Carmen Claudín: “Putin perderá, pero hará mucho daño a los ucranianos”

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BarcelonaQueremos acercarnos a la situación en Ucrania a través del análisis de Carmen Claudín, investigadora del Cidob, especialista en historia rusa y soviética.

¿Cómo lee el mapa de situación?

— Putin no está consiguiendo lo que quería. Los tempos no son los que pensaba que serían; está bastante claro que pensaba que sería lo que se llama un paseo militar.

¿Una blitzkrieg?

— Exactamente. Está muy claro por cómo reaccionan los medios controlados por el Kremlin, que ahora son prácticamente todos. Lo que transmiten es que se han encontrado una resistencia que no se esperaban, no solo la militar, sino que también la de la población civil. 

Pero ¿esto no se acabará en el momento en el que Putin desencadene la gran ofensiva? 

— Evidentemente.

Porque hasta ahora hemos dicho que la diferencia de ejércitos es David contra Goliat...

— Sí, es cierto. Si Putin decide desatar todo su potencial bélico, difícilmente resistirán. Ahora bien, también tenemos que recordar que hay un precedente: en la guerra de Vietnam había una desproporción quizás todavía más grande y vencieron. Eso sí, después de muchos años y de miles de muertos. Yo creo que Putin, en esta guerra y con las consecuencias más allá de Ucrania, perderá. Ahora bien, hará mucho daño a la población ucraniana. Para ayudarlos, hay que reforzar su capacidad de resistencia bélica.

¿Quiere decir que no conseguirá invadir Ucrania?

— Puede ser que invada Ucrania y que desate una represión sanguinaria de un alcance que quizás todavía ahora no nos podemos imaginar. Pero, si él quería que los ucranianos apoyaran el acercamiento con Rusia, lo tiene completamente perdido. 

Putin ha reiterado que no abandonará su “convicción de que los rusos y los ucranianos son un solo pueblo”. 

— Para ser un solo pueblo, los está maltratando bastante. El cinismo de la narrativa del Kremlin no tiene límites y todo su argumentario se apoya sobre unas afirmaciones que crean una mitología que, por cierto, todo un sector de cierta izquierda aquí compra. Esto del fascismo y de los neonazis es una falsedad total. Cuando me decían esto, recomendaba ir a Ucrania, preguntar a la gente si la minoría rusa está perseguida o dónde están los fascistas. Porque en las instituciones no están. La extrema derecha es un peligro, aquí o en Francia, por decir algún país, pero en este momento no lo está en Ucrania; no han conseguido ni un solo voto en el parlamento. 

¿Cómo pueden afectar las sanciones?

— Estan haciendo mucho daño, y harán más, sobre todo las que tienen que ver con la desvinculación con el sistema financiero. Y parece que una serie de oligarcas empiezan a quejarse; se están poniendo nerviosos porque antes las sanciones no afectaban a su fortuna personal y ahora sí.

¿Estamos ante un personaje que ha decidido pasar a la historia de la manera que él quiere y que ha decidido que morirá matando?

— Yo creo que se ha cargado a sus hombros un rol mesiánico, supuestamente de liberación de los pueblos germanos. Quiere pasar a la historia como aquel que ha vuelto a unificar los pueblos eslavos, el que ha devuelto la grandeza a Rusia como potencia. Yo creo que hay una dimensión psicopatológica en este comportamiento, porque si no es difícil de explicar esta ceguera. 

¿Qué importancia tiene China? 

— Yo creo que si hay alguna potencia extranjera que puede tener algún papel de moderación en la política de exterminio de los ucranianos por parte de Rusia es China. Le da absolutamente igual lo que está haciendo Putin en su país, pero hay un principio que para los chinos es sagrado, el de la integridad territorial, que les afecta directamente con el Tíbet y con Taiwán, y no quiere en absoluto dar la impresión que pueden apoyar a nada que vaya en este sentido.

¿Usted habría prohibido la emisión de Sputnik y Rusia TV?  

— Sí, totalmente. No son canales de información, sino de propaganda. Tendríais que escuchar a la directora y propietaria de RT, Margarita Simonian, hablar de esta guerra, de los ucranianos, de los armenios, de los georgianos... Es una propagandista de guerra. 

¿Usted vive esta contradicción de querer a un país que ahora es el agresor?

— Tenemos que tener muy claro que el régimen de Putin no es Rusia. Yo no soy antirusa, yo soy totalmente prorrusa, pero soy anti-Putin.

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