De Ucrania a Oriente Próximo: ¿qué puede esperar el mundo del nuevo mandato de Trump?
Uno de los principales temores es que el líder republicano ceda al expansionismo de Putin y se abra a aceptar que se quede con territorios ocupados
Londres / Barcelona / BudapestHasta este martes, sólo un presidente de Estados Unidos había logrado un segundo mandato no consecutivo. Grover Cleveland fue elegido por primera vez en 1884, perdió la reelección en 1888 y después volvió a ganar en 1892. Fue el 22 y el 24 presidente de Estados Unidos. Trump pasará a la historia como el 45º y el 47º. Su regreso a la Casa Blanca en enero del 2025, combinado con un Senado y una Cámara de Representantes liderados por republicanos, era una posibilidad temida por los aliados internacionales y, a la vez, esperada por algunos de los enemigos estadounidenses. Los primeros tendrán que apretar los dientes; a los segundos les costará esconder la alegría.
Ucrania
Estados Unidos es junto con la Unión Europea y Reino Unido los principales aliados de Ucrania, tanto económica como militarmente. Además, Washington controla de facto la OTAN. Por tanto, Volodímir Zelenski sabe que necesita a Donald Trump de su lado para resistir como hasta ahora la invasión del régimen de Vladímir Putin.
Sin embargo, el próximo presidente de Estados Unidos mantiene buenas relaciones con el presidente ruso y en más de una ocasión se ha mostrado contrario a mantener el apoyo de EEUU al pueblo ucraniano. Y, de hecho, el Partido Republicano ya intentó poner trabas en el último paquete de ayudas a Ucrania, si bien finalmente la administración de Joe Biden se salió con la suya.
Trump incluso ha prometido que conseguirá la paz en 24 horas. Ahora bien, ¿a qué precio? Éste es el gran miedo de Ucrania y de sus principados aliados, que temen que el líder republicano ceda al expansionismo de Putin y se abra a aceptar que Rusia se quede con los territorios ocupados y el Donbás.
En este contexto, la Unión Europea y los socios del G-7 han dejado ligada una financiación a largo plazo antes de que llegue Trump a la Casa Blanca: un préstamo a Ucrania de hasta 50.000 millones para los próximos años. Sin embargo, habrá que ver si, en caso de que EEUU cierre el grifo en Kiiv, el bloque comunitario y Reino Unido tienen la capacidad y están dispuestos a asumir la parte que dejaría de aportar Washington, que es determinante en el devenir de la guerra.
Oriente Próximo
Israel no podía esperar un mejor resultado en EEUU. La “gran victoria” de Donald Trump, en palabras del primer ministro, Benjamin Netanyahu, refuerza el aval de Washington en la estrategia de Tel-Aviv en Oriente Próximo y garantiza la continuidad del apoyo político, financiero y armamentístico. "Tu histórico regreso a la Casa Blanca ofrece [...] un regreso al compromiso con la gran alianza entre Israel y Estados Unidos", ha reaccionado Netanyahu, convencido de que el nuevo titular del Despacho Oval convertirá las reservas de la administración Biden con su ofensiva en Gaza y Líbano en una carta blanca para actuar en la región.
Trump ha prometido acabar con la guerra y, aunque no ha dado detalles de su plan, siempre ha hablado en términos de victoria para Israel. "Con él volveremos a los secuestrados y nos mantendremos firmes para derrotar al eje del mal liderado por Irán", ha celebrado el nuevo ministro de Defensa israelí, Israel Katz.
A la espera de los próximos pasos de Trump, Hamás ya le ha retado a cumplir su promesa de acabar con la guerra: "Le urgimos a aprender de los errores de Biden", ha dicho a Reuters Sami Abu Zhuri, portavoz del grupo palestino. Pero la esperanza de que el nuevo presidente detenga las bombas es escasa. Quizás por eso Irán tiene claro que "no importa" que Trump haya ganado las elecciones: "No habrá cambios", ha declarado el portavoz del gobierno iraní, Fatemeh Mohajerani. En el recuerdo de Teherán está todavía el abandono del acuerdo nuclear aprobado por Trump, al igual que Israel tiene muy presente que fue él, como presidente, quien reconoció a Jerusalén como capital del estado judío .
