El deseo interno de Washington que amenaza el futuro de Netanyahu

Estados Unidos tiene cada vez menos recelos para hacer explícito su malestar con el primer ministro israelí

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El presidente estadounidense, Joe Biden, es recibido por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Tel Aviv el pasado 18 de octubre.

WashingtonLas relaciones entre Estados Unidos e Israel no pasan por su mejor momento. O mejor dicho, ha habido un distanciamiento entre la administración de Joe Biden y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. La crueldad y el hambre a la que está sometida la población de Gaza, fruto del brutal asedio israelí contra la Franja, y la presión que está recibiendo Biden por parte de sus votantes en año electoral están haciendo que desde Washington cada vez se critique de forma más abierta la gestión del gobierno israelí. Buena prueba de ello es que el viernes, por primera vez, Estados Unidos pidió ante la ONU un alto el fuego en la Franja.

El malestar con Netanyahu ya se puso de manifiesto cuando la vicepresidenta Kamala Harris pidió un alto el fuego el 3 de marzo y cuando Biden exigió a Israel durante el discurso del estado de la Unión que protegiera a los civiles de la Franja. La reunión de Harris con el exministro de defensa israelí Benny Gantz en la capital estadounidense fue otro gesto que no gustó a Netanyahu, y ahora, las declaraciones del líder de la mayoría en el Senado, el demócrata Chuck Schumer, han terminado de poner de relieve las grietas que han salido en la relación. Schumer, que es de origen judío, dijo durante uno de sus discursos en el Senado: "El primer ministro Netanyahu se ha perdido permitiendo que su supervivencia política se haya sobrepuesto sobre los intereses de Israel".

Que el tándem Biden-Harris se muestre crítico con su socio es un hecho esperable en el contexto de la campaña electoral, especialmente cuando el voto de castigo se ha hecho notar en las urnas de algunos estados como Michigan. Ahora bien, que una figura como Schumer haya sido tan crítica con Netanyahu es muy significativo para Ilan Berman, vicepresidente del American Foreign Policy Center y exconsultor del Departamento de Defensa estadounidense: "Lo que está ocurriendo en el Congreso es más problemático porque es el lugar donde tradicionalmente Israel ha recibido la mayor parte de su apoyo. Pero ahora, como vimos en el discurso de Schumer, está empezando a mostrar nuevas tensiones".

Palestinos en medio de la destrucción en la ciudad de Gaza causada por los ataques israelíes.

Tener de espaldas el Congreso estadounidense puede ser un dolor de cabeza para Israel, sobre todo a la hora de aprobar nuevos paquetes para enviar dinero y armas, como el que está bloqueado por los republicanos (aunque el bloqueo de esta medida está motivado por el filibusterismo de Trump en Biden). La visita de la delegación del gobierno israelí a Washington, que está prevista para la próxima semana, es un síntoma de la preocupación por las tensiones entre ambos socios. "Israel está decidido a purgar Hamás de la Franja y sus planes puede que no sean aceptables para Washington. Si esto ocurre, entonces realmente existe la posibilidad de que la ayuda se detenga completamente. Por lo tanto, esto tiene el potencial de convertirse en una crisis bastante significativa en las relaciones", avisa Berman.

"Partidarios de Israel, pero no de Netanyahu"

Estados Unidos respeta el derecho de Israel de perseguir a Hamás (así lo expresó el propio Biden durante el discurso del Estado de la Unión), pero también están intentando adoptar un papel más constructivo en medio de una crisis humanitaria que ya es se ha saldado con la vida de más de 30.000 palestinos. La gestión que está haciendo Netanyahu del conflicto, que también le está costando críticas internas, no agrada a Estados Unidos. El peso de unas posibles elecciones cuelga sobre la cabeza de Netanyahu, que está sufriendo una crisis de popularidad dentro de su país. De hecho, "hay un deseo en Washington" de un cambio de primer ministro, según Berman, que añade: "Son partidarios de Israel, pero no de Netanyahu".

La invitación a Gantz (a quien Netanyahu no autorizó el viaje) es un gesto que añade más presión al jefe de gobierno. Gantz es actualmente el líder del Partido de la Unidad Nacional y forma parte del ejecutivo de emergencia que está bajo el mando de Netanyahu, que representa al conservador Likud. "Parece que la administración está trabajando para intentar elegir al próximo primer ministro israelí", puntualiza Berman.

Aunque directamente Estados Unidos no podría provocar unas elecciones en Israel, sí podrían crear un clima favorable de forma indirecta. "Si Estados Unidos pone suficiente presión sobre Netanyahu para que cambie sus planes de guerra, o hace algunos cambios bastante dramáticos en la política, podríamos ver a miembros de su gobierno abandonar la coalición. Y si esto ocurre, habrá nuevas elecciones", expone Bermán. La otra cuestión es si realmente esto sería conveniente o no por el contexto de la guerra de Gaza.

Netanyahu hablando en Knesset.

Mucho antes del 7 de octubre, Estados Unidos (bajo la administración Trump) ya había trabajado para ayudar a normalizar las relaciones entre Israel y algunos países árabes, cómo fue el caso de Marruecos. Y éste es el camino por el que se quiere apostar a la larga. Durante el discurso del estado de la Unión, Biden también habló de la necesidad de reconocer a los dos estados; sin embargo, esto no parece que sea lo que quiere la sociedad israelí. "En general, es muy partidaria de sacar a Hamás de Gaza y muy escéptica con la idea de un estado palestino, al menos ahora", dice Berman.

En caso de convocarse nuevas elecciones, habría la probabilidad de que Netanyahu saliera, pero no querría decir que cambiara la esencia del estado, un escenario en el que se seguiría repitiendo el mismo desacuerdo entre Estados Unidos y Israel: "Eso creo que es lo que la Casa Blanca no entiende realmente. Están centrados en Nentanyahu y piensan que es un problema. Pero en Israel, el tipo de trauma causado por el 7 de octubre ha endurecido realmente a la sociedad de tal manera que , incluso si hay un nuevo primer ministro, no tendrá mucho apoyo si decide optar de inmediato por la solución de ambos estados o si decide cambiar de política fundamentalmente".

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