Hezbollah niega que Israel haya entrado en Líbano, pese al anuncio de Tel Aviv

Israel dice que ha invadido el sur del país vecino y Washington le da el apoyo

Tanques israelíes en un lugar no revelado en el norte de Israel, 30 de septiembre de 2024.

Beirut / WashingtonIsrael ha invadido el sur de Líbano la madrugada de este martes y ha cumplido finalmente con la amenaza de una ofensiva terrestre que llevaba días agitando. Tras intensificar los bombardeos sobre el país y volver a atacar a Beirut, el ejército israelí ha puesto en marcha la ofensiva terrestre con la aprobación del gabinete de seguridad liderado por el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. La operación empuja aún más a Oriente Próximo al borde de una guerra regional y eleva el conflicto a un nuevo estadio.

El ejército israelí ha anunciado el inicio de lo que define como operaciones "limitadas, localizadas y selectivas contra objetivos terroristas de Hezbolá en la zona fronteriza al sur del Líbano" y que "suponen una amenaza inmediata para las localidades del norte de Israel". La invasión terrestre va acompañada de fuego aéreo y artillería.

No le ha faltado tiempo a Netanyahu para cumplir con la promesa que hizo el pasado viernes desde la ONU de seguir atacando a Hezbolá "hasta alcanzar los objetivos". El primer ministro israelí hacía esta afirmación menospreciando los llamamientos de la comunidad internacional a desescalar la violencia, e incluso la de su principal socio, Estados Unidos, que no ha dejado de enviar armas en ningún momento. Poco después de que haya comenzado la incursión, el secretario de Defensa Lloyd Austin aseguró haber hablado con el ministro de Defensa isarelín, Yoav Gallant. "Coincidimos en la necesidad de desarticular la infraestructura de ataque a lo largo de la frontera para garantizar que Hezbollah no pueda llevar a cabo ataques como el del 7 de octubre", expuso Austin a través de un comunicado a X en lo que cierra filas con Tel-Aviv.

El secretario de Defensa estadounidense también ha insistido en la necesidad de una "solución diplomática" y ha advertido que "Estados Unidos está bien posicionado para defender a los socios estadounidenses ante las amenazas de Irán y las organizaciones terroristas que cuentan con su apoyo". "Insisto en las graves consecuencias que puede sufrir Irán si decide lanzar un ataque militar directo contra Israel", ha concluido Austin. Dentro del mostrador de juego, la principal preocupación de Washington es el próximo movimiento del régimen de los ayatolás. Los estadounidenses, como ya explicaba en el ARA el exconsultor del Departamento de Defensa, Ilan Berman, buscan una guerra "controlada". La promesa de estos ataques "limitados" por parte del ejército israliano podría encajar dentro de ese escenario.

Israel, que esta vez sí ha informado a Washington de su plan, había asegurado a su aliado que su intención es llevar a cabo una incursión "limitada" para derrotar finalmente a Hezbollah tras matar a su líder, Hassan Nasrallah, el pasado viernes. Aun así, no puede descartarse que la ofensiva acabe escalando a una invasión total. En los últimos días miles de tropas israelíes adicionales se han desplazado al norte de Israel, levantando sospechas de una operación más amplia y prolongada.

La semana pasa el Pentágono ya anunció que enviaba tropas adicionales a la región ante el aumento de la tensión. Este lunes volvía a anunciar que enviará "unos miles" más de soldados a Oriente Próximo, previendo ya la intensificación de la ofensiva. Las fuerzas adicionales servirán para reforzar a los más de 40.000 soldados estadounidenses existentes en la región repartidos en distintas bases en Irak, Siria y otros países de la zona. En el golfo de Omán, el portaavión USS Abraham Lincoln ha alargado sus operaciones en la zona, y desde Virginia ya está de camino al Mediterráneo un segundo portaaviones.

En paralelo a la incursión terrestre que asegura tener como objetivo al grupo terrorista chií, Israel también ha atacado esta madrugada un edificio del campamento de refugiados palestinos Ain al-Hilweh en Sidon, en el sur de Líbano. Según Reuters, el objetivo de este ataque era Mounir Maqdah, comandante de la rama libanesa de la vertiente militar del movimiento palestino Fatah. Ain al-Hilweh es el mayor campamento de refugiados palestinos que hay en Líbano y donde según la UNRWA había unas 80.000 personas en 2023.

La situación en la frontera era premonitoria la noche de este lunes: Tel- Aviv había intensificado los bombardeos, mientras que las tropas libanesas retrocedían hasta cinco kilómetros ante la presencia amenazante del ejército israelí al otro lado del límite territorial. Varios medios, de hecho, apuntaban a que las tropas israelíes habían llevado a cabo pequeñas y breves incursiones en territorio libanés.

El ministro de Defensa, Yoav Gallant también anticipaba la acción. Durante un encuentro con las tropas que esperan el orden en la frontera norte, Gallant aseguraba que "la próxima fase de guerra contra Hezbollah empezará pronto", y que "será un factor importante para conseguir el objetivo de la guerra: volver a los residentes del norte en su casa". El ministro añadía: "desplegaremos todo lo necesario: vosotros y otras fuerzas, por aire, mar y tierra". Las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) han declarado zona militar cerrada las comunidades de Metula, Misgav Am y Kfar Giladi, en el norte del país, junto a la frontera con Líbano. "Entrar en esa área está estrictamente prohibido", había informado el ejército el lunes en un comunicado.

