Las opciones de Irán en la guerra contra Israel
Teherán no puede resistir una agresión con participación de Estados Unidos, pero puede jugar la carta del estrecho de Ormuz
BarcelonaEl ataque de Israel a Irán parece implacable. Aunque ni Tel-Aviv ni Teherán son transparentes con los daños sufridos, queda claro que la cúpula militar y científica del régimen iraní ha sido decapitada y que se han destruido instalaciones militares (sobre todo baterías de lanzamiento de misiles tierra-tierra y tierra-aire, además de diferentes bases) y equipamientos nucleares, la equipación nuclear, gas. Al menos 240 iraníes han muerto, según cifras oficiales. Teherán contraatacó con ataques sobre instalaciones militares y barrios civiles israelíes que dejaron 24 muertos y han causado daños importantes en grandes ciudades como Tel-Aviv o Haifa. Un nivel de destrucción que probablemente el país nunca había vivido.
¿Pero hasta qué punto el régimen de los ayatolás puede sostener esta guerra (una guerra por aire, hay que recordarlo) contra la sexta potencia militar del planeta? También es difícil de cuantificar porque ni israelíes ni iraníes tampoco son transparentes sobre sus respectivos arsenales. Sabemos que Irán ha desarrollado uno de los programas de misiles de los más potentes de toda la región, con miles de proyectiles balísticos de rangos y velocidades distintas. Se cree que Teherán tiene capacidad para aguantar el intercambio de golpes durante semanas. Y que por mucho que las defensas antiaéreas israelíes son probablemente las mejores del mundo, puede desbordarlas con la estrategia del lanzamiento masivo y combinado de drones y misiles. Su capacidad de destrucción material puede ser importante y su impacto psicológico aún más, en una población acostumbrada a la superioridad militar frente a sus enemigos, cuando son milicias palestinas, libanesas o yemeníes, pero no enfrentándose a una potencia militar.
Los misiles Haj Qassem, que Irán lanzó el domingo por primera vez contra Israel, pudieron esquivar las defensas y el resultado fueron imágenes de grandes destrozos. El mensaje es que Teherán todavía tiene ases en la manga. Evidentemente, el arsenal de estos misiles es limitado, pero si el conflicto se alarga puede convertirse en una guerra de nervios, de desgaste. Pero ¿hasta cuándo? Es la gran pregunta que nadie puede responder a ciencia cierta.
¿Puede Israel seguir protegiendo a su población mientras bombardea el territorio iraní? Pues depende de Donald Trump. La Cúpula de Hierro es un sistema escalable, que permite que Estados Unidos incorpore sus baterías antiaéreas, ya sea desde el suelo o desde el mar, para ayudar a su aliado a abatir a los aparatos iraníes en el cielo antes de que impacten en el suelo. También pueden contribuir las potencias europeas con bases militares en la región heredadas del pasado colonial: Francia y Reino Unido. Aunque París y Londres han entonado el mantra del derecho de Israel a defenderse, no está claro hasta qué punto están dispuestos a correr el riesgo. Por eso Irán les ha amenazado explícitamente si abaten a sus misiles dirigidos contra Israel. También el líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, debe pensarlo dos veces antes de atacar los territorios de Turquía, Kuwait, Arabia Saudí o Qatar que acogen estas bases porque son sus rivales regionales y para no arrastrar las potencias occidentales a la guerra.
Lo que parece bastante claro es que Netanyahu intenta hacer que Estados Unidos se implique en el conflicto directamente porque entonces Teherán se quedaría sin opciones, sobre todo si el objetivo es aniquilar su programa nuclear y de misiles, lo que se puede hacer desde el aire y con un coste relativamente bajo entre las tropas.
Opciones no militares
Pero en los cálculos de los ayatolás pueden entrar otros factores. Lo evidente es –como ya ha amenazado Teherán– bloquear el paso de barcos al estrecho de Ormuz, de sólo 53 kilómetros, que comparte con la península de Omán ya través del cual pasa el 30% del tráfico mundial de petróleo y el 20% del de gas natural licuado (GNL). Los expertos de Goldman Sachs creen que esto podría disparar el precio del barril hasta los 100 dólares, lo que causaría graves problemas. "Cualquier crisis prolongada en el estrecho de Ormuz no sólo interrumpiría los envíos de los principales productores del Golfo, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Irak y Qatar, sino que también haría inaccesible la mayor parte de la capacidad de producción mundial excedentaria, que se concentra en el golf Pérsico" el pasado año.
En el caso del petróleo hay más rutas alternativas, pero los mercados de GNL están más expuestos a efectos del cierre del estrecho persa. primeros meses de 2023, lo que equivale al 20% del comercio mundial de GNL. Alrededor del 80% de este combustible se destina a Asia, mientras que Europa recibe aproximadamente el 20%, lo que significa que las interrupciones exacerbarían la competencia entre regiones.