El adiós de Merkel

Los socialdemócratas quieren gobernar con la CDU en la oposición

El conservador Laschet, segundo en las urnas, descarta formar ejecutivo, pero continúa disponible si lo quieren

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Trabajadores retiran una pancarta de campaña del candidato del SPD alemán, Olaf Scholz.

BerlínEl parlamento federal de Alemania, el Bundestag, puede tener un mínimo de 598 escaños. El que se formará de acuerdo con los resultados electorales del domingo será, de entrada, de 735; es decir, 26 diputados más que el de 2017. Una cifra récord para unas elecciones que se interpretan como una posibilidad de cambio en Alemania. El país no tiene experiencia en tripartidos a nivel federal y los conservadores (CDU/CSU), que han gobernado 16 años con Angela Merkel en una posición cómoda, pasan, en principio, a la oposición. Los socialdemócratas que estaban bajo mínimos en regionales y federales han revivido, y su candidato, Olaf Scholz, ya ha propuesto este lunes un posible nuevo rumbo: la llamada coalición semáforo, formada por los socialdemócratas, los Verdes y los liberales del FDP.

Pendientes de acabar de contar los votos por correo, que también han marcado récord con un 38,5%, los socialdemócratas continúan por delante con el 25,7% (+5,2 respecto a 2017), seguidos con un 24,1% por la CDU/CSU (el partido que más recula, -8,9) y por los Verdes con un 14,8%, la formación que más votos ha ganado respecto a 2017 (+5,8), pero no lo suficiente como para formar una coalición socialdemócrata-ecologista, la preferida de Scholz y de la candidata ecologista, Annalena Baerbock. Al posible juego de coaliciones entra obligatoriamente un tercer partido, los liberales (FDP), que con el 11,5% de los votos consiguen incrementar medio punto su quesito electoral. Su rol será clave.

De momento, parece que los socialdemócratas tienen las de ganar. Y es que después de dos décadas de derrotas, Scholz puede reivindicar ahora que los alemanes han depositado en él su confianza para formar gobierno. Así lo ha argumentado este lunes: "Los votantes han hablado con claridad. Han reforzado a los tres partidos [tanto el suyo como los Verdes y los liberales] y por lo tanto tenemos un mandato muy claro para que entre los tres construyamos el próximo gobierno". Por lo tanto, Scholz se ha afanado a flirtear con Verdes y liberales y ya ha creado este lunes un equipo de seis personas para poner en marcha las negociaciones de cara a la coalición semáforo. En cambio, el candidato conservador, Armin Laschet, ha dicho que si bien renuncia a intentar formar gobierno, está “dispuesto a entrar en negociaciones con los Verdes y los liberales para una coalición Jamaica“. El presidente del partido hermano, la CSU, y de la región de Baviera, Markus Söder, apoya su posición.

Pero Scholz no se puede fiar mucho, puesto que la ley alemana no deja lugar a dudas: será canciller la persona que tenga más diputados a su favor, no quien haya obtenido más votos. De hecho, no sería la primera vez en la que un canciller alemán no pertenece al partido más votado en las elecciones.

Los votantes más jóvenes, verdes o liberales

Mientras tanto, este lunes Baerbock insistía en que su partido quiere “un cambio en Alemania, una renovación". A su lado, el colíder ecologista Robert Habeck ha admitido que los principales escollos para ponerse de acuerdo con el FDP son los ámbitos de impuestos (los liberales quieren reducir impuestos y combinar inversiones privadas y públicas, mientras que los Verdes apuestan por fórmulas que graben las rentas más altas) y políticas sociales (los liberales pertenecieron a los opositores a la introducción del salario mínimo interprofesional y, una vez instaurado, se oponen a incrementarlo para evitar distorsiones en la competitividad del mercado).

Pero es cierto que la proximidad en temas sociales y ecológicos la tienen mucho más con el SPD que con la CDU/CSU, aunque a nivel regional funcionen en Baden-Württemberg (los Verdes gobiernan con la CDU). Laschet se opone a aumentar el salario mínimo interprofesional, que ahora es de 10,6 euros/hora, mientras que una de las banderas de la campaña de ecologistas y socialdemócratas ha sido subirlo a 12 euros. Habeck y Baerbock no han querido revelar quién de los dos podría ser el vicecanciller. “¿Alemania, seguís dormidos? Va, ¡que podemos crear alguna cosa nueva! Lo tenemos que ver así“, con estas palabras concluía la comparecencia de prensa Habeck, que muchos ya coinciden en apuntar como nuevo candidato a canciller con opciones reales de éxito dentro de cuatro años.

