Sin crítica: Estados Unidos avala la invasión israelí del Líbano

Washington sigue haciendo malabares entre los llamamientos al alto el fuego y el apoyo militar a Israel

El presidente estadounidense, Joe Biden, es recibido por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en Tel Aviv el pasado 13 de octubre.
4 min

WashingtonA un mes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la administración Biden ve cómo Israel vuelve a tirar por el derecho e ignora su llamada a detenerse. Como ocurrió en Gaza el pasado invierno después de que Biden advirtiera contra el asalto a Rafah, ahora Netanyahu ha puesto en marcha la invasión del Líbano. La esperanza del alto el fuego que habían patrocinado Biden y el presidente francés Emmanuel Macron se funde. Washington prefirió rectificar y su secretario de Defensa, Lloyd Austin ya se pronunció en las primeras horas avalando la invasión de un país soberano en nombre del "derecho de Israel a defenderse". Netanyahu ha entendido que desde hoy hasta las elecciones el 5 de noviembre no habrá ningún freno de la administración estadounidense, y que es el momento de imponer una realidad sobre el terreno confiando en que una victoria de Donald Trump le abra un escenario aún más favorable.

Pero que Israel tire por el derecho tampoco es una sorpresa, teniendo en cuenta que tanto la vicepresidenta y candidata Kamala Harris, como la Casa Blanca, aplaudieron al asesinato del líder de Hezbollah, Hasan Nasrallah, el pasado viernes, sin tapujos , ni recordando los principios del derecho internacional. Ante riesgo de una implicación de Irán (a diferencia de Gaza) el Pentágono ha movilizado a tropas para cubrir los hombros de Israel. Y la semana pasada aprobó una partida de 8.700 millones de dólares en ayuda militar directa a Tel Aviv. Decisiones que no van precisamente en la línea de la salida diplomática que proclaman los comunicados oficiales.

El alto el fuego, papel mojado

En el marco de la 79ª Asamblea de la ONU y la escalada de tensión en Líbano, el pasado jueves los EEstados Unidos lideraba la petición de un alto el fuego de 21 días en Líbano que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa tiraban al suelo. Con la mano derecha Washington hace de mediador y con la izquierda arma uno de los bandos.

La actuación de Tel-Aviv deja en entredicho el supuesto liderazgo internacional de EEUU y plantea la cuestión de por qué Washington no frena el envío de armas en medio de un escenario que amenaza con la posibilidad de arrastrarlo a una guerra regional. La pasada primavera, el presidente Joe Biden amenazó a Netanyahu con frenar el envío de armas si invadía los núcleos de población a Rafah, donde se refugiaban más de un millón de palestinos desplazados por los bombardeos indiscriminados. Al final, el ejército israelí entró en Rafah y la amenaza no se cumplió.

Ahora, con Líbano, la situación se repite: Israel envía mensajes contradictorios a Washington y mientras tanto tira por el derecho. Después de que Netanyahu desestimara el jueves la propuesta del alto el fuego, el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, explicó que Israel había estado al corriente del plan y se había mostrado conforme. En caso contrario, no se habría presentado. A Washington le estaba subiendo la mosca a la nariz y, horas después de la afirmación de Kirby, la oficina de comunicación de Netanyahu publicaba un comunicado en el que volvía a abrir la puerta a discutir un alto el fuego. Al día siguiente el israelí decía desde la ONU que seguiría atacando a Hezbollah y, poco después de terminar su discurso, Tel-Aviv bombardeaba una vez más a Beirut y mataba al líder de Hezbollah.

"La disposición del gobierno de Netanyahu para ignorar las preocupaciones expresadas por la administración Biden no ayudan al rol internacional de EEUU –expone en el ARA el exembajador estadounidense en Túnez, Gordon Gray–. Pero se ha de entender que la aparente contradicción que existe entre liderar la petición por el alto el fuego y seguir armando Israel proviene de dos intereses distintos por parte de EEUU: por un lado, asegurarse de que Israel tenga todo lo que necesite para defenderse militarmente; y, por otra, la conclusión de que los problemas de seguridad en Oriente Próximo deben resolverse a través de la diplomacia". De cara a la comunidad internacional, Washington no puede quedarse de brazos cruzados y debe intentar mantener la imagen de un supuesto liderazgo.

La escalada que está liderando Israel dentro de la región plantea la cuestión de que, en algún punto, los mismos intereses de Washington pueden entrar en conflicto: el de armar a Israel y evitar ser arrastrado a una guerra regional. Un escenario que sí podría acabar suponiendo un punto de inflexión en la política en el apoyo miliar a Israel. Pero Gray apunta que, pese al riesgo que representa una posible implicación de Irán, no ve que el escenario actual acabe suponiendo "un punto de inflexión" en la relación con Israel: "No a corto plazo. tanto si entra Kamala Harris como Donald Trump en la Casa Blanca, no creo que ninguno de los dos ejerza mucha presión sobre Israel. Otra cuestión es a largo plazo: lo que sí estamos viendo es un cambio generacional sobre el apoyo a Israel”.

Papel estratégico en la región

La realidad es que desde siempre Israel ha jugado un papel estratégico para los intereses de Estados Unidos en la región, y el contexto actual, en el que Washington se siente amenazado por la alineación de intereses entre Rusia, China, Irán y Corea del Norte –así lo hicieron notar a la conclusión de la cumbre de la OTAN en julio–, aún da menos margen para imponerse a Netanyahu. Al menos a corto plazo. "El otro elemento que debemos tener en cuenta son las debilidades de Irán. Una cosa es utilizar proxias como Hamás o Hezbollah contra Israel o contra los intereses de EEUU, y otra distinta es la implicación directa. La debilidad interna, tanto a nivel de apoyo del régimen como económico, sugiere que Teherán se lo pensará mucho antes de entrar en una guerra total", expone Gray.

Del mismo modo, Gray apunta que "Estados Unidos no está preparado para involucrarse directamente en una guerra regional" . "No hay, y no creo que haya, apoyo por ello en la política interna", añade. apuntaba al ARA como EEUU ya daba la guerra por hecha –a pesar de que hicieran llamadas a evitar la escalada– y miraban más allá de ese escenario. Ahora el mostrador sigue siendo similar: lo que sigue con preocupación Washington son los movimientos de Irán.

stats