El país que queda después de cuatro años de Biden
La sombra de Donald Trump ha seguido modelando a Estados Unidos durante la última legislatura
La polarización de la sociedad estadounidense ha dado paso a la violencia política; la derogación del derecho del aborto no ha frenado las interrupciones del embarazo, pero sí ha aumentado la mortalidad infantil; los tiroteos masivos han registrado las cifras más altas desde el 2014 y la mano dura en la frontera parece haberse convertido en la única gestión posible. Pese al gobierno Biden, la sombra de Donald Trump ha seguido moldeando el país durante la última legislatura.
El retorno de la violencia política
Cuando Joe Biden deje la Casa Blanca en enero del 2025 todavía habrá estadounidenses que seguirán creyendo firmemente que el demócrata no ganó las elecciones. La “gran mentira” que creó Donald Trump en el 2020 tras perder las elecciones sigue más viva que nunca. La desconfianza respecto al sistema electoral de buena parte de la población no acabará estos comicios y seguramente formará parte del legado de Trump pese a que en los últimos años no haya sido él quien se sentaba en el Despacho Oval.
En Arizona, algunos condados como el de Pinal han acabado instalando paredes de vidrio y cámaras 24 horas para ver online cómo se recuentan los votos. Al responsable del centro de recuento de votos de Maricopa, otro condado de Arizona, defender la integridad del proceso electoral de 2020 le costó amenazas de muerte. Asimismo, los trabajadores electorales que han participado en los comicios se han enfrentado a situaciones de intimidación.
Trump ha sido víctima de la polarización que él mismo ha estado alimentando desde 2016: en julio sufría el intento de atentado en Butler, y en septiembre el Servicio Secreto frustraba otro. La bala que sacudió la campaña electoral en verano también reabrió uno de los episodios más oscuros de la historia política del país, que Estados Unidos creía haber dejado atrás tras el intento de asesinato contra Ronald Reagan en 1981: el de la violencia política.
La sociedad norteamericana ya no sólo es una sociedad altamente dividida, sino que la violencia física cada vez parece más plausible y más probable. Tras esta predisposición a la desconfianza hacia las instituciones se esconde una sociedad cada vez más atemorizada por el otro.
Una frontera más fortificada y que corta el derecho de asilo
Donald Trump es quien se ha encargado de deshumanizar a las personas migrantes elevando la retórica xenófoba hasta asegurar que los migrantes “envenenan la sangre” del país. El republicano se ha llenado la boca en estos años con la construcción del muro y la persecución de los migrantes. Pero mientras Trump prometía la mayor “deportación de la historia de Estados Unidos”, Joe Biden superaba la cifra récord de 1,5 millones de personas expulsadas registrada mientras Trump estaba en la Casa Blanca.
Los demócratas, que anteriormente habían mostrado una mayor sensibilidad por la situación de las personas, se han visto arrastrados por la retórica xenófoba de Trump y han adoptado posiciones más conservadoras. La orden ejecutiva firmada por Biden en junio es el gran ejemplo: devoluciones en poco más de 24 horas y limitación del derecho del asilo aunque las personas comuniquen a los oficiales estadounidenses que huyen de amenazas de muerte. Trump ha convertido la frontera en uno de los temas incómodos para los demócratas, que han evitado sacar pecho de estos datos durante la campaña para no decepcionar a las bases más progresistas, pero que han hecho insinuaciones vagas sobre la mano dura. “Expulsaremos rápidamente a los que lleguen aquí de manera ilegal, procesaremos los cárteles y daremos a la patrulla fronteriza el apoyo que tanto necesita”. La frase es de Kamala Harris, y aunque es cierto que en comparación con el discurso de Trump suena más suave, ha comprado ya el marco mental de las devoluciones en caliente y la limitación del derecho de asilo.Los demócratas también han caído en el relato tejido por Trump sobre los migrantes "buenos", los legales, y los "malos", los ilegales. Discurso incendiario o moderado, pero mano dura al fin y al cabo.
Una recuperación que la cesta de la compra no nota
La Reserva Federal de Estados Unidos anunció finalmente la esperada bajada de tipos después de ver cómo la inflación empieza a estar encaminada hacia el objetivo del 2%. Ahora bien, el descenso de la inflación todavía sigue sin notarse en la cesta de la compra. Los macroindicadores muestran cómo Biden ha reconducido la economía pospandemia que encontró en el 2021, pero durante estos cuatro años han estallado dos guerras: la de Ucrania y la de Oriente Próximo. Ambos conflictos serán factores externos con los que tendrá que lidiar la nueva administración estadounidense.
Cuando Biden llegó a la Casa Blanca, más de 22 millones de personas recibían algún tipo de ayuda al desempleo y el paro rozaba el 8%. A un mes de las elecciones, los datos de octubre de este año mostraban que se habían creado 12.000 nuevos puestos de trabajo, pese a los dos huracanes que ha sufrido el país y las grandes huelgas de los últimos meses. Asimismo, el paro se mantiene firme en torno al 4,1%.
La preocupación por una posible ralentización del mercado laboral (uno de los primeros indicadores de una posible recesión) sigue presente tras el susto del verano, cuando cayeron las bolsas. Cuando Jerome Powell, el presidente de la Fed, anunció el recorte de tipos, reconoció que “los riesgos al alza para la inflación han disminuido y los riesgos a la baja para el empleo han aumentado”.
