Unión Europea

Josie Christodoulou: "Los derechos de las mujeres no deben ser sólo patrimonio de la izquierda"

Comisionada de Igualdad de Género del gobierno de Chipre

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Josie Christodoulou reivindica la igualdad de género más allá del color político.

NicosiaJosie Christodoulou acometió hace un año la responsabilidad de dirigir las políticas de igualdad de género del gobierno de Chipre, un país que ocupa el puesto 21 de los 27 de la UE en este ámbito. Su receta para cambiar las cosas: abordaje global, transversal y con implicación de la sociedad civil. Ha sido la anfitriona de la última Cumbre de Alto Nivel sobre Mujeres en el Mediterráneo de la Unión por el Mediterráneo, el foro que agrupa a los 43 estados de la región.

¿Cuáles son los principales problemas que afrontan las mujeres en la región mediterránea?

— Los estereotipos y prejuicios, que generan otros problemas, así como la injusticia y la discriminación, incluido el sexismo. Vemos que las mujeres tienen más trabajos a tiempo parcial o no trabajan fuera de casa porque tienen cargas familiares. Los datos nos dicen que en nuestra región sólo el 5% de los negocios están dirigidos por mujeres, en contraste con la media mundial, que es de entre el 20% y el 25%. Y después tenemos la violencia contra las mujeres, que para mí es una pandemia global: en la región mediterránea una de cada tres mujeres o niñas han sufrido alguna forma de violencia. Aún vivimos en una sociedad y un sistema patriarcales. Aquí en Chipre estamos invirtiendo mucho en protección (con refugios de acogida), pero creo que debemos hacer más en prevención. Debemos trabajar con los hombres y los niños, porque si una de cada tres mujeres sufre violencia, esto significa que uno de cada tres hombres puede ser un maltratador. Y no podemos olvidar cosas como la crisis climática o la energía; deben abordarse también con una mirada de género.

Pero la crisis climática afecta a todos.

— Por supuesto, afecta a todo el mundo, pero de formas diferentes. Por eso necesitamos una perspectiva de género. Un ejemplo sobre la energía: si las mujeres no trabajan o trabajan en trabajos a tiempo parcial, esto significa que pasan más tiempo en casa y, por tanto, su consumo energético es diferente al de los hombres. Necesitamos políticas específicas que consideren los distintos problemas o barreras que afrontan mujeres y hombres. Y luego vienen los medios de comunicación, los periodistas, y la gran cuestión es que sabemos muy bien, vosotros lo sabéis mejor que yo, que puede transformar una sociedad, tiene el poder como medios de comunicación. Así que necesitamos cambiar la narrativa y añadir la perspectiva de género cada vez que escribimos sobre derechos humanos, energía, política, finanzas..., porque sí, mujeres y hombres afrontan problemas distintos en distintos niveles.

¿Cuáles son las grandes líneas de sus políticas para avanzar en igualdad?

— Hace 20 años que Chipre es miembro de la UE y esto ha hecho que tuviéramos que transponer las distintas legislaciones: ha habido un progreso constante pero lento, porque lo que hace falta cambiar es la cultura. Siempre he creído que las legislaciones enmarcan la cultura de un país, pero después hay que ser sistemático a la hora de aplicarlas: son necesarias políticas específicas, acciones específicas y objetivos, no sólo poner una cruz en una casilla, y es necesario trabajar de forma global y horizontal. Estamos intentando integrar la perspectiva de género en todos los ministerios y secretarías: desde el transporte hasta las finanzas, el empleo y la educación. Y pongo el ejemplo del transporte: sabemos que, por ejemplo, las mujeres temen andar solas durante la noche o en aparcamientos subterráneos. Así que hace falta iluminación, es necesario hacer nuestras ciudades más seguras para mujeres y hombres. O el transporte marítimo, clave en nuestra economía y, en cambio, muy pocas mujeres trabajan en el sector.

En todo el mundo hay pocas mujeres en el sector del mar.