Hezbollah tomaba nota y ya se prepara para responder. El subsecretario general del grupo chií, Naim Qassim, dejó claro cuál era el camino que su grupo estaba dispuesto a seguir: "Hezbollah seguirá luchando, tanto en Gaza como en Líbano”, y está preparado para “cualquier eventualidad”, incluida “una incursión terrestre israelí” En otras palabras, que la milicia chií libanesa se prepara para una larga guerra contra Israel, de la que espera salir vencedora Las palabras de Qassim dejan en suspenso cualquier esperanza de tregua. La Casa Blanca intenta presionar a Israel para reducir el alcance de la operación y evitar que pueda quedar fuera de control o convertirse en una ocupación prolongada del sur del Líbano, pero EEUU no ha desautorizado la ofensiva del ejército israelí : "A veces, la presión militar puede sostener la diplomacia", puntualizaba el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller. El representante estadounidense, de hecho, confirmó que responsables israelíes han abordado sus planes de ofensiva terrestre con Washington.

Edificio destruido en Kola en el centro de Beirut

Desde que el ejército israelí puso en marcha la escalada la semana pasada, bombardeando almacenes de armas y municiones en áreas pobladas, ha centrado la ofensiva en descabezar la cúpula de Hezbolá. El asesinato de Hassan Nasrallah, el líder supremo de la organización chií, es el golpe más contundente que Israel ha conseguido durante la campaña y sus consecuencias pueden cambiar el curso de los eventos. Al parecer, Tel-Aviv busca reducir la capacidad militar de Hezbollah hasta forzarle a aceptar una solución política, o provocar una guerra total de imprevisibles consecuencias para toda la región.

La gran incógnita sigue siendo Irán, aliado principal de Hezbolá, gran enemigo de Israel y que hasta ahora ha mantenido un perfil bajo en esta crisis. El portavoz del ministerio de Exteriores iraní, Nasser Kanani, fue claro al respecto: “La República Islámica no desplegará fuerzas en Líbano o Gaza para enfrentarse a Israel”. Con estas palabras, Teherán parece desmarcarse de una intervención directa y afirma que Hezbolá y Hamás no han solicitado su ayuda militar.

Si bien Irán afirma que no intervendrá, el eje de la resistencia, liderado por Hezbollah, sigue teniendo un papel crucial en la región. La pregunta es hasta qué punto podrá sostenerse esta estrategia sin el apoyo directo de Teherán. La invasión terrestre israelí podría ser el detonante de una reconfiguración del equilibrio de fuerzas en Oriente Próximo y entonces Teherán se verá obligado a decidir si está dispuesto a perder su influencia o si intervendrá para cambiar el rumbo de los acontecimientos.

Este lunes, horas previas al ataque terrestre sobre Líbano, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se ha dirigido "directamente, sin filtros y sin intermediarios" a los iraníes y les ha pedido que den la espalda a los líderes de la República Islámica. "Cada día ve un régimen que le subyuga, que hace discursos exaltados sobre defender Líbano y Gaza. Pero cada día este régimen sume más a nuestra región en la oscuridad y la guerra", ha dicho en un vídeo en el que habla en inglés, difundido en las redes sociales.

La tragedia de los civiles

Paralelamente, la noche que separaba el domingo del lunes, un zumbido rompió el silencio de Beirut. Drones israelíes se arrojaron sobre la capital libanesa y atacaron, por primera vez, un edificio residencial del centro de la ciudad. El objetivo eran tres altos mandos del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPAP), figuras esenciales en la resistencia palestina en Líbano. El ataque al centro de Beirut reabre heridas no cicatrizadas desde la guerra del 2006. El impacto del bombardeo no se limitó sólo a la muerte de estos dirigentes. El edificio atacado, cerca del emblemático puente de Cola —arteria crucial que conecta el sur y el norte del país—, sufrió graves daños y el miedo volvió a esparcirse entre los vecinos de este barrio popular de la capital. Beirut sintió la guerra más cerca de lo que muchos esperaban.

Horas después, la fuerza aérea israelí lanzó otro ataque sobre el campamento de refugiados palestinos de Al-Bass, en la ciudad de Tiro, en el sur del país. El líder de Hamás en Líbano, Fatah Sherif al Amin, murió en este bombardeo junto a su familia: su esposa y dos hijos. Es la última de una serie de ejecuciones que han marcado la última semana, dirigidas contra figuras clave de las milicias islámicas secundadas por Irán.

Pero la peor parte es para los civiles. Después de una semana de violencia, el Líbano se desangra con cerca de mil muertos, miles de desplazados y pueblos enteros arrasados por los bombardeos. El sur del país, el valle de la Bekaa -cerca de la frontera con Siria- y los suburbios de Beirut han sido testigos del avance implacable de la fuerza aérea israelí. El horror no se detiene. Un ataque aéreo sobre un edificio residencial en Ain al Delb, en las afueras de Sidón, lo derrumbó en pocos segundos y causó 45 muertos y más de 70 heridos. En las últimas veinticuatro horas se habían contabilizado casi 140 muertes.

El gobierno libanés, debilitado por una crisis económica y política de la que no logra escaparse, se enfrenta ahora a una tragedia humanitaria de proporciones inimaginables. Con más de un millón de personas desplazadas por los bombardeos en masa, la comunidad internacional empieza a movilizarse.

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