Meloni envía ahora a Albania a inmigrantes en situación irregular que pretende deportar
Italia renueva el acuerdo migratorio con el país balcánico pese al revés judicial contra el pacto
RomaEl primer barco de la Marina italiana con 16 inmigrantes a bordo llegó al puerto albanés de Shengjin el 16 de octubre del pasado año. Empezaba así a aplicarse el llamado protocolo Italia-Albania, el acuerdo firmado un año antes por la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, junto a su homólogo albanés, el socialista Edi Rama, con el que Roma aspiraba a externalizar la gestión de los flujos migratorios.
Con un presupuesto de más de 650 millones de euros, el plan consistía en enviar al país balcánico a inmigrantes hombres sin derecho a asilo rescatados en el Mediterráneo, inspirándose en la propuesta del ex primer ministro británico Rishi Sunak, que intentó sin éxito deportar a Ruanda los sinpapeles del Reino Unido.
Italia construyó dos centros en los terrenos de una antigua base militar de la OTAN en Albania, con capacidad para casi 900 personas. Pero un año después, los sucesivos palos judiciales en el polémico plan migratorio de Meloni mantienen prácticamente vacíos los barracones levantados en tiempo récord en el país balcánico. Sin embargo, la líder de los Hermanos de Italia no tira la toalla.
Encuentro en Roma
"Muchos han intentado bloquearlo, pero estamos decididos a salir adelante, porque este mecanismo tiene el potencial de cambiar todo el paradigma en la gestión de los flujos migratorios", aseguró Meloni en una rueda de prensa con el primer ministro albanés, con quien mantuvo un encuentro bilateral en Roma esta semana, durante el que firmaron varios acuerdos en materia energética, migratoria.
Sin embargo, las tres primeras veces que Italia envió a Albania personas rescatadas en aguas internacionales, los jueces rechazaron convalidar su retención y ordenaron trasladarlos a la península, amparándose en una sentencia europea que considera que un país no puede ser considerado seguro si no lo es en todo su territorio y para todas las personas.
El gobierno italiano aprobó entonces un decreto ley que blindaba la lista de países seguros, pero el Tribunal de Roma solicitó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) que se pronunciara. En agosto, el tribunal europeo consideró que un Estado miembro no puede designar como país de origen "seguro" a una tercera nación que no cumpla, para determinadas categorías de personas, los criterios para esta designación.
La decisión del TJUE terminó –al menos de momento– con el experimento migratorio de Meloni. "Cuando entre en vigor el nuevo Pacto de la Unión Europea sobre Migración y Asilo, los centros en Albania funcionarán como se pretendía desde el principio", aseguró convencida esta semana.
Cambio de estrategia
En espera de que el nuevo pacto migratorio entre en vigor a mediados del 2026, el gobierno italiano ha decidido cambiar de estrategia y transformar uno de los dos centros construidos en Albania, el de Gjadër, en una estructura donde enviar a los inmigrantes en situación irregular a los que les ha denegado el asilo, antes de expulsarlos a sus países. Sería una infraestructura similar a los Centros de Internamiento y Expulsión (CIE) que existen en España, pero ubicada fuera del territorio de la Unión Europea.
"La repatriación directa desplaza el enfoque mucho más allá del acuerdo bilateral. No solo se mantiene detenidas a las personas fuera del espacio Schengen, sino que se las repatría desde un tercer país sin pasar por ningún territorio sujeto a la plena jurisdicción de la UE", denuncian desde la ONG Emergency.
De las 140 personas que han pasado por estas instalaciones entre abril y agosto pasados, sólo 37 fueron finalmente repatriadas. La mayoría fueron trasladadas de nuevo a Italia antes de recibir la orden de expulsión. Una fue el marroquí Hamid Badoui, de 42 años, que acabó quitándose la vida.
Badoui residía de forma irregular en Italia desde hacía diez años cuando fue arrestado y trasladado de un CIE a otro dentro del territorio italiano, hasta llegar al centro albanés de Gjadër. Según denunció, su deportación se produjo con las muñecas atadas con bridas de plástico, pese a encontrarse en detención administrativa. En mayo, con el protocolo Roma-Tirana suspendido temporalmente, volvieron a trasladarlo a la península y fue dejado en libertad. Pero poco después ingresó en prisión por su participación en una pelea. "En Albania no vuelvo", le dijo a su abogado unos días antes de suicidarse en su celda.
"Las protestas y los suicidios son los síntomas más visibles de un sistema diseñado para aislar y castigar –denuncia Emergency–. La muerte de Hamid Badoui es consecuencia directa de un sistema político que utiliza el miedo y la coerción como herramienta para gestionar la movilidad humana".