— En Chipre es que las mujeres son mejores estudiantes que los hombres. Terminan las universidades, tienen títulos, doctorados, másteres, pero siempre es un dilema: familia o carrera. Estamos recogiendo estadísticas de todas las profesiones marítimas con datos desagregados por sexo. Y con el ministerio de Educación estamos preparando formaciones en género para los orientadores de los institutos, porque nos hemos dado cuenta de que aconsejan a los chicos y chicas basándose en estereotipos hacia profesiones específicas, en lugar de basarse en las habilidades de cada uno. Así que queremos formar a los orientadores para empezar a deconstruir estereotipos y prejuicios. Pronto lanzaremos una campaña de vídeos por las escuelas con modelos femeninos dentro del sector marítimo porque, como sabemos, no se puede ser lo que no puede verse. Y haremos lo mismo con las profesiones científicas. Al mismo tiempo, estamos trabajando de cerca con organizaciones de la sociedad civil. Es importante escuchar las voces de las mujeres, las organizaciones de mujeres. Saben sus problemas, conocen sus barreras y, si las escuchas y les das el espacio para tener voz e impacto en la política, entonces tienes lo que suele llamarse el método del sándwich. Trabajas de arriba a abajo, y de abajo a arriba, y tienes políticas más enfocadas. Y en cada ministerio tenemos un responsable de políticas de igualdad de género. Se trata de impregnar al gobierno de una cultura de la igualdad.

He visto cambiadores de pañales en los lavabos de hombres.

— Es como trabajamos con los ayuntamientos: hemos acordado un plan anual con acciones simbólicas pero sustanciales y que no necesitan mucho dinero. También se han creado plazas de aparcamiento seguras para mujeres y familias y salas de lactancia en las dependencias municipales. Estamos pensando cómo hacer ciudades más amables para las mujeres.

No será fácil: ¿qué barreras se encuentra?

— En una palabra: el sistema. El sistema forma parte de esa cultura. Yo digo que el sistema es un monstruo. Debemos ser pacientes, estratégicas y serias. Recentrar la cuestión de los derechos de las mujeres. Y es difícil romper el sistema, porque es algo que no se ve. Poco después de que me nombraran la Federación de Baloncesto de Chipre decidió no enviar a las chicas de menos de 16 años al Campeonato Europeo. Decían que no tenían dinero y que, como tampoco ganarían, no se lo llevarían.

¿Cómo?

— Al final cambiaron de opinión, y el revuelo nos sirvió para ir al Parlamento y cambiar la ley de las asociaciones deportivas, añadiendo un párrafo que hablaba de igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres en el deporte, con financiación y recursos. Y, aprovechando esa oportunidad, tuve una reunión con el ministro de Finanzas y acordamos avanzar en la integración de la perspectiva de género dentro del presupuesto estatal. Lo haremos con asesoramiento de la UE: tardaremos años, pero estamos empezando. Y hablando de deportes, también hemos hecho toda una reflexión con la asociación de periodistas deportivos porque no hablaban de fútbol femenino. Decían que era porque no tiene público, pero la final del Mundial femenino la vio mucha gente y al final tuvo mayor trascendencia el escándalo del acoso sexual que el deporte. Las mujeres sólo aparecieron como víctimas de la violencia y no como campeonas. Los medios también son importantes para cambiar el relato. Hay que informar sobre la violencia o el acoso, pero al mismo tiempo es necesario mostrar que las mujeres pueden ser líderes, pueden ser ganadoras y pueden estar en el deporte.

Usted forma parte de un gobierno de coalición conservador. En España, la cuestión feminista y la igualdad de género ha sido un tema muy polarizado. Es una bandera para la izquierda pero no compartida por todo el espectro político.

— El feminismo empezó desde la izquierda. Pero la igualdad de género no ve izquierda o derecha. Las mujeres que pertenecen a la izquierda se enfrentan a los mismos problemas que las mujeres que pertenecen al centro, por lo que no vemos ningún color político cuando se trata de igualdad de género. España tiene un movimiento feminista con mucha historia, que empezó con la lucha por el derecho a voto, al igual que en Islandia, Noruega o Reino Unido. En Chipre, en cambio, nos dieron el derecho a votar sin pedirle: nuestra historia es distinta. Los derechos de las mujeres no deben ser patrimonio de la izquierda, o la derecha o el centro. Es la única forma de avanzar. Esta campaña electoral de las europeas hemos realizado actos conjuntos de las candidatas de todos los partidos. Todas tenemos el mismo objetivo. Podemos discutir, podemos no estar de acuerdo en el cómo, pero al final nos sentamos juntas y acordamos políticas específicas.

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