El voto de los jóvenes

Por otro lado, de los 60,4 millones de ciudadanos alemanes con derecho a voto, unos tres millones votaron el domingo por primera vez y lo hicieron principalmente por el clima y la digitalización, es decir, o Verdes o FDP. Pero la franja de edad predominante es la de 60-69 años, que ha preferido votar la experiencia de gobierno y estabilidad del socialdemócrata Scholz.

Alemania es un país mayoritariamente de talante conservador, amante de las estructuras estables y donde la reforma más que como un reto se ve a menudo como una amenaza. En los últimos comicios federales, en 2017, el intento de crear una coalición Jamaica, liderada por los conservadores con Verdes y liberales, fracasó durante las negociaciones porque el FDP no vio la manera de encajar intereses. Como indican fuentes del partido, "la CDU/CSU es un partido que impide toda reforma“. Con ningún partido llegando al 30% de los votos se espera ahora que todas las partes negociadoras sean más flexibles y tengan capacidad de compromiso. Pero, hasta que no se pongan de acuerdo, la canciller Angela Merkel, que ha estado 16 años al cargo y lo deja por voluntad propia, tendrá que continuar en funciones. Expertos como el profesor de la UPF Klaus-Jürgen Nagel ya advierten que "seguramente la veremos haciendo el discurso de Fin de año".

La ultraderecha AfD pierde votos, pero se presenta como un partido estable y dominante en el este

Con poca armonía compareció ante la prensa en Berlín el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) el día después de las elecciones federales. La tensión entre su portavoz, Jörg Meuthen, y el dúo que encabezaba la lista electoral, Alice Weidel y Tino Chrupalla, se notaba. Tienen el apoyo del ala más de extrema derecha dentro del partido, pero no de Meuthen. “Hemos perdido casi el 20% de los votos“, afirmaba el portavoz. “Hicimos campaña diciendo que eramos valientes por decir la verdad y eso es lo que hacemos. No hemos conseguido convencer a nuevos votantes“, concluía.

Han obtenido el 10,3% de los votos totales (-2,3 respecto a 2017), 83 escaños. Han perdido 900.000 votos, que según las encuestas han ido a los Verdes y al SPD. Si se pinta el mapa de Alemania, el azul, color del AfD, colorea el sudeste, en el oeste del país no superan el 10% en ninguna parte, y en el este hay dos regiones donde son primera fuerza con más del 20%: Sajonia, por segunda vez, y Turingia, por primera vez. También en estas circunscripciones han sido menos los votantes que han elegido al partido protesta en un momento en el que el coronavirus ha sido su principal argumento para ganar de nuevo. Los resultados muestran que han triunfado sobre todo entre votantes cada vez más estables que se han fidelizado con el partido. Igual que ha pasado en los resultados de conjunto, la pérdida de votos de los conservadores CDU/CSU ha beneficiado a otros partidos, como el SPD y el AfD, en estas regiones orientales. La CDU/CSU en Sajonia solo se ha llevado 16 distritos electorales, resultado que no obtenían desde 1990.

La Izquierda, uno de los perdedores de las elecciones, entra en el Bundestag a pesar de no lograr el umbral del 5%

Cuando en febrero el partido La Izquierda presentó a las dos nuevas líderes, Janine Wissler y Susanne Hennig-Wellsow, parecía que este grupo con raíces en el este, y para la mayoría de la opinión pública todavía con la etiqueta de ser el heredero del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), tenía opciones de aires nuevos. Siete meses más tarde, el día después de los comicios federales, el 4,9% en las urnas (-4,3 respecto a 2017) “es mucho más que un ojo morado“. Así lo describía Wissler, que junto con el veterano Dietmar Bartsch, en el Bundestag desde hace 16 años, encabezaba la lista.

La cúpula del partido ha valorado la bofetada con la necesidad de “reinventarse de verdad“ y habla ya de “una última oportunidad“ para conseguirlo. Un millón de votantes de La Izquierda, generalmente fieles al partido, han votado al SPD y a los Verdes. Los necesitaban para evitar que la CDU/CSU se convirtiera en la fuerza más votada y para reforzar a un SPD que ha hecho campaña con argumentos realmente socialdemócratas, como incrementar a 12 euros/hora el salario mínimo interprofesional (a 13 prometía La Izquierda) y que presentaba más unidad ante temas esenciales (migración, clima).

La Izquierda es vista por muchos como un grupo demasiado ideológico incapaz de llegar a gobernar. Ha conseguido 39 diputados con un 4,9% (en lugar del 5%) gracias al sistema dual de votos, que le ha dado mandatos directos. Ahora bien, estos directos son históricos de La Izquierda, un voto en parte nostálgico de generaciones que se hacen mayores. Lo contrario a la renovación que se busca.

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