"Ucrania ganará, su muerte no será en vano"

La familia de un mecánico tarda seis días en saber que había muerto en el frente y nueve en recuperar el cuerpo

4 min
Los familiares lloran la muerte del Valery durante su funeral a Kíiv.

Enviada especial a KievVladimir guarda en su despacho los restos de varios proyectiles: piezas enormes de metal abolladas en forma de cohete. Por suerte, no mataron nadie, porque donde cayeron ya solo había muertos. Los proyectiles destrozaron varias lápidas en la zona judía del cementerio. Fueron a parar allí por pura casualidad, como también podrían haber caído en otro lugar.

Vladimir es el responsable de uno de los cementerios de la capital ucraniana que está más cerca de los combates: el de Berkovets. Desde allí se escucha el intercambio de artillería entre las tropas rusas y las ucranianas, que luchan en las afueras de Kiev, al noroeste. Según dice, el cementerio ya ha sido atacado en tres ocasiones desde que empezó la invasión rusa.

Restos de los proyectiles que han caído en el cementerio de Berkovets, en Kiev.

Pero la guerra en Ucrania no empezó hace un mes: ya hace ocho años que dura en la región del Donbás. De hecho, en el cementerio se suceden las tumbas de soldados ucranianos que cayeron en esta zona del este del país. Son fáciles de identificar porque en las lápidas está grabada la imagen del soldado con uniforme militar y una bandera ucraniana de color azul y amarillo ondea a su lado. Algunos murieron muy jóvenes, con solo 20 años. Hay lápidas de 2016, 2017, 2018… Llama la atención que a una guerra que ha causado tantos muertos y hacía tantos años que duraba apenas se le prestara atención en el resto de Europa.

Tumbas de soldados ucranianos muertos en la región del Donbás, en el cementerio Berkovets de Kiev.

En cambio, los muertos de ahora sí que ocupan titulares, aunque no hay un balance claro ni de bajas ni de víctimas. Cada bando intenta minimizar su número de muertos. Rusia ha reconocido este viernes 1.351 bajas entre sus filas, aunque el Pentágono calcula que la cifra podría ascender a 7.000. Por su parte, Ucrania habría perdido 1.300 efectivos, a los que habría que añadir la muerte de al menos 977 civiles. 1.594 más habrían quedado heridos, según varias fuentes oficiales. Aun así, estos datos no son fiables porque incluyen las zonas de difícil acceso que están asediadas por las tropas rusas, como por ejemplo la ciudad de Mariúpol.

Vladimir también se muestra ambiguo sobre el número de militares ucranianos que han sido enterrados en el cementerio desde el 24 de febrero, cuando empezó la invasión rusa. “Una decena”, responde lacónicamente. Este viernes hay un nuevo funeral. Hacia las diez de la mañana empiezan a llegar al cementerio vehículos llenos de militares. Rendirán homenaje a Valery Risinski, de 45 años, que murió en combate el 14 de marzo en la región de Járkov, al nordeste del país. Los familiares llegan con cara compungida, muchos no pueden reprimir las lágrimas.

Militares ucranianos trasladando el féretro con el cuerpo sin vida de Valery.

“Nos enteramos de que había muerto seis días más tarde”, lamenta una de las hermanas del difunto, Olesa, la única que mantiene un cierto temple para poder hablar. A las otras se las ve destrozadas. Valery pertenecía a una familia numerosa: eran ocho hermanos y hermanas. Él era uno de los mayores y se había encargado de mantenerlos a todos cuando sus padres murieron de repente y sus hermanos todavía eran unas criaturas. Precisamente por eso la familia era especialmente conocida en Dmitrivka, el pueblo donde vivía en el norte de Kiev. No pasa cada día que ocho criaturas se queden huérfanos de golpe.

"El cuerpo no nos lo entregaron hasta el miércoles", continúa explicando la hermana, y muestra así los despropósitos de esta guerra. La familia tardó tanto en enterarse de la muerte porque tuvo que huir de Dmitrivka debido al asedio de las tropas rusas y el ejército ucraniano no sabía después dónde localizarla para darles la mala noticia. El asedio de las fuerzas rusas también dificultó el traslado del cuerpo hasta la capital. Y también por eso Valery es enterrado en Kiev y no en su pueblo natal.

Ceremonia ortodoxa en un cementerio de Kiev para despedir a Valery, muerto en combate.

La ceremonia se celebra en una pequeña iglesia ortodoxa junto al cementerio. Valery estaba casado y tenía dos hijos de 19 y 17 años. Los dos jóvenes miran con cara desencajada el cuerpo sin vida de su padre, que yace dentro del ataúd vestido con un uniforme militar. Las mujeres lloran, se lamentan, sollozan. Los hombres intentan contener el dolor. Un grupo de periodistas inmortalizan la escena haciendo decenas de fotografías sin cesar. A diferencia de todos los soldados ucranianos que murieron los últimos años en el Donbás, los de ahora sí que salen en la prensa internacional.

Momento en el que ponen el féretro de Valery dentro de la tumba en el cementerio de Kiev.

Valery también luchó en el Donbás. Él era mecánico de profesión, pero, como tantos otros, fue llamado a filas. Y ahora, claro, lo habían vuelto a reclutar. Cuatro soldados disparan salvas al aire en honor del nuevo caído, antes de que metan el féretro bajo tierra. Una banda militar también toca en su honor. La hermana lo tiene claro: “Su muerte no será en vano. Ucrania ganará”.

stats