Biden ante la ONU: “No buscamos una nueva Guerra Fría”

El presidente de los EE.UU. participa en una Asamblea General marcada por una "cascada de crisis"

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Joe Biden, este martes, durante su discurso en la Asamblea General de la ONU.

BarcelonaHace tiempo que analistas, expertos e incluso algunos mandatarios coinciden en hacer una afirmación: las Naciones Unidas están heridas. En los últimos años, el organismo –que, en palabras del sueco Dag Hammarskjöld, fue creado en 1954 para "salvar la humanidad del infierno" después de la oscuridad de dos guerras mundiales– ha visto cómo su capacidad de influencia en el tablero global menguaba mientras se hacía cada vez más dependiente de los grandes gobiernos del mundo. Además, en la última década, la oleada de políticas populistas, que llaman al repliegue y claman contra el multilateralismo, ha evidenciado el giro de unas potencias cada vez menos dispuestas a pensar y actuar conjuntamente. El America first [América primero] de Donald Trump, el Brasil acima de tudo [Brasil por encima de todo] de Jair Bolsonaro o el Brexit en el Reino Unido son ejemplos recientes de ello. En este contexto de pesimismo sobre la salud de la institución, este martes ha empezado en Nueva York la Asamblea General de la ONU, la cita diplomática más importante del año, la primera semipresencial desde el inicio de la pandemia, y la primera con Joe Biden como presidente de los Estados Unidos, que ha querido dejar claro que "no estamos buscando una nueva Guerra Fría", en referencia a las tensiones crecientes con China.

La crisis climática y la pandemia tenían que ser los puntos marcados en rojo en la cita. Pero ni el mundo ni la geopolítica entienden de previsiones. La caótica retirada de las tropas internacionales en Afganistán –con el consiguiente regreso al poder de los talibanes– y las inéditas tensiones diplomáticas entre los Estados Unidos y Francia por la crisis de los submarinos se añadieron a última hora al listado de temas relevantes.

En este sentido, y por protagonista en los dos episodios, la comparecencia de Joe Biden era de las más esperadas. El demócrata ha optado por su tono más diplomático para pronunciar su primer discurso ante la Asamblea General. En cuanto a la crisis desencadenada a raíz de la alianza anunciada la semana pasada entre los EE.UU., Australia y el Reino Unido para proteger sus intereses en los mares del Pacífico y el Índico, no ha hecho referencia a su relación con la Francia de Emmanuel Macron, visiblemente molesto por la unión, que provocó la suspensión de un acuerdo multimillonario de venta de submarinos que París tenía pactado con Canberra.

En cambio, sí ha hablado de China, la otra gran parte afectada por esta alianza estratégica: los tres países quieren intensificar su presencia en esta zona marítima para frenar la expansión china, que hace años que preocupa a la Casa Blanca. El presidente norteamericano ha asegurado que no está intentando iniciar un conflicto con Pekín, a pesar de que la relación entre las dos potencias hace tiempo que es tensa. "No estamos buscando una nueva Guerra Fría, ni un mundo dividido en bloques rígidos", ha afirmado en su declaración más potente del parlamento. También ha hecho un canto a favor del multilateralismo que tanto ha prometido desde que inició la carrera hacia la Casa Blanca: "Los Estados Unidos recurrirán a instituciones multilaterales para gestionar desafíos como los de la región del Indopacífico, y no utilizarán la fuerza si no es como último recurso".

Minutos más tarde, y por vídeo desde Pekín, se ha pronunciado el presidente chino, Xi Jinping. El tono ha sido similar al de Joe Biden: a favor del multilateralismo, del diálogo, la cooperación y "el respeto mutuo". Y este último punto es interesante. China ha reiterado su mensaje habitual contra las intervenciones extranjeras en sus asuntos internos. Concretamente, ha clamado contra "las intervenciones militares y los intentos de imponer la democracia en otros países", una clara referencia a Washington.

A todo esto, y siguiendo la línea de las últimas semanas, Biden también ha querido defender la decisión de culminar la retirada de las tropas norteamericanas de Afganistán, a pesar de la rapidísima vuelta de los extremistas al poder en Kabul. "El poder militar de los EE.UU. tiene que ser el último recurso", ha dicho el mandatario. Una sentencia, cuando menos, polémica teniendo en cuenta las varias intervenciones militares norteamericanas de las últimas décadas, sobre todo en Irak y en el propio Afganistán. Biden ha reiterado que la retirada del país asiático busca poner fin a "un periodo de guerra imparable" y abrir "una nueva era de la diplomacia".

Tanto Biden como Xi Jinping han aprovechado para hacer dos anuncios concretos relacionados con la crisis climática. El norteamericano ha afirmado que multiplicará por dos la cantidad económica que Washington utiliza para frenar los efectos del cambio climático en el mundo. El chino ha asegurado que dejará de construir plantas de carbón en el extranjero para favorecer el uso de energías más limpias. 

La contundencia de Guterres

Pero el discurso más potente de la jornada lo ha hecho António Guterres, actual secretario general de la ONU, que, como marca el protocolo, ha abierto la sesión. El político portugués ha hecho un resumen bastante desolador del mundo en el que vivimos. "Estamos al lado del abismo y moviéndonos en la dirección equivocada. Nuestro mundo nunca ha estado más amenazado o dividido. Hacemos frente, de hecho, a la cascada de crisis más grande de nuestras vidas". Guterres ha puesto algunos ejemplos: desde la crisis sanitaria y también económica por la pandemia de covid-19, que "ha intensificado enormes desigualdades que ya existían", o la emergencia climática "que golpea el planeta", hasta "la agitación en Afganistán, en Etiopía, en el Yemen y más allá, donde se ha estropeado la paz".

También ha querido subrayar una imagen: la de miles de vacunas contra el covid-19 caducadas y lanzadas a la basura en algunos países ricos mientras que en la mayoría de países pobres todavía están llegando las primeras dosis. "Hemos aprobado en ciencia, sí, pero hemos suspendido en ética", ha añadido. Y con la misma dureza se ha referido a la falta de voluntad política para intentar frenar las consecuencias devastadoras del cambio climático. Guterres ha recordado que se necesita un recorte del 45% de las emisiones para 2030, pero con los compromisos nacionales actuales las emisiones podrían incrementar hasta un 16% de cara al 2030. "Esto nos condenaría a un escenario infernal. En lugar de encontrarnos en un camino de solidaridad, estamos en un callejón sin salida que nos lleva a la destrucción". Entre el público, supuestamente escuchando sus palabras, estaban parte de las personalidades más poderosas del mundo.

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