El mar Rojo y el Cuerno de África se abocan al abismo
Los ataques de Estados Unidos y Reino Unido en Yemen y los golpes de los houthis se suman a una disputa territorial entre Etiopía, Somalia y Somalilandia y la guerra en Sudán
El CairoLa tensión en las estratégicas regiones del mar Rojo y del Cuerno de África, donde el equilibrio de fuerzas es cada vez más difícil de encajar, siguió aumentando aún más en la madrugada del viernes, después de que Estados Unidos y el Reino Unido atacaran objetivos del movimiento houthi en Yemen. Así respondieron ambas potencias occidentales a los golpes de los rebeldes en las últimas semanas contra barcos mercantes con supuestos vínculos con Israel, lanzados a raíz de la devastadora ofensiva militar israelí en la franja de Gaza.
Desde mediados de noviembre, el Pentágono ha registrado 27 ataques por parte de los houthis contra rutas comerciales en el sur del mar Rojo, la vía marítima más corta entre Asia y Europa y por donde circula alrededor del 15% del comercio mundial. Esta ola de ataques ha empujado a las grandes empresas de transporte marítimo a interrumpir el tráfico por sus aguas, y tener que circunnavegar toda África alrededor del cabo de Buena Esperanza.
La tensión y el riesgo de escalada militar en la zona se dispararon cuando Washington anunció el despliegue de una fuerza naval internacional en el mar Rojo destinada a proteger el tráfico de barcos. Unos días después del anuncio, el portavoz de los houthis, Yahya Sarea, adelantó que el movimiento, apoyado por Irán, “haría todo lo necesario para defenderse y hacer frente a cualquier agresión”.
En este contexto, el 3 de enero la coalición naval liderada por Estados Unidos emitió un comunicado con el que amenazaron el movimiento yemení con hacerles asumir “las consecuencias” de seguir perturbando el tráfico por la zona, donde Teherán también ha desplegado un barco de guerra. Pero los houthis respondieron el pasado martes con el mayor ataque que han llevado a cabo hasta ahora, y que incluyó el lanzamiento de 18 aviones no tripulados, dos misiles de crucero y uno balístico, todos ellos interceptados, según informó Washington .
Los ataques del viernes de Estados Unidos y Reino Unido contra objetivos militares de los houthis fueron, en parte, la respuesta a este último golpe del grupo yemení, según argumentó la Casa Blanca. Y el Pentágono afirmó que el objetivo es degradar las capacidades del movimiento en materia de drones, misiles, radares y vigilancia aérea. A las pocas horas, sin embargo, los houthis respondieron con el lanzamiento de un nuevo ataque menor.
Guerra sangrienta
Los houthis se han visto inmersos en la última década en una cruenta guerra contra el débil gobierno central reconocido por la comunidad internacional y con el apoyo político y militar de Arabia Saudita. Actualmente, el movimiento controla la mayor parte del norte de Yemen, incluida la capital, Saná, y casi toda la costa del mar Rojo. En los últimos años, el grupo se ha llegado a convertir en una notable fuerza militar en la región, y cuenta con decenas de miles de soldados, experiencia en combate, capacidad naval y un gran arsenal armamentístico.
Una de las primeras capitales en reaccionar al ataque de Washington y Londres en Yemen fue precisamente Riad, que en un comunicado pidió contención y “evitar una escalada”. El peligro de una espiral de violencia ha sido desde el principio un motivo de preocupación para Arabia Saudí, que lleva meses negociando con el grupo yemení para salir del avispero en el que se ha convertido su intervención militar en Yemen, que también ha recibido el apoyo de varios países occidentales, incluidos Estados Unidos.
En los primeros compases de la campaña militar israelí en Gaza, los houthis lanzaron varios misiles en dirección a Israel, que se encuentra a más de 1.500 kilómetros, pero la mayoría fueron interceptados antes de acercarse a ellos y algunos llegaron a impactar en el vecino Egipto. Fue entonces cuando el movimiento yemení, consciente de la estratégica ubicación geográfica de su país, dirigió la atención a un objetivo mucho más al alcance: perturbar el tráfico marítimo en el mar Rojo de barcos mercantes en principio vinculados a Israel.
