 durante un golpe de estado, en el que murió buena parte de su familia y que le obligó a exiliarse con 28 años, marcó su trayectoria política. Después de unos años de exilio en la India, Hasina regresó a Bangladesh en 1981 y, junto a la líder que después sería su rival política, Khaleda Zia, encabezó las protestas que acabarían destronando al dictador militar Mohamed Ershad.
Bajo el paraguas del partido político de su padre, la Liga Awami, Hasina se había convertido en un símbolo de la democracia. Su primer mandato fue un soplo de aire fresco para Bangladesh: plantó cara a la militancia islamista, puso freno a un ejército propenso al golpe de estado y reformó la economía del país para revertir el elevado índice de pobreza. Pero desde su vuelta al poder en el 2009, fue consolidando su autoridad hasta el punto de ser percibida por sus oponentes como la continuidad de las fuerzas políticas totalitarias anteriores. El prisma de la guerra de independencia impregnó a todos los baremos ideológicos: su padre era el símbolo de la nación y cualquier oponente, un traidor a la patria. Una de las figuras que sufrió sus efectos fue Begum Khaleda Zia, encarcelada en el 2018 acusada de corrupción.
También su gestión económica hizo aguas: mientras se evidenciaba la dependencia excesiva de la industria de la confección, aumentaban las desigualdades y el crecimiento económico no se traducía en más empleo. La crisis financiera que sufría Bangladesh obligó al país a acudir al Fondo Monetario Internacional para obtener un préstamo de 4.700 millones de dólares.
En este contexto, la represión que aplicó contra los jóvenes que protestaban por el restablecimiento de las cuotas que dificultaban el acceso de los estudiantes a la administración pública acabó siendo el arma de su propia destrucción.