Análisis

'Cuéntame' cómo será el pasado: adiós a la serie que ha autorretratado España

La familia Alcántara se despide de los espectadores después de 22 años de revisión histórica

Andreu Mayayo i Artal
3 min
Cuéntame

Barcelona[Con motivo de la emisión del capítulo final de Cuéntame este miércoles (La 1, 22.50 h), precedido de un especial (21.55 h), el ARA ha pedido al catedrático de historia contemporánea Andreu Mayayo, de la UB, un análisis sobre cómo es la España que explica la serie y qué influencias políticas evidencia.]

El combate de memorias –franquista y antifranquista– se escenifica de forma bien patente en dos series televisivas de éxito estrenadas en el 2001: Temps de silenci y Cuéntame cómo pasó, de las televisiones públicas catalana y española, respectivamente. Ambas ambientadas en la historia reciente, con una voluntad de entretener y ganar audiencia, por supuesto, pero también de formar una memoria colectiva. Y ambas estaban enmarcadas inicialmente durante el franquismo a través de historias familiares arquetípicas mezcladas con el contexto social y político. Sin embargo, se trata de dos miradas diferentes, empezando por la cronología.

Temps de silenci comienza con la Guerra Civil y sobre todo en 1939, con la derrota, la ocupación y la represión. De hecho, el título es homónimo de la novela del dirigente socialista Luis Martín-Santos publicada en 1962 y llevada al cine por el barcelonés Vicente Aranda en 1986 con Imanol Arias como protagonista. Y también lo es del libro del historiador Michael Richards de 1998, sobre la cultura de la represión franquista.

Cuéntame cómo pasó, estrenada nueve meses después, comienza en abril de 1968 cuando la familia Alcántara compra el televisor para disfrutar de la victoria de Massiel en el festival de Eurovisión y, además, imponiéndose a la Pérfida Albión y dejando con palmo de narices al cantante británico. En el primer capítulo tenemos todos los ingredientes del desarrollismo y de la autoestima nacional española. Pasando del tarareo del himno español al La, la, la eurovisivo. Conviene subrayar que el principal protagonista y narrador de la serie es un niño nacido en 1960, de la misma leva del productor Miguel Ángel Bernardeu.

El éxito de la serie catalana permite a continuación una segunda temporada con trece capítulos dedicados a la Transición y otros trece a la democracia, casi hasta el año de emisión. Televisión Española llegará también hasta finales del siglo pero, eso sí, estirando mucho más el chicle: 22 temporadas, 413 capítulos y récords de audiencia, sobre todo las seis primeras (captaron un tercio de la audiencia, en torno a los seis millones espectadores).

Mientras Temps de silenci pone de manifiesto la derrota del fascismo en la calle por parte del movimiento obrero y de los burgueses catalanistas, la mirada de Cuéntame se adapta a los cambios de los gobiernos españoles. Así, con Zapatero la serie retrocede a 1939 y descubrimos el fusilamiento del padre del protagonista. Más adelante nos encontramos con un protagonismo bipartidista: el padre es de UCD (Suárez era como nosotros) y el hijo del PSOE (Felipe nos hace europeos). En pocas palabras, Libertad sin ira y Movida Madrileña. Y, al fin y al cabo, las víctimas de la serie que hoy pone punto y final ya no son las del franquismo, sino las de ETA y, de forma destacada, el asesinato de Miguel Ángel Blanco.

Autolegitimación

En una conversación sobre el giro memorial (Cómo será el pasado, 2021), la socióloga argentina Elisabeth Jelin y el historiador Ricard Vinyes vinculan la memoria con el poder y su capacidad de legitimación más que al imperativo categórico moral de recordar. Las políticas públicas de memoria pueden fundamentar los valores democráticos, pero también incubar el huevo de la serpiente. El poder no sólo transforma el presente para construir el futuro, sino que también cambia el pasado para bendecirlo.

La mayoría absoluta lograda por José María Aznar en las elecciones generales de marzo de 2000 lo cambió todo. También el pasado. En una de sus primeras entrevistas, el responsable de la campaña electoral del PP, Mariano Rajoy, valoraba el resultado de las elecciones como la derrota del antifranquismo. La democracia no era hija de la dictadura, pero sí del desarrollismo franquista, que dio paso al crecimiento económico, la sociedad de consumo y la creación de la clase media.

La reacción de las fuerzas antifranquistas subió de tono poniendo de relieve la represión de la dictadura y la falta de reparación moral de las personas represaliadas. Pongamos dos ejemplos. Por un lado, la apertura, en octubre de 2000, de la primera exhumación científica de la fosa de los trece de Priaranza del Bierzo. En 1999 surgió la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica. Por otro, el acto organizado por la Asociación Catalana de Personas Ex-preses del Franquismo, la víspera del día de Sant Jordi del 2002, en el Gran Teatre del Liceu, donde su presidente, Enric Pubill, leyó un manifiesto con el lema "Por un memorial democrático".

Así, Temps de silenci y Cuéntame se convierten en dos ejemplos excelentes de la ruptura catalana y de la reforma (pactada) española.

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