Bosnia

Treinta años de resistencia cultural en Sarajevo

El Festival de Cine de Sarajevo se reivindica como plataforma para el desarrollo artístico en los Balcanes

Marta Moreno
4 min
La actriz estadounidense Meg Ryan ha recibido el premio honorífico del Festival de Cine de Sarajevo

SarajevoHace días que todo Sarajevo está decorado de rojo. Miles de personas se agolpan a las puertas del Teatro Nacional para ver las figuras del cine regionales y mundiales desfilar por la alfombra roja de lo que ya se ha convertido en el festival de cine más importante de los Balcanes. Fundado en 1995 durante el asedio de Sarajevo, en plena guerra de Bosnia, es un evento con treinta años de historia y un pasado único que sigue celebrando el poder del cine incluso en los tiempos más oscuros.

“Este año marca tres décadas de nuestra dedicación a mostrar películas de la más alta calidad, a la vez que servimos de plataforma para el desarrollo del cine regional. Desgraciadamente, el mundo que nos rodea no es mejor, no es como nos imaginábamos que podía ser cuando se creó el festival, pero nuestra experiencia en los últimos treinta años demuestra que la reflexión sobre los tiempos más difíciles a través del diálogo 'arte no sólo es importante, sino también necesaria si queremos que prime la paz”, decía Jovan Marjanović, director del Festival de Cine de Sarajevo, durante el acto de inauguración. La ceremonia quiso reconocer al director palestino Elia Suleiman, por su contribución destacada al cine. “Vivimos en tiempos difíciles, y debemos dejar en el cine que convierta al mundo en un lugar menos violento”, recalcó Suleiman.

El Festival de Cine de Sarajevo, que este año concede el premio honorífico a la actriz estadounidense Meg Ryan, proyecta más de 250 cintas, de las cuales 57 son producciones regionales. El evento pone el foco en los matices de las experiencias personales y colectivas desde los márgenes geopolíticos y artísticos, a los que suelen quedar relegadas regiones como los Balcanes o el Cáucaso, y que a menudo se descuidan a la hora de montar el rompecabezas complejo de nuestra realidad global.

Asja Krsmanovic, una de las organizadoras del festival y la encargada de seleccionar las películas que compiten en la categoría de películas de estudiantes, dice: "Presentamos una región que no está muy cubierta en otros festivales de cine, una zona que está en el centro de Europa, pero que, de algún modo, también suele dejarse al margen de Europa". Krsmanovic hace gala del "buen ambiente en la industria cinematográfica de la región", por la selección cinematográfica, por el mercado de coproducción y sobre todo por la "red de festivales de la región adriática" que han creado: "Dirigimos este proyecto junto con el Festival de Cine de Zagreb, el Festival de Liubliana… Queremos ser inclusivos compartiendo nuestros conocimientos, ayudando a nuestros colegas y trabajando juntos, aportando el sentimiento de Yugoslavia".

Cine entre bombas

Han pasado treinta años desde que en 1995, en plena guerra de Bosnia y en medio del sitio de Sarajevo –el cerco a una ciudad más larga de la historia moderna–, los vecinos en la capital encendieron los focos y asistieron, entre balas y bombas, a la proyección de un pequeño número de películas. Krsmanovic tenía ocho años cuando su padre la llevó por primera vez al festival. “Recuerdo que fuimos a la inauguración, creo que era la cuarta edición del festival. Fue en el cine Meeting Point. Vi a la gente muy bien vestida, todos sentados y tratando de hacer algo con entusiasmo. Lo recuerdo como una especie de evento social”, explica.

Desde entonces el festival ha crecido y por la alfombra roja han pasado estrellas de Hollywood como Robert De Niro, Angelina Jolie y Morgan Freeman. Sin embargo, si por algo destaca el Festival de Sarajevo es por haber entendido el cine como una herramienta de transformación social. En los noventa fue la forma en que los bosnios tuvieron que resistir, buscar la normalidad en pleno conflicto y llamar la atención para que el mundo viera lo que seguía pasando en Bosnia. Hoy es una plataforma para el diálogo. “Cuando vives en esta región es imposible ignorar el status social, la economía y la política. Tenemos mucha empatía hacia el sufrimiento humano en todas partes, y nos hemos centrado en Palestina y otros lugares afectados por las guerras. Estamos intentando llevar todas estas historias al festival, y realmente intentamos poner de relieve todos estos problemas y llevar a los cineastas para que hablen. Sabemos que el diálogo es importante, sobre todo en tan difícil época política”, explica Krsmanovic.

Puentes entre el pasado y el futuro

También lo entiende así Davor Dzakula, un joven nacido en Serbia, de madre bosnia y padre croata. “Cuando me preguntan por mi contexto étnico o religioso siempre digo que zoco de los Acuerdos de Dayton”, bromea. Dzakula es responsable local de programas en la Oficina Regional de Cooperación Juvenil y siempre se ha sentido muy conectado con el festival, del que afirma que "no es sólo un evento". "Es una celebración de la cultura, una plataforma para voces diversas y una poderosa fuerza para la consolidación de la paz y la reconciliación. Al reunir a personas de diferentes orígenes, desempeña un papel crucial en la cicatrización de las heridas del pasado y el fomento de un sentimiento de unidad y de comprensión”, dice Dzakula.

Durante toda la semana, las salas alrededor de la capital proyectan películas que no sólo se adentran en el pasado de la región, como El aliento de Sarajevo, sino que también muestran realidades fuera de sus fronteras, como Oh, Canada. Así lo señala Krsmanovic: “Abrimos el diálogo. No sólo queremos proyectar nuestras películas, queremos ver lo que ocurre en el resto de la región y cómo estamos conectados, y después aprovechar este hecho para hacer algo útil para todos”. Dzakula va más allá: "El cine y las artes culturales en general ayudan a ir hacia el futuro, pero también a tratar con el pasado".

Han pasado treinta años desde que los ciudadanos de Sarajevo decidieron ignorar a los francotiradores y las bombas que había a su alrededor para ir a ver películas. Treinta años en los que Bosnia no ha parado de utilizar el cine como una forma de resistir. Como concluye Asja Krsmanovic, "cuando todo a tu alrededor se desmorona y alguien intenta privarte de tu dignidad, el arte es lo único que te queda".

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