Sudán

La dimisión del primer ministro de Sudán agrava la crisis política en el país

La renuncia deja a los militares al frente casi en solitario y devuelve al país a un nuevo escenario de contestación

3 min
El ya ex primer ministro del Sudán, Abdul·là Hamdok, en una foto de archivo.

El CairoHaciendo buenos los rumores que hacía días que se gestaban, el primer ministro de Sudán, Abdulá Hamdok, ofreció el domingo por la noche un discurso a la nación en el que, lejos de transmitir un mensaje reconfortante para el nuevo año, anunció que dimitía. Dejó así el poder del país abiertamente en manos de los militares que llevaron a cabo un golpe de estado a finales de octubre. La renuncia, que llegó después de una nueva jornada de protestas duramente reprimidas, simboliza el fin de la frágil transición democrática pilotada por una descompensada alianza entre civiles y militares que se inició en el país en verano de 2019, poco después de la caída del exdictador Omar al-Bashir, y devuelve el país a una nueva fase de contestación.

Hamdok había actuado como primer ministro desde la firma del acuerdo entre líderes civiles y militares que siguió al derrocamiento de Al-Bashir, pero fue destituido el 25 de octubre y puesto bajo arresto domiciliario por los generales golpistas, que solo lo restituyeron cuando acordó en solitario un nuevo reparto de poderes y una nueva hoja de ruta con los militares. El nuevo pacto, sin embargo, fue rechazado por todos los principales grupos políticos y sociales del país, que mantuvieron un alto nivel de movilización y desobediencia civil para exigir un gobierno civil y la rendición de cuentas por parte de los generales golpistas. 

Además de su falta de apoyo social y político, Hamdok tampoco había sido capaz de hacerse valer ante los militares, ni siquiera en aquellas parcelas en las que, sobre el papel, había conseguido concesiones, como por ejemplo la formación de un gobierno propio o la liberación de presos políticos. La última semana, el mandatario tampoco pudo evitar la escalada de violencia contra manifestantes por parte de las fuerzas de seguridad, que desde el 25 de octubre han matado a 57 personas, según un recuento elaborado por el Comité de Doctores del Sudán.

“He intentado, dentro de lo posible, evitar que nuestro país cayera en el desastre, y ahora nuestro país está atravesando un peligroso punto de inflexión que puede amenazar toda su supervivencia si no se pone remedio pronto”, alertó Hamdok en su discurso televisado.

A efectos prácticos, la renuncia de Hamdok deja al ejército casi en solitario al frente del país y borra la cobertura civil que había querido dar a su nuevo gobierno después del golpe. También dinamita la narrativa de los militares según la cual su movimiento buscaba corregir la transición y deja al descubierto su apuesta contrarevolucionària.

“[Hamdok] Era incapaz de hacer avanzar el país hacia un gobierno democrático, porque desde el golpe la transición se había acabado en la práctica. Lo que el regreso de Hamdok hizo fue permitir una apariencia de alianza donde claramente no la había. Y la permanencia de Hamdok en el cargo mientras los militares ejercían una represión violenta en la calle lo hacía aparecer como un cómplice”, apunta al ARA Kholood Khair, socia directora del centro de investigación en Jartum Insight Strategy Partners.

Mesa de diálogo

En un último intento de marcar la agenda, durante su discurso a la nación Hamdok sugirió que, a su entender, la solución a la crisis que atraviesa el país implica constituir una mesa de diálogo que incluya a todos los sectores de la sociedad y del estado para acordar un nuevo documento nacional y una nueva hoja de ruta que permita retomar la transición.

En la práctica, sin embargo, la propuesta de Hamdok cuenta con muy pocos adeptos. Por un lado, los generales golpistas todavía no se han pronunciado sobre su dimisión. Y, por el otro, los principales grupos políticos y sociales del país rechazan cualquier tipo de negociación o acuerdo con los militares. Dos de estos últimos, la Asociación de Profesionales Sudaneses (APS) y los comités de resistencia de los barrios, están acabando de definir una declaración conjunta para salir de la crisis, según ha explicado al ARA Mohamed El Nour, un portavoz del APS.

En el exterior, uno de los primeros países en reaccionar a la dimisión de Hamdok han sido los Estados Unidos, que han llamado a los sudaneses a encontrar algún tipo de consenso entre ellos, en un mensaje con un tono mucho más frío que el expresado en anteriores ocasiones. Por su parte, el representante especial del secretario general de la ONU en Sudán, Volker Perthes, se ofreció el lunes a facilitar un proceso de diálogo para superar la falta de confianza actual.

stats