Donald Trump ha señalado ya cuáles serán sus primeros nombramientos y, en materia de comunicación, Brendan Carr será su hombre fuerte, como futuro presidente de la FCC, el poderoso organismo regulador del audiovisual en Estados Unidos. Aunque es de perfil menos estrambótico o histriónico que algunos de los más notables colaboradores del presidente electo, este miembro ya veterano de la FCC ha abandonado en los últimos tiempos la discreción que se le presupone por el cargo y ha frecuentado a menudo Fox News por hacer público su credo (y hacer campaña para la presidencia del ente, como se ve). Espóiler: no hace buena fila.
Carr ha sido crítico con Google, Facebook, Microsoft o Amazon, a quien ha acusado públicamente de ser “el cártel de la censura”. No es casualidad que X haya quedado fuera de sus invectivas. Pero ese adalil de la libertad, en cambio, sí se ha mostrado a favor de limitar a TikTok, arguyendo la seguridad nacional. Casualidades de la vida, esta red le compete al X de Elon Musk. También ha criticado a las grandes cadenas en abierto. Se quejó, por ejemplo, de que el Saturday night live invitara a Kamala Harris a protagonizar un espacio, sin ofrecerle tiempo compensatorio a Trump. Es exactamente la doctrina Musk: acusar de censura a quienes velan por que sus servicios no se conviertan en la fosa séptica en la que ha derivado aún más X y, al mismo tiempo, exigir compensaciones e intentar bloquear unas redes concretas que le molestan más que d otros, o imponer bloques electorales en televisiones privadas. La clave de vuelta –retengan ese número– será la Sección 230. Probablemente será reformada durante el mandato de Trump. Y realmente habría que retocarla, porque ahora favorece toda la desinformación y odio que ha marcado en la última década. Pero, claro, ni Trump ni Carr son los timoneleros que infundan mayor confianza para modificarla.