Las costas de Yemen están bañadas por las aguas del sur del mar Rojo y del golfo de Adén, ambos conectados por el estrecho de Bab el Mandeb, de menos de 30 kilómetros de ancho en su punto más angosto . En el extremo opuesto del mar Rojo se encuentra el canal de Suez, que enlaza con el Mediterráneo. Por esta vía fluyó durante la primera mitad de 2023 alrededor del 12% de todo el petróleo comercializado en el mundo por mar, y cerca del 8% del comercio mundial de gas natural licuado, según la administración de información energética de Estados Unidos . Por el canal de Suez pasa en torno al 10% del comercio mundial, según la entidad que lo gestiona.
El impacto en el comercio marítimo
El impacto de los ataques houthis ha sido difícil de digerir. La semana pasada el volumen del transporte marítimo a través del estrecho de Bab el Mandeb fue un 45% inferior al de un año antes, según la plataforma PortWatch de seguimiento de perturbaciones del comercio marítimo. El descenso en el canal de Suez fue del 28% y, en cambio, el tráfico por el cabo de Buena Esperanza se incrementó un 63%. Sin embargo, los cambios de ruta han afectado sobre todo a los barcos de mercancías, según datos de rastreo de la agencia de noticias Reuters.
Unas horas antes del ataque a Yemen, Irán anunció que había incautado un petrolero que navegaba por el golfo de Omán, en represalia por la captura del propio barco por parte de Estados Unidos el año pasado, según informaron medios estatales citando fuentes oficiales de la armada iraní. Aunque en esta zona no se han producido recientemente muchos incidentes, muchos analistas alertan de que un aumento de la tensión en torno al estrecho de Ormuz, que conecta los golfos de Omán y Pérsico y es el punto más crítico del mundo por el comercio energético, comportaría consecuencias globales aún mayores que las perturbaciones en el mar Rojo.
La polémica salida al mar de Etiopía
Y éste no es el único conflicto en la zona. Etiopía y Somalilandia, una república autoproclamada en el noroeste de Somalia sin reconocimiento internacional, contribuyeron a sacudir el delicado tablero del mar Rojo y el Cuerno de África nada más arrancar el año con el anuncio de un polémico acuerdo preliminar que amenaza con hacer aún más difícil el equilibrio de poderes en la región. sin salida al mar más poblado del mundo, a cambio del reconocimiento de su independencia. Sin embargo, el acuerdo ha sido totalmente rechazado por Somalia, país del que Somalilandia se independizó en 1991, y su gobierno federal lo ha considerado un “acto de agresión”.
En el mismo barco que Mogadiscio se han colocado Egipto y Eritrea, dos países que mantienen relaciones difíciles con el gobierno etíope y que muestran gran desconfianza hacia las aspiraciones de Addis Abeba de abrirse paso al sur del mar Rojo. El memorando también ha sido criticado por Yibuti, país a través del cual Etiopía canaliza más del 95% de sus importaciones y exportaciones a cambio del pago de tasas.
“En Somalilandia se respira un optimismo cauto. Por fin alguien escucha las peticiones de ser un estado independiente de Somalia, pero al mismo tiempo existe incertidumbre sobre cómo Etiopía mantendrá su parte del pacto”, afirma Moustafa Ahmad, investigador independiente en Hargeisa, capital de Somalilandia. Considera que, si el acuerdo se materializa, podría "suponer una gran sacudida política y de seguridad" en la zona, aunque tampoco descarta que se acabe aceptando como un "hecho consumado".
Guerra en Sudán
A las anteriores crisis que están colocando la región del Cuerno de África y el mar Rojo frente a un precipicio se suma la más devastadora de todas: la guerra en Sudán. Después de varios meses en los que los crudos combates entre el ejército regular y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FSR) se habían concentrado en la capital, Jartum, y en la región de Darfur, a finales de diciembre empezaron a extenderse peligrosamente en el este. El conflicto en Sudán se encuentra en un impasse que conlleva el riesgo de degenerar en una guerra total si las FSR deciden avanzar hacia la costa.