Masacre israelí en Gaza: "El ataque ha dejado un cráter de 70 metros entre las tiendas"
Tel-Aviv reivindica la operación en el campamento de Al Mawasi por la presencia de miembros de Hamás, que niega que tuviera ningún combatiente
Barcelona"Los equipos de rescate todavía están sacando cuerpos entre la arena. Hay tres cráteres, uno de ellos de 70 metros de ancho". Así describe en el ARA Mohamed el Mougher, jefe de protección civil de Rafah, la escena tras el ataque israelí de esta madrugada en el campamento de desplazados de Al Mawasi. En el campo se concentran decenas de miles de personas desplazadas por los bombardeos de Israel, que había designado el espacio como zona humanitaria cuando invadió las ciudades de Khan Younis y Rafah la pasada primavera. "Trabajamos con muchas dificultades debido a la carencia de gasolina y de maquinaria", alerta el responsable, que ya habla "de una de las peores masacres de esta guerra delirante". Hasta ahora se han recuperado 19 cuerpos, aunque inicialmente las autoridades de Gaza, bajo control de Hamás, habían hablado de 40 muertes. El ministerio de Salud insiste en que quedan cuerpos "bajo la arena, en las carreteras y en las ambulancias" y que las labores de recado continúan.
Como viene siendo habitual, las autoridades israelíes han justificado el ataque en un campo de refugiados de civiles asegurando que en el lugar había "terroristas importantes de Hamás" que estarían en un "centro de control operativo incrustado en la zona humanitaria". Israel asegura que ha utilizado "munición de precisión, vigilancia aérea y medios adicionales para mitigar el riesgo de dañar a civiles", según ha publicado en X el ministro de Exteriores, Israel Katz. Hamás niega que sus combatientes se encontraran en la zona y asegura que "las autoridades israelíes mienten para justificar sus horribles crímenes".
En declaraciones a Al Yazira, Tala Herzallah, una estudiante de 22 años que dormía en una tienda cercana al lugar del ataque ha descrito una escena dantesca: "En sólo unos segundos todo estaba boca abajo. Sólo veía dos colores: el rojo y el gris. Gritos, llantos y el sonido de las ambulancias. Estos misiles están diseñados para derrumbar edificios de cemento, y los han arrojado sobre un campamento de tiendas hechas de los materiales más débiles".
La ONU y las ONG que operan en la zona han condenado el ataque. El Consejo de Noruega para los Refugiados (NRC) ha recordado que el campamento acogía a 30.000 personas por kilómetro cuadrado: la gente se agolpaba tras las sucesivas órdenes de evacuación dictadas por el ejército israelí, que les instaban a trasladarse -ahí. "Durante 11 meses Israel ha forzado a los palestinos de Gaza a huir de un sitio a otro sin darles ninguna garantía de seguridad, un lugar donde vivir o poder volver después de las hostilidades", dice la organización. "Las imágenes de cráteres profundos que han enterrado tiendas donde dormían criaturas con familias enteras son otra prueba de que no hay lugar seguro en Gaza y de que solo un alto el fuego evitará la pérdida de más vidas", añade.
Dudas sobre la vacunación de la polio
Por otra parte, la ONU alertó esta mañana sobre las dificultades para continuar la campaña de vacunación contra la polio que empezó la semana pasada y para la que Israel se había comprometido a realizar pausas humanitarias. El jefe de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, Philippe Lazzarini, alertó de que uno de sus equipos de sanitarios fue retenido a punta de pistola en un control israelí cuando intentaban llegar al norte de Gaza. Hasta ahora se han vacunado más de 441.000 niños en el centro y el sur de la Franja con la primera dosis, pero la tercera fase no ha empezado.
Después de que en agosto se confirmara el primer caso de polio en la Franja en los últimos 25 años (un bebé del centro de Gaza que ha perdido la movilidad en las piernas), el plan era vacunar a 640.000 niños en una semana para evitar un rebrote de esa enfermedad altamente contagiosa que podría tener un impacto regional. La destrucción del sistema sanitario y del saneamiento del agua y el tratamiento de los residuos ha convertido a Gaza en un gran vertedero que los expertos alertan de que es un peligroso caldo de cultivo para las epidemias.