China y Extremo Oriente
En su primer mandato, Trump puso en marcha una guerra comercial con China, culpó a Pekín de la cóvid-19 y lanzó una controvertida represión dirigida por el FBI contra el espionaje económico e industrial chino. Las relaciones con Pekín, probablemente, se caracterizarán más por la continuidad que por el cambio, con algunas incógnitas relevantes. El propio Biden, con menos ruido, ha seguido por caminos similares a los marcados por Trump en su primer mandato.
La Casa Blanca de Trump se verá tentada a aumentar los aranceles a la importación. Pero también es probable que el presidente esté abierto a acuerdos pragmáticos con el presidente chino, Xi Jinping. Al igual que en las relaciones con sus aliados europeos de la OTAN, existe un serio signo de interrogación sobre el compromiso del presidente electo con la defensa de Taiwán y otros tradicionales aliados de Asia, incluyendo Filipinas, Corea del Sur y potencialmente Japón. Trump es, en el mejor de los casos, tibio con las garantías de seguridad de EE.UU.
Como en toda su política exterior –y quizás interior–, la imprevisibilidad puede ser la pauta, tal y como ya demostró con su relación intermitente con Corea del Norte. En este punto, la imprevisibilidad del régimen de Pyongyang se encuentra, pues, con mayor imprevisibilidad. Así pues, no sería descabellado pensar que acepte una Corea del Norte con armamento nuclear como parte de un acuerdo más amplio con Rusia, que ha desarrollado relaciones cada vez más estrechas con Kim. Esta situación daría a la administración republicana una ventaja adicional sobre China, preocupada por los lazos crecientes entre Rusia y Corea del Norte.
Unión Europea
La mayoría de líderes de la Unión Europea no han tenido más remedio que resignarse y felicitar a Trump, pero temen que pueda complicar, y mucho, sus relaciones con Estados Unidos. Preocupan especialmente a los vínculos comerciales. De hecho, antes de las elecciones, Bruselas y los Estados miembros ya habían ideado un plan de contingencia por si volvía el magnate neoyorquino. Y este miércoles el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se han llamado para garantizar que mantendrán un “contacto estrecho” para coordinar la respuesta a la próxima administración Trump, y han apostado por construir una “Europa más soberana”.
El líder republicano ha sido muy claro en materia comercial y ha prometido en más de una ocasión que subiría los aranceles hasta un 10% de forma general a todos los productos que llegan de la Unión Europea. En caso de que haga realidad su amenaza, el bloque comunitario no piensa quedarse de brazos cruzados y, por tanto, se podría repetir la guerra comercial entre Bruselas y Washington que se inició en el 2017, cuando Trump entró en la Casa Blanca por primera vez.
Por otra parte, el tono agresivo de Trump contra China puede empujar aún más a la Unión Europea a mantener su pulso comercial con Pekín. En los últimos meses Bruselas ha subido ya las tasas de aduanas a algunos productos chinos, como los vehículos eléctricos, pero Washington –sobre todo el Partido Republicano– siempre ha reprochado a Bruselas que no sea más contundente contra el gigante asiático.
América Latina
Latinoamérica no ha sido un tema central de la agenda de Trump en campaña, pero su voluntad de endurecer las políticas migratorias tendrá un impacto directo en la región. Habrá que ver cómo aplica la “deportación masiva” que ha prometido en campaña, así como la amenaza de imponer un arancel del 25% a los productos de México si este país no detiene la inmigración en EE.UU. o la de bombardear los cárteles de la droga .
La incógnita de cómo será su relación con la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, no se dará en el caso de su homólogo argentino, Javier Milei: "Puedes contar con Argentina para sacar adelante el trabajo", ha reaccionado el mandatario ultra. Con Trump también se ve reforzada la figura del expresidente brasileño Jair Bolsonaro, que ha calificado la victoria del republicano del "resurgimiento de un auténtico guerrero" y que ha dicho que confía en que "sirva de inspiración" a Brasil, donde les bolsonaristas emularon el asalto al Capitolio del trumpismo tras la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en enero del 2023.
La toma de posesión de Trump, por su parte, llegará poco después del inicio del nuevo mandato de Nicolás Maduro a Venezuela, a la que Trump no reconoce como ganador de las elecciones de julio. Cabe recordar que en su primer paso por la Casa Blanca amenazó con intervenir militarmente en Venezuela, impuso sanciones al país y reconoció al gobierno en el exilio del opositor Juan Guaidó.