La Española: la unidad de ultras del fútbol ruso que lucha contra Ucrania
El líder de este grupo, Stanislav Orlov, conocido como 'El Español', era ultra del CSKA Moscú y participó en la guerra de Chechenia
BarcelonaDecenas de hombres uniformados en la grada de un campo de fútbol, ametralladora en mano, disparan a ráfagas y se detienen para gritar: "Si nos tocan a uno nos tocan a todos, ¡ni un paso atrás!" Al fondo algunos sostienen bengalas de humo rojo. Colgadas de las barandillas, bufandas de diferentes clubes de fútbol. Segunda ráfaga y un grito: "Es-pa-ño-la!" Són los combatientes de La Española, una división formada por ultras reclutados en los campos de fútbol de Rusia que hoy combate en Ucrania.
En su canal de Telegram, aseguran que la escena se grabó en el estadio de fútbol de Mariúpol, la ciudad ucraniana ocupada por el ejército ruso hace un año después del bombardeo sistemático de edificios civiles. La Española responde al apodo de su líder, Stanislav Orlov, alias El Español. "No queda claro por qué escogió este nombre, porque no se le conoce ninguna conexión con España", aclara un investigador ruso, de la red Antifascist Europe especializado en ultraderecha que pide no ser identificado por razones de seguridad.
Orlov, de 42 años, era desde joven miembro de los Red Blue Warriors, el principal grupo ultra del CSKA Moscú. Según ha explicado en numerosas entrevistas, se alistó al ejército ruso en 1999 y participó en la segunda guerra de Chechenia, que fue clave en el ascenso de Vladímir Putin al poder. También asegura que en 2014 se trasladó a Ucrania con un grupo de ultras para apoyar en el alzamiento del Donbass. Allá, siempre según su relato, habría encabezado una compañía de reconocimiento bautizada como Skull and Bones, antes de incorporarse a las unidades formadas muy probablemente por Vladislav Surkov, entonces asesor personal de Putin.
En las filas de La Española hay ultras del Shakhtar Donetsk que lucharon junto a los sublevados del Donbass, así como hooligans del CSKA, el Spartak, el Lokomotiv y el Zenit de San Petersburgo. Se formó como contrapeso al regimiento ucraniano de Azov, que también se formó a principios de 2014 con ultras de diferentes clubes de fútbol. En los canales de propaganda de la brigada aseguran que entraron en combate al asalto a la siderúrgica de Azovstal, donde se había atrincherado el regimiento ultra ucraniano, y que también están presentes a los frentes de Kherson y Zaporíyia. Hace tres meses la división anunció que se había convertido en una compañía militar privada con entidad propia.
Ultraderecha en los dos bandos
La guerra de Ucrania ha dividido a la ultraderecha rusa a los dos lados de las trincheras: algunos combaten en el lado ucraniano y otros en el bando ruso. Lo explica Aleksandr Verkhovski, director del centro de investigación ruso Sova: "No hay una línea divisoria clara y pesan mucho las preferencias personales. La clave es cómo ves el conflicto: si se trata de una guerra entre Rusia y Ucrania hay que estar junto a Rusia, pero si crees que no hay diferencia entre los dos, que en realidad forman parte de una misma nación amenazada por los valores de Occidente, entonces o bien te quedas al margen (como han hecho algunos grupos ultras rusos) o bien te apuntas al bando donde crees que podrás promover mejor tus ideas, y eso quiere decir apuntarse al batallón Azov".
Para el investigador de Antifascist Europe: "Parece estúpido, porque la línea que separa los ultras rusos que luchan con Rusia de los que luchan con Ucrania es muy fina: a veces tenemos miembros de la misma organización que han acabado en bandos enfrentados. O neonazis rusos que dicen que hay que combatir a Putin porque es un bolchevique anti-ruso y luchan en el bando ucraniano, mientras que monárquicos rusos que también son críticos con Putin luchan junto al Kremlin. Pero en todos los casos hay un factor que los atrae: la violencia".
Unos y otros están ligados a la subcultura de los ultras del fútbol, que se movían también en circuitos de conciertos de extrema derecha: "Los conciertos y los estadios eran los principales ámbitos de reclutamiento para la ultraderecha tanto en Rusia como Ucrania y es en estos espacios donde ahora se hace el reclutamiento militar", añade el investigador. Pero hace años que Putin controló lo que pasaba en los estadios con una ley que obliga a los seguidores a identificarse, y esto es lo que explica que, sorprendentemente, los campos de fútbol rusos hoy no sean un espacio de exaltación abierta de la ultranacionalismo.
Los que se dedican a estudiar a la ultraderecha hoy en Europa alertan de algo: "Estos grupos están demostrando que pueden organizarse y combatir en medio de una guerra convencional y cuando esta guerra se acabe volverán a casa con las armas y su experiencia de combate. Si la guerra de Afganistán fue el campo de entrenamiento de yihadistas en todo el mundo, la de Ucrania puede ser lo mismo para la extrema derecha".