Biden y Netanyahu vuelven a hablar después de semanas para discutir el inminente ataque a Irán

Israel promete una respuesta "letal, precisa y sorprendente"

El presidente de EEUU, Joe Biden, durante una llamada con Benjamin Netanyahu.
09/10/2024
4 min

Enviada especial a HaifaCincuenta minutos de conversación telefónica cruciales para Oriente Próximo. Benjamin Netanyahu ha hablado con Joe Biden y Kamala Harris, por primera vez en semanas, cuando el mundo está pendiente del ciclo de represalias entre Israel e Irán. Ahora es el turno de Netanyahu: en el macabro juego de ping-pong le toca responder a el ataque que Teherán lanzó la semana pasada con cientos de misiles. Todo el mundo dice que no quiere una guerra descontrolada en la región, pero siguen jugando con fuego. A menos de un mes de las elecciones en Estados Unidos, Biden no quiere ser arrastrado a un combate directo, mientras ve cómo los precios del petróleo suben.

La pregunta no es si Israel devolverá el balón, sino cuándo y cómo. El 1 de octubre Teherán vengó los asesinatos de sus aliados –el líder de Hezbollah, Hasan Nasrallah y del de Hamás, Ismail Haniye– con una ola de 181 misiles contra territorio israelí. La mayoría de proyectiles fueron interceptados por las defensas aéreas israelíes, siendo la única víctima mortal justamente un palestino de Gaza que había sido deportado a Cisjordania. Sin embargo, no queda claro el alcance de los daños en varias bases militares israelíes. El ejército proclama que el ataque no impidió el funcionamiento de ninguna de sus instalaciones. La prensa internacional ha analizado imágenes de satélite que indican que al menos dos bases fueron afectadas.

Netanyahu prometió que Irán pagaría un precio muy caro por el ataque, y este miércoles su ministro de Defensa, Yoav Gallant, dijo que será "letal, precisa y, sobre todo, sorprendente. No entenderán qué ha pasado ni cómo".

Desde aquel ataque del 1 de octubre, Israel está preparando el siguiente golpe. La guerra contra Hezbollah ha hecho que más israelíes se envuelvan con la bandera y apoyen al gobierno, pero ahora comienzan las dudas sobre la invasión del Líbano, porque cada día mueren soldados israelíes y no se detiene el lanzamiento de cohetes de Hezbollah sobre las ciudades del norte. Precisamente este miércoles el Kremlin aseguraba que la milicia chií libanesa, que ha sido su aliada en Siria para defender el régimen de Bashar el Asad, conserva su cadena de mando y su capacidad operativa. Sin poder presentar grandes éxitos en la ofensiva terrestre en Líbano, Israel ha emprendido estos últimos días lo que parece el asalto final sobre el norte de Gaza.

Apologitas de la guerra en los platós

Desde el 1 de octubre ex militares y otros apologetas de la guerra recorren los platós de televisión en Israel compitiendo por quien la dice más gorda sobre cómo debería ser la recontraréplica israelí: algunos hablan de destruir las refinerías de petróleo de Irán; otros, de atacar sus instalaciones nucleares. E incluso hay quien defiende derribar el régimen de los ayatolás. Conviene no olvidar que en el 2002, un año antes de la invasión de Irak, Netanyahu se dirigió al Congreso de Estados Unidos para decirles que: "Si echa el régimen de Sadam, les garantizo que habrá reverberaciones enormemente positivas en la región". Tras liquidar a Sadam Husein, hundir a la región en el caos y empantanar a Estados Unidos en una guerra que no pudieron ganar, Netanyahu no ha parado de reclamar que el próximo objetivo sea Irán.

"Ahora o nunca", es la frase más pronunciada por los abogados de la guerra. Con Hezbollah malherido, Israel ha debilitado la primera línea de defensa de Irán y tiene luz verde de Estados Unidos para asestar un duro golpe que debilite por mucho tiempo a su archienemigo. Como recordó en su megalómano discurso ante la ONU el mes pasado, Netanyahu tiene en la cabeza una nueva configuración de todo Oriente Próximo que elimina a los palestinos y los enemigos regionales de Israel (Irán y sus proxias) y abraza una alianza con Arabia Saudita y sus aliados.

Más allá de las proclamas, Netanyahu debe calcular sus próximos pasos. Por el momento se ha querido atribuir todo el protagonismo, humillando a su ministro de Defensa, Yoav Gallant, que debía haber viajado a Washington este miércoles para reunirse con su homólogo Lloyd Austin. Pero el primer ministro le prohibió tomar el avión hasta que él no hubiera hablado personalmente con Biden.

Es posible que Irán haya gastado ya un tercio de sus arsenales en los ataques contra Israel de abril (en respuesta al bombardeo de su embajada en Damasco) y de la semana pasada. Teherán saca pecho, pero la realidad es que en los dos ataques, el daño que ha dado en Israel es sobre todo psicológico. Aunque también lo es que la intercepción de misiles balísticos, de crucero o de aviones y drones, de los que se ocupan los sistemas de defensa antiaérea David's Sling (Fuena de David) y Arrow (Flecha), tienen un elevado coste económico . Tel-Aviv también debe calcular las consecuencias del ataque: si opta por las instalaciones nucleares podría acelerar la carrera de Teherán para obtener bombas atómicas; si lo hace por las refinerías, Teherán podría responder cerrando el estrecho de Ormuz, por el que circula el 20% del petróleo que se extrae al planeta y el 35% de lo que se exporta por mar.

Relaciones deterioradas

Todos estos elementos son los que están sobre la mesa de Netanyahu y sus responsables militares. La administración Biden sigue patrocinando el derecho de Israel a defenderse, borrando los precedentes. El presidente saliente dijo la semana pasada que no apoyaría un ataque sobre las instalaciones nucleares o petroleras iraníes. Pero Netanyahu sabe que Biden no le va a retirar el apoyo, y menos pocas semanas antes de que Harris se juegue la reelección. Da igual lo deterioradas que estén las relaciones personales entre ambos. Según explica el periodista Bob Woodward, el estadounidense abucheó al israelí en julio por no haberle advertido de un ataque que mató a un alto cargo de Hezbollah en Beirut: "Bibi, what the fuck?" fue la expresión textual.

Antes de hablar con Biden, Netanyahu lo hizo con Donald Trump, quien la semana pasada le "felicitó por las intensas y decididas operaciones que Israel hizo contra Hezbollah", según el relato del gabinete de prensa de Netanyahu. La campaña de Trump no dejó escapar la oportunidad para proclamar que "los líderes del mundo quieren hablar con Trump porque saben que pronto volverá a la Casa Blanca para restaurar la paz y la seguridad en todo el mundo".

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