Un ciclista con un tiro en la cabeza, coches de civiles ametrallados... Irpín, la ciudad deshecha

Las tropas rusas podrían haber cometido crímenes de guerra a las localidades de la cercanía de Kiev

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Un hombre anda por una calle con varios cadáveres en tierra una calle de Butxa

Enviada especial a Irpín (Ucrania)És difícil de ver si no te fijas al pasar por la carretera con el coche. A simple vista sólo se aprecia la bicicleta en el arcén, pero al lado hay el cuerpo sin vida de un hombre que viste de forma humilde, con pantalones y jersey de color negro. Por las facciones, parece una persona de una cierta edad. Sin embargo, los soldados rusos no tuvieron ninguna compasión a la hora de dispararle y volarle los sesos. El hombre tiene el cráneo reventado literalmente. Parece que haya muerto hace días, pero el cuerpo no hace mal olor. Las temperaturas han vuelto a bajar drásticamente. Este domingo nevaba a Kiev.

El hombre que fue abatido de un disparo a la cabeza cuando circulaba con su bicicleta por la carretera que trae a Irpín.

Circulando por una de las carreteras que lleva a Irpín se puede comprobar la brutalidad con que han actuado las tropas rusas. Irpín, una localidad a 8 kilómetros al noroeste de Kiev que antes de la guerra tenía unos 60.000 habitantes, es una de las poblaciones que los soldados rusos ocuparon con el objetivo de avanzar hasta la capital ucraniana. Según fuentes municipales, sólo dos mil personas continúan en la ciudad. Allí y en otros pueblos vecinos, como Bucha u Hostómel, han tenido lugar los peores combates en las afueras de Kiev y también se han cometido todo tipo de atrocidades. De hecho, el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitró Kuleba, ha solicitado al Tribunal de la Haya que investigue posibles crímenes de guerra en esta zona, donde se han localizado hasta 410 cuerpos sin vida de civiles, algunos atados de manos o abatidos en medio de la calle. El alcalde de Kiev, Vitali Klitxkó, incluso habla de genocidio.

Irpín se podría decir que es una ciudad dormitorio, donde muchos escogieron vivir porque está en medio de la naturaleza y el precio de la vivienda era más económico que en Kiev. De hecho, el municipio estaba muy bien conectado con la capital mediante un puente, que hacía posible acceder a la ciudad en quince minutos en coche. Por eso las tropas ucranianas volaron ese puente, para impedir el avance rápido de las tropas rusas hacia Kiev. La imagen de miles de personas intentando huir de Irpín a través del puente destruido dieron la vuelta al mundo hace unas semanas.

Ahora sólo es posible llegar a Irpín a través de dos carreteras que hacen un gran rodeo: una por el norte y otra por el sur. En la autopista sur, hay coches de civiles que fueron ametrallados indiscriminadamente por las tropas rusas mientras circulaban por esta vía. Algunos se estrellaron contra la mediana de la autopista, y todavía siguen allí. Otros están atravesados en el arcén o volcados en la calzada.

Asimismo, hay tanques rusos destruidos en medio de la carretera, con la característica letra zeta de color blanco pintada en la carrocería que los identificaba. Todos se dirigían hacia Kiev. En el interior se puede distinguir el cuerpo de algún soldado ruso totalmente calcinado, que se confunde con el embrollo de hierros en que han quedado convertidos los blindados. Con todo, la estampa actual de la carretera no es la que quedó después de la retirada de los rusos de esta zona. Las fuerzas ucranianas recuperaron el control de Irpín el jueves, y el de la localidad de Bucha el viernes y, desde entonces, los servicios de emergencia han estado trabajando en la limpieza de la calzada. Este domingo continuaban.

Tancs rusos destruidos a la carretera que trae a Irpín.

Las tareas de limpieza también han empezado en Irpín, pero en 48 horas es imposible borrar la devastación de semanas de guerra. La mayoría de su población huyó y, cuando se llega a la localidad, se entiende el porqué. Sin duda los soldados rusos se ensañaron con este municipio. Fueron calle por calle destruyéndolo todo.

Hay edificios residenciales con grandes boquetes en la fachada que demuestran que fueron atacados de forma deliberada a pesar de que vivían civiles. O casas unifamiliares con el tejado hundido donde también cayó un proyectil. Las tiendas, los vehículos... Todo ha quedado arrasado. Ni las farolas se salvaron, más de uno ha quedado caída en el suelo. Asimismo, la línea eléctrica ha quedado seriamente dañada. Hay que tener cuidado para no darte de burces con un cable de alta tensión que cuelga peligrosamente sobre la calzada. En la calle no se ve nadie, sólo artificieros ucranianos que intentan localizar minas antipersonas que los rusos hayan podido dejar.

Destrucción en una calle de Irpín este domingo.

En medio de tanta destrucción llama la atención un grupo de casas de dos plantas que están intactas, ni siquiera tienen los cristales de las ventanas rotos. “Los soldados rusos se instalaron aquí y echaron los vecinos”, explica una pareja alemana, a quien la invasión cogió de vacaciones en Ucrania, donde habían venido a ver a su nieta . Se llaman Tania y Peter Engbart, y se los ve demacrados. Han pasado cinco semanas cerrados en un sótano con tres vecinos más. Los rusos no los mataron pero tampoco los permitieron salir para ser evacuados.

En una de las casas donde se instalaron los militares rusos, hay tres sofás cama abiertos. Se deduce que eran unos cuántos los soldados que dormían allí. La mesa de la cocina está llena de copas y vasos sucios, y botellas de champán y de todo tipo de licores. Parece que regaban la guerra con alcohol.

Botellas de licor en una de las casas de Irpín donde se instalaron los soldados rusos.

Este domingo a las ocho de la tarde las sirenas antiaéreas han vuelto a sonar en Kiev, y otra vez a las diez de la noche. Los soldados rusos se han retirado de Irpín, Bucha y otras localidades cercanas a la capital, pero la amenaza no se ha desvanecido.

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