Próximo Oriente

Irán, el país que cambia ante una élite política sorda

Teherán, más moderna y cosmopolita, vive bajo la sombra del poder ultraconservador

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Foto de Ricard Garcia Vilanova

TeheránUna mujer en bicicleta salida de la nada nos avanza en uno de los muchos atascos que se suceden en Teherán cada día vestida con ropa deportiva. "Esto era impensable antes, las mujeres no pueden conducir vehículos de dos ruedas", nos dice Newsha desde nuestro vehículo. Veremos qué pasa con el nuevo presidente, pero la mayoría de mujeres de Irán todavía ven muy lejos lograr sus derechos. "Queremos la libertad de Europa que aquí como mujeres no tenemos", dice Azadeh. Y Fairuza nos hace fijarnos en una señal de tráfico, equipada con una cámara: "No es solo para controlar el tráfico, también sirven para ver si llevamos el pañuelo en la cabeza de manera correcta, si no es así te llega una notificación y tienes que ir a la policía". Pero unas horas después nos cruzamos con dos mujeres que pasean con la cabeza descubierta en una de las calles principales de la capital.

La ciudad no tiene nada que ver con los estereotipos que en Europa tenemos de Irán. La antigua embajada norteamericana se puede visitar a manera de museo, con la entrada presidida por dos grandes fotografías, una de unos marines arrodillados y de espaldas y la otra con gente quemando una bandera americana. Pero más allá de la propaganda del régimen, Teherán es mucho más moderna y cosmopolita que las otras capitales de la región.

Estados Unidos, "el gran Satanás"

Los conservadores, ganadores de los comicios de este viernes, se oponen visceralmente a cualquier interacción con Occidente, y por supuesto con los Estados Unidos, que denominan "el gran Satanás", mientras que los moderados abren las puertas a una negociación. La tensión fue máxima bajo la presidencia del republicano Donald Trump, y estuvo a un paso de la guerra con el asesinato del general iraní Qasem Soleimani con un misil norteamericano en la carretera del aeropuerto de Bagdad.

El jefe de la guardia revolucionaria es recordado con monumentos y fotografías en Irak, donde las milicias iraníes siguen teniendo mucho peso desde que tomaron parte en la derrota del Estado Islámico. Teherán respondió al asesinato con un ataque en la embajada norteamericana de Bagdad, situada en la zona verde de máxima seguridad, y también bombardeando una base donde había tropas norteamericanas. Ahora, con Biden en la Casa Blanca, los moderados esperan volver al acuerdo nuclear que Trump, alineado con el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, rompió unilateralmente en 2018. Y con esto librarse de las sanciones que ahogan la economía persa.

La elevada inflación, el aumento desbocado de la pobreza y la corrupción generalizada explican la baja participación en los comicios del viernes. La impresión generalizada es que la clase política es incapaz de resolver los problemas cotidianos de los iraníes y las iraníes. Buena parte del desencantamiento se debe a la descalificación masiva de candidatos por parte del Consejo Guardián, un cuerpo formado por seis clérigos designados por el Líder Supremo, Ali Khamenei, y seis juristas designados por el Parlamento. Todos los que podían desafiar al candidato ultraconservador, Ebrahim Raisi, llamado a suceder a Khamenei y ganador de los comicios, fueron descalificados. La abstención se convirtió en la única manera de desafiar el sistema político y de mostrar al mundo que Irán no es solo lo que dicen los aiatolás.

Una economía ahogada

El primer reto del nuevo gobierno será la economía. En noviembre de 2019 la juventud estalló después de que el gobierno retirara de golpe las subvenciones al precio de la gasolina, que se triplicó de la noche a la mañana. Las manifestaciones fueron brutalmente reprimidas, con al menos 1.500 muertos en todo el país según Reuters, un balance que las autoridades niegan sin ofrecer una cifra alternativa. La herida entre la gente y el sistema político todavía está abierta.

Después de esto ni siquiera la perspectiva de que las negociaciones retomadas en Viena con la Unión Europea y los Estados Unidos permitan reavivar el acuerdo nuclear y acabar con las sanciones ha hecho efecto en un electorado decepcionado con el sistema. Pero destacadas figuras políticas ya se habían anticipado a defender que una baja participación no restaba legitimidad al futuro presidente conservador. Abdukl Reza Mesri, un diputado ultraconservador, recordaba hace unos días a la televisión las protestas del año 2009 después de las elecciones que dieron la victoria a Mahmud Ahmadinejad, en medio de graves irregularidades: "Les elecciones apasionadas llevan a decisiones erróneas", concluyó. Pero muchos iraníes ya no parecen dispuestos a continuar jugando al juego del mal menor.

Siguiendo el recorrido por la capital iraní, en la otra punta está el museo de la guerra de Irán e Irak, en el que se pueden ver aviones, helicópteros (curiosamente de procedencia americana), tanques, vehículos de transporte y los restos de un avión derribado. A pocos metros, se puede comer en unos pequeños restaurantes con motocicletas del ejército ruso y americano de atrrezzo y donde sirven pizza, pasta y hamburguesas. En el restaurante, Kabeh es uno de los muchos que no se creen las elecciones tuteladas: "En ningún momento se ha respirado un ambiente electoral".

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