La cumbre climática de Glasgow tiene que buscar acciones para antes de 2030

Los gobiernos tienen menos de una década para acelerar la reducción de emisiones

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París da su nombre al acuerdo internacional más importante contra el cambio climático.

BarcelonaSe agota el tiempo. El nuevo informe científico de la ONU no puede ser más claro. Y esto a pesar del hecho que para ser aprobado tiene que recibir el visto bueno de representantes de todos los gobiernos –por eso se llama Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC)–. Esta supervisión política es lo que ha hecho siempre que los informes del IPCC se consideren más conservadores en sus conclusiones que las otras instituciones científicas o de investigación. Esta vez, sin embargo, la contundencia es total. Y llega apenas cuatro meses antes de una cumbre política clave, la que reunirá de nuevo a 195 países para hablar del cambio climático, esta vez en Glasgow, Escocia. La cumbre climática de la ONU COP26 se tendría que haber celebrado a finales de 2020 y se aplazó por la pandemia. Llevamos un año de retraso, y muchos más años perdiendo el tiempo.

¿Qué se espera que hagan los gobiernos en esta cumbre? Para empezar tienen que presentar unos nuevos compromisos de lucha climática más ambiciosos que los que presentaron en 2015 cuando firmaron el Acuerdo de París. A pesar de que todavía hay gobiernos que intentan regatear los plazos, aquel acuerdo implica que cada cinco años se renueven a la alza los compromisos de reducción de emisiones. Vamos un año tarde ya, por culpa de la pandemia.

Compromisos a corto plazo

“Lo que es imperiosamente necesario que se consiga en Glasgow es que se intensifiquen los compromisos de reducción de emisiones en el horizonte 2030: el IPCC deja claro que hace falta una mitigación muy fuerte en la década actual y que no vale demorar la acción al 2050”, dice Olga Alcaraz, observadora veterana de las negociaciones climáticas internacionales para el Grup de Governament del Canvi Climàtic de la UPC. Alcaraz señala que, según el nuevo informe, “para contener el calentamiento global en 1,5 ºC con una probabilidad del 67%, el presupuesto de carbono desde el inicio de 2020 es de solo 400 gigatones (Gt) de CO2”, es decir, que el mundo no puede emitir más que esto o será imposible evitar la subida por encima de 1,5 ºC. “Si cada año estamos emitiendo unas 42 Gt, es fácil calcular que en 2029 habremos agotado este presupuesto”, dice Alcaraz.

Las medidas políticas se tienen que tomar ya: esta próxima década es clave. En Glasgow, pues, hace falta que los compromisos sean contundentes y a corto plazo. De hecho, según los científicos de la ONU, para proteger el planeta hace falta que las emisiones lleguen a su pico en 2025. Lo dice una parte del tercer informe del IPCC, el que se centra en la mitigación, que se tiene que publicar el año que viene y que se ha filtrado ya a la revista Contexto y Acción (CTXT). Los objetivos para 2030 incluso se quedan cortos. Según esta filtración, de hecho, la IPCC “considera que el decrecimiento es clave para mitigar el cambio climático”.

No parece muy probable que los gobiernos reunidos en Glasgow empiecen el camino del decrecimiento, a pesar del llamamiento de la ciencia. Hasta ahora, muchos países se han comprometido con la neutralidad climática en 2050, a pesar de que China, el primer emisor mundial, lo deja para 2060. El cambio de gobierno en los Estados Unidos ha dado, sin embargo, un nuevo empujón y Joe Biden se ha comprometido ya a reducir a la mitad las emisiones en 2030. Falta, eso sí, que consiga aprobarlo en el Congreso y ponerlo en práctica. La Unión Europea también se ha comprometido a recortar un 55% las emisiones en 2030 y el Reino Unido, como anfitrión de COP26, va más allá y promete un 78% menos en 2035. Pero faltan Australia y otros muchos países. El G-7 y el G-20, de hecho, no se han comprometido todavía lo suficiente con la lucha climática.

Otro de los puntos clave de la próxima cumbre volverá a ser el de la financiación: el Acuerdo de París promete 100.000 millones de euros anuales para ayudar a los países pobres no solo a soportar los embates de la crisis climática sino también a transformar sus economías. Un dinero que tiene que poner los países ricos pero que hace más de diez años que está pendiente de conseguir, porque la promesa es muy anterior al Acuerdo de París. Más deberes urgentes para Glasgow.

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