Putin reaviva el alma de la OTAN en su 75 aniversario

BruselasAntes de la guerra de Ucrania, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se encaminaba de poco a poco hacia su desaparición. El propio presidente francés, Emmanuel Macron, dictó su "muerte cerebral". De hecho, las voces que no veían necesaria la existencia de la alianza militar transatlántica ya empezaron a ganar fuerza a partir de la caída del Muro de Berlín. ¿De quién debemos defendernos, si la Unión Soviética se ha disuelto? Era la pregunta de que cada vez se hacían más aliados. Setenta y cinco años después de su nacimiento, que se celebra este jueves, la Alianza Atlántica vuelve a encontrar la respuesta en Moscú: del imperialismo del régimen de Vladimir Putin.

La invasión rusa en Ucrania hace temer a los aliados europeos no tener suficiente capacidad militar ni disuasoria ante potenciales amenazas a su seguridad, especialmente las que llegan del Kremlin. Y, cuando los socios del Viejo Continente miran a Estados Unidos en busca de protección, Washington —da igual que gobierne Barack Obama, como Joe Biden o Donald Trump— insiste en que también deben poner de su parte, que no pueden depender siempre del Pentágono en materia de defensa y que se espabilen, por ejemplo incrementando el gasto militar.

Por eso, Europa se ha propuesto recuperar la autonomía militar y su compromiso con la OTAN está aumentando a marchas forzadas. Sólo en 2023, gracias a los socios europeos y especialmente los de Europa del Este, los aliados se gastaron, en global, un 11% más en defensa que el año anterior. Además, Alemania, que es el país más grande de Europa occidental, ha llegado este año al objetivo del 2% del producto interior bruto (PIB) que marca la Alianza Atlántica, un hito con un fuerte componente simbólico porque no alcanzaba estos niveles de gasto desde el final de la Guerra Fría.

La amenaza de Trump

Las administraciones estadounidenses de Obama y Biden ya presionaban a los aliados europeos para que procuraran de una vez por todas encargarse de su defensa, pero Trump subió el tono. A primeros de febrero, en campaña, amenazó a los socios que no se gastan al menos un 2% de su PIB en defensa con dejarlos en la estacada si les ataca Putin. Por eso, la investigadora del European Policy Center Maria Martisiute alerta de que al resto de socios atlánticos, sobre todo los europeos, "no les queda más remedio que prepararse para hacer funcionar" la entidad militar con Estados Unidos "más al margen" o, incluso, con un Trump que "trabaje de forma persistente contra la OTAN".

La investigadora considera que Europa "hay que prepararse" y ganar autonomía militar, lo que pasa por el rearme del Viejo Continente y, sobre todo, más y más eficiente cooperación militar entre los socios europeos. De hecho, la Unión Europea ha sacado adelante diferentes iniciativas para potenciar su capacidad de producción de armas, y está buscando diferentes formas para poder invertir en la industria armamentista europea, tanto para poder seguir apoyando militar en Ucrania a largo plazo como para la propia seguridad.

Sin embargo, esto no es suficiente. Los expertos avisan de que no se trata de entrar en una carrera armamentista, sino de incrementar "la cooperación e integración" entre los distintos ejércitos europeos. En este sentido, el catedrático de la Universidad de Barcelona y experto en Defensa Rafa Martínez señala que hay que evitar que "ahora todos quieran comprarlo todo", y apuesta por una "mayor racionalización" sobre qué se necesita como conjunto, no a cada país.

Martisiute también considera que, más allá de la defensa tradicional, en la que la Unión Europea se ha centrado actualmente, para la OTAN es urgente invertir "en la lucha contra ataques muy sofisticados, por ejemplo los ciberataques, que provocan especialmente algunos estados autoritarios". "Tienen como objetivo la población civil e instrumentalizarán la información para debilitar a las democracias occidentales", remacha.

Una OTAN de 32 miembros

Martínez explica que el contexto del nacimiento de la OTAN, aunque los dirigentes atlantistas temían la expansión del comunismo, se debe más a una voluntad de evitar guerras entre estados que la conforman, especialmente entre Francia y Alemania. De hecho, el catedrático de la UB recuerda que por ese mismo motivo incluso la Comunidad Económica Europea inicialmente también pretendía ser una unión militar.

Ahora bien, con el paso de los años la Alianza Atlántica se convirtió en el gran contrapeso de la Unión Soviética y ésta se convirtió en su principal razón de ser. Con la caída del Muro de Berlín en 1989, las relaciones entre ambos bandos fueron mejorando, e incluso en 2004 se accedió a la Asociación para la Paz de la OTAN, si bien en los posteriores años las tensiones volvieron a ir en aumento a raíz, por ejemplo, del conflicto en Georgia en 2008.

Las relaciones se acabaron en seco con la invasión rusa en Ucrania perpetrada por el régimen de Putin. Pero con este ataque, en vez de debilitar a la Alianza Atlántica, le ha hecho reavivar y ha provocado que, 75 años después de su nacimiento —sólo eran 12 estados en su origen—, se hayan adherido otros dos socios atlánticos, Suecia y Finlandia, y ya sean 32. "Sin duda, la guerra de Ucrania ha hecho renacer un proyecto que apuntaba hacia la muerte", concluye el experto en defensa de la UB Rafa Martínez.