“Encontraron su cuerpo en el canal de aguas residuales”

Un traductor de las tropas españolas pierde a un hermano en el ataque en el aeropuerto

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01. Canal de aguas residuales al aeropuerto de Kabul. 02. Abdul Khadir, el germano muerto.

BarcelonaAbdul Matin dice que encontraron el cuerpo de su hermano mayor flotando de boca para abajo en el canal de aguas residuales que hay cerca de la entrada del aeropuerto de Kabul donde el jueves pasado un terrorista suicida se inmoló. Estaba destrozado, la explosión le había cogido de pleno. Como tantos otros, intentaba embarcar en un vuelo de evacuación. Abdul Matin es uno de los traductores afganos de las tropas españolas que tuvo la suerte de llegar a Madrid en 2015, cuando el gobierno español concedió asilo a una cuarentena de sus colaboradores. Ahora aspiraba a traer a su familia a España porque, como él, también corrían peligro con el retorno de los talibanes. Pero ni su familia ha llegado y, en el intento de huida, ha perdido a un hermano.

Abdul Matin habla mecanizado por teléfono, como si tuviera prisa por explicar todo lo que le ha pasado. Trabaja en un bazar chino en Madrid todos los días de la semana excepto los martes, de diez de la mañana a tres de la tarde, y de cinco de la tarde a diez de la noche.

La semana pasada, cuando ocurrió el atentado, como no, estaba trabajando. Se enteró de la explosión por Facebook y lo primero que hizo fue llamar a su familia porque estaban allí, en el aeropuerto. Era el tercer día que iban. Los dos anteriores no habían conseguido entrar a pesar de que tienen un documento oficial de la embajada española en Kabul que corrobora que podían coger un vuelo de evacuación.  

Líneas saturadas

Pero por más que llamó y llamó, Abdul Matin no tuvo manera de contactar con ellos. Las líneas estaban saturadas. “Hasta mi jefe me dijo que me fuera a mi casa”, comenta, de tan histérico que lo vio. Estaba que se subía por las paredes. Cuando finalmente consiguió hablar con su hermana, la conversación tampoco le aclaró casi nada. La chica no dejaba de sollozar y apenas podía articular palabra. Abdul Matin sólo entendió que no encontraban a Abdul Khadir, el hermano mayor. Le llamaban por teléfono y no contestaba.

El hermano mayor no tenía que coger un vuelo de evacuación español, sino uno norteamericano porque ha trabajado para Estados Unidos, pero aquel día acompañó al resto de la familia hasta la puerta Abbey Gate del aeropuerto –donde ocurrió el atentado- para intentar hablar con los militares norteamericanos que la custodiaban y que les dejaran pasar a todos. “Es que mi familia no sabe hablar ni inglés ni español, en cambio mi hermano mayor sí que hablaba muy bien inglés”, justifica Abdul Matin desde Madrid. Por eso él se avanzó al resto del grupo y por eso la explosión le cogió a él y al resto no.

Cuerpos amontonados

Abdul Matin se enteró de lo ocurrido al día siguiente, cuando por fin consiguió hablar con alguien de su familia que no rompiera a llorar por teléfono. Con la explosión, todos habían huido despavoridos de los alrededores del aeropuerto. Sólo dos hermanos regresaron al cabo de un rato para buscar al mayor. El canal de aguas residuales próximo a la entrada del aeropuerto estaba lleno de cuerpos flotando sin vida y enseres personales de los muchos que estaban allí concentrados intentando entrar. Incluso el agua había adquirido un color rojizo de la sangre.

“Mis padres no saben que mi hermano ha muerto. Hemos preferido no decírselo porque son mayores y están mal de salud”, explica Abdul Matin. Para que no se enteraran, añade, llevaron el cuerpo a casa de otro familiar, y allí lo lavaron y lo prepararon para el entierro. Su hermano tenía mujer y tres hijos.

“El Ministerio de Defensa [español] ha asegurado que no dejará a ninguna persona atrás”, contesta Abdul Matin cuando se le pregunta si cree que su familia conseguirá llegar algún día a España. “Después del ataque, la embajada les envió un mensaje diciendo que no fueran al aeropuerto y que estuvieran en un lugar seguro hasta que les avisaran”, añade. Lo que se pregunta es cuándo les avisarán. Desde entonces nadie más se ha vuelto a poner en contacto con ellos.

 

 

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