El otro frente abierto está la guerra comercial con China, especialmente dentro del campo de los coches eléctricos chinos. Estados Unidos ya ha acusado al gigante asiático de “prácticas comerciales desleales” y la industria automovilística es uno de los sectores con mayor peso dentro de la economía estadounidense, del que dependen miles de puestos de trabajo.
DERECHOS DE LAS MUJERES
Más abortos, pese a la prohibición
Joe Biden asumió la presidencia de Estados Unidos donde el derecho al aborto estaba protegido. Joe Biden dejará la presidencia en enero del 2025 de Estados Unidos donde la mortalidad infantil ha aumentado desde que se abolió el derecho al aborto y 13 estados le ilegalizaron. El dato no es resultado de las políticas del demócrata, sino un ejemplo de cómo la alargada sombra de Donald Trump ha seguido modelando a la sociedad estadounidense pese a estar fuera de la Casa Blanca.
La derogación de la sentencia de Roe contra Wade, que protegía el derecho al aborto, ha supuesto retroceder a muchas casillas en los avances del feminismo. Ahora las mujeres estadounidenses se han encontrado luchando por derechos que hacía años que se daban por hechos. Paradójicamente, bajo la prohibición del derecho al aborto, es cuando más han crecido las interrupciones del embarazo. Desde la decisión del Supremo de 2022, el número medio de abortos practicados cada mes en el país ha ido aumentando, hasta alcanzar una media de 98.990 abortos en el mes entre enero y marzo de este año. Esto supone un 14% más que la media del mismo período de 2023, es decir, unos 12.000 abortos más al mes, según un informe publicado en agosto por la Society of Family Planning.
Uno de los motivos por los que se explica el aumento de las cifras es que la prohibición, paradójicamente, ha hecho que desaparezca el estigma. Cada vez más mujeres han empezado a hablar más abiertamente sobre el aborto y cómo la medida está impactando en sus vidas. Pese a la movilización en favor de los derechos reproductivos, la nueva administración se enfrentará a un Tribunal Supremo con mayoría conservadora que todavía podría aceptar recursos por parte de grupos conservadores que intentaran recortar los derechos reproductivos.
Más apoyo militar en un mundo lleno de guerra
El apoyo a Ucrania y la guerra de Gaza son dos de los grandes frentes que ahora mismo tienen Estados Unidos, que en los últimos cuatro años ha asistido a un aumento de los conflictos. Washington ha asistido a la configuración de un sistema internacional que amenaza con volver a la dinámica de blogs ante la alineación de intereses entre Rusia, China e Irán.
Los estadounidenses han apostado por una agenda política activa de cara al exterior, aunque de puertas adentro les ha costado críticas. Por un lado, algunos estadounidenses siguen pensando que el dinero que Estados Unidos están invirtiendo en ayudar a Ucrania a defenderse de Rusia mejor sería utilizarlos para mejorar la situación de casa; por otro, la complicidad del gobierno estadounidense con la muerte de más de 43.000 palestinos desde que estalló el conflicto ha generado el rechazo de los sectores más progresistas y buena parte de la población araboamericana.
La futura presidencia tendrá sobre su mesa dos cuestiones que podrían ser determinantes para el futuro de Oriente Próximo y para el continente europeo: poner límites o dar carta blanca al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, y decidir si Kiiv puede utilizar los misiles de largo alcance para atacar territorio ruso más allá del actual límite establecido. La última palabra al respecto la tiene Washington y el presidente ruso Vladimir Putin ya ha prometido escalar el conflicto si esto ocurre.
Mientras tanto, en el mar de China la tensión no ha hecho más que aumentar mientras Estados Unidos ha reforzado su presencia militar en esta zona para disuadirla de cualquier acción. El gigante asiático ha hecho cada vez más explícita su intención de ocupar Taiwán y la región no ha dejado de calentarse.
Un paisaje más conservador y escorado a la derecha
La alargada sombra de Donald Trump ha seguido modelando a la sociedad estadounidense pese a estar fuera de la Casa Blanca. Una sombra que ha seguido alimentando la polarización hasta crear dos realidades paralelas y ha empujado al marco político más hacia la derecha, consiguiendo que los demócratas hayan adoptado posiciones más conservadoras respecto a cuestiones como las armas, el colectivo LGBTI y las personas migrantes. Tras la desconfianza en las instituciones democráticas, la mayoría conservadora en el Tribunal Supremo es uno de los otros legados de Trump que seguirán dando continuidad a la agenda conservadora gobierne quien gobierne.
Un ejemplo del viraje hacia la derecha es el contraste entre la Kamala Harris de 2022 y la de 2024. En 2022, durante una mesa redonda, Harris se presentó indicando sus pronombres femeninos e introduciéndose como mujer cisgénero . La Harris actual ha prometido que Estados Unidos tendrá el ejército "más letal y fuerte" del mundo, y ha ido por los platós de televisión explicando que en su casa tiene una pistola Glock por cuestiones de "seguridad". Otro ejemplo del viraje hacia posiciones más conservadoras es cómo los demócratas también se han sumado a las devoluciones en caliente –sin presumir– que tanto promete Trump. Mientras, el republicano insiste en decir que Harris es una “radical de izquierdas”. Ante esta deriva más hacia el centro, los miembros más progresistas del Partido Demócrata optan por contener las críticas porque la alternativa es un escenario mucho peor.
Dejar atrás las políticas identitarias, que durante años también habían sido un sello de los demócratas, no sólo responde a la necesidad de sumar votos para hacer frente a Trump, sino que es síntoma de una tendencia global en la que la agenda conservadora y la extrema derecha están logrado penetrar y ser las que marquen los temas que hay en